El trabajo, la obligación diaria del sustento familiar que somete a la rutina laboral, tanto al papá como a la mamá, es uno de los principales motivos para que se recurra a los abuelos para que cuiden a los nietos. En Tarija resulta ser un recurso inapelable para muchos progenitores que ven a sus propios padres como la respuesta única a las dificultades de la crianza y el cuidado.
El abuelo y la abuela representan un importante apoyo en el tema económico pues el conseguir niñera exige un presupuesto, por otro lado lo afectivo brinda la confianza de que serán bien tratados. Para muchos imaginar otra alternativa para el cuidado de los hijos representa algo complicado hasta impensable.
Pero además se ven casos en Tarija de padres desobligados que prefieren evitarse la molestia recurriendo a los propios padres para que hagan el trabajo difícil, sin dejar por este hecho, de querer representar la imagen de autoridad con los hijos, anteponiéndose permanentemente a la opinión de los abuelos sobre el trato y la forma de crianza pero al mismo tiempo sin asumir del todo la responsabilidad como progenitores.
Abuelas a cargo
Qué tan bueno o malo es que los abuelos estén cuidando de los nietos, es la gran interrogante, pero la respuesta depende de cada caso. En ese afán analizaremos algunos que representan un buen resumen de testimonios referidos a lo positivo y a lo negativo que resulta, en la formación de los niños el que los padres en etapa de retiro estén cuidando de sus nietos.
Una gran madre y abuela pero sobre todo sacrificada, calificamos así a Adela de 69 años de edad, que no sólo cuida de sus seis nietos sino que además atiende a sus dos hijos mayores.
Esta mujer quedó al cuidado de sus cuatro nietos pues la madre tuvo la necesidad de salir del país en busca de oportunidades laborales, ya van poco más de 7 años que cuida de sus nietos que en ese tiempo dejaron de ser tan pequeños.
La abuela, criada en la vieja escuela, cocina, lava y plancha, pero además no reprime, no impone normas, ni disciplina, por lo que se convirtió en la sustentadora adecuada para los nietos en etapa adolescente que viven la vida a sus anchas.
Además doña Adela cuida a dos nietos infantes cuando su hijo sale a trabajar, debido a un divorcio y a que tiene una hija soltera, también sigue atendiendo las necesidades de techo y comida de dos de sus propios hijos que entre otras faenas se disputan el derecho a ser más y mejor atendidos.
En otro caso, Dora de 68 años y viuda, cuida de sus dos nietas pequeñas, su hija retornó al hogar después del divorcio y requiere de la ayuda de su madre jubilada como profesora, para ella poder desempeñarse laboralmente.
La opinión de la abuela es sumamente valorada, ella es la líder del hogar, sus observaciones no se discuten y su hija confía plenamente en su juicio. La buena crianza de las dos niñas se volvió un asunto primordial, los roles de abuela y de madre no se descalifican y esto permite que la disciplina reine en este hogar.
“El primer caso es más frecuente en Tarija, la abuela que atiende pero que no educa, esto genera que los nietos crezcan sin tener referentes de responsabilidad y buen comportamiento, pues ser muy permisivo no es bueno porque los niños necesitan orientación y que se les transmita valores para que puedan luego ser personas que tengan las herramientas para afrontar con éxito las vicisitudes de la vida”, analiza la sicóloga, Margot Zubieta.
Sobre el caso de Dora, lamentablemente, si bien representa la mejor manera de colaboración y apoyo, no es frecuente que suceda de esta forma, añade.
“Las abuelas y las madres no siempre están de acuerdo, se recriminan, se descalifican y los hijos se crían sin un buen referente de autoridad o de una imagen positiva que puedan imitar en su actuar cuando sean adultos”, explica.
Pugna por la obligación
Sobre este tema existen casos muy extremos, asegura la abogada con especialidad en familia, Clementina Barroso Chiri, que relata el de una abuela campesina que deseo para su hija un mejor futuro por lo que cuando esta ganó una beca para estudiar en el extranjero colaboró cuidando de su hijo recién nacido durante siete años, mismos que para la abuela resultaron felices.
Al retorno la hija profesional y exitosa que llegaba con demasiada autoestima no valoró la crianza que recibió su hijo. “Muchas veces la persona se olvida de su descendencia y tiene miedo de mirar abajo para no caer”, lamenta la abogada.
En este caso que atiende legalmente, la hija que como madre tiene las leyes a su favor para recuperar la tutela de su pequeño hijo de siete años, no tiene la paciencia, reprocha la poca capacidad de estudio que tiene su pequeño pues sus notas en el colegio no son buenas y la impaciencia la torna agresiva.
“Obliga al niño a hacer las tareas, mientras que la abuela trataba de ayudarlo en matemáticas facilitándole piedritas y granos de maíz para que haga las cuentas, el niño está atemorizado con su madre y quiere volver con la abuela”, relata.
En este caso, que pone en evidencia la falta de orientación de madres que tienen sus hijos a edad muy temprana, se nota además la incapacidad de reconocer la colaboración de las abuelas en el tema del cuidado de los hijos.
“Todos trabajamos pero pocos realmente conviven con los hijos, estos quedan desprotegidos y los padres olvidados del rol de formación que deben cumplir, mientras tanto los niños se escapan, se dedican a beber, las niñas a la prostitución, es lo lamentable en el tema de rupturas familiares”, clama la abogada.
Abuelos con límites
Pero no siempre los abuelos y abuelas son tan colaborativos o abnegados, en el caso de Juan y Rebeca, padres de una niña de 3 años, el tema de recurrir a la ayuda de los abuelos para que cuiden a la pequeña no es muy fácil pues tanto abuelo como abuela tienen ocupaciones, compromisos sociales y una vida propia.
“Para salir una noche cualquiera debemos tramitar con anticipación la predisposición de los abuelos, si ellos están de acuerdo aprovechamos y la pasamos genial esa noche y tenemos hasta el medio día porque nos dan el tiempo para recuperar el sueño”, comenta la pareja con tono divertido.
Pero como no siempre existe la predisposición esta joven pareja debe auto organizarse para cumplir con todas las faenas desde laborales hasta las de entretenimiento, así lo asumieron y lograron equilibrar sus expectativas a esta importante obligación que tienen con su pequeña hija.
La psicóloga asegura que se puede evaluar este caso como el más adecuado, “si bien los padres pueden colaborar no tienen la obligación de hacerlo. El ser muy dispuesto a veces quita la responsabilidad del otro, entonces siempre es mejor definir bien cuáles son las obligaciones de los padres y hasta dónde pueden contar con los abuelos que entre otras cosas tienen el derecho de seguir manteniendo las expectativas elevadas de una vida propia, sin postergarse por condescender ante sus propios hijos”, opinó.
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