Tras una emoción muy grande, un chiste o un programa de televisión muy gracioso, ¿quién no ha llorado tras reírse mucho?
Nuestros cuerpos reaccionan de manera similar a emociones muy fuertes, por lo que la tristeza y la alegría pueden generar lágrimas si son extremas.
Si bien no se sabe a ciencia cierta por qué lloramos al reír, una teoría dice que las lágrimas acompañan al cuerpo a la homeostasis luego de una excitación extrema: luego de reírnos mucho, las lágrimas son una señal de que el cuerpo está volviendo a la normalidad –los músculos se relajan, el corazón se desacelera–. Así, el llanto ayuda a a eliminar sustancias químicas estresantes del cuerpo, lo que explicaría su "efecto relajante".
Debemos tener en cuenta que no sólo pasa esto hacia un lado –llorar de risa– sino también al opuesto: reírse al estar triste, aunque puede ser un poco más extraño, sucede a algunas personas. El reflejo de reír o llorar incontrolablemente aparece en momentos de alta excitación emocional.
Otra teoría apunta al hecho de que el temblor producido por una risa vigorosa ejerce una presión sobre los conductos lagrimales. Por tanto, esas son lágrimas reflejas son resultado de factores externos y no por emociones.
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