jueves, 3 de octubre de 2013

Depresión vs salud mental en los niños

“Recuerdo a un niño de 4 años que se había mudado a esta ciudad y debía asistir a otro colegio, lejos del entorno familiar que siempre lo acogió. En las noches presentaba un cuadro febril que no pudo ser curado por el pediatra. En el colegio no era querido, porque pateaba a su maestra, quien lo consideraba mal educado. Sucedía que el niño estaba deprimido, porque no le gustaba el cambio de lugar, de casa ni de colegio. Luego de una terapia se logró contrarrestar el problema con el desahogo del niño”, recordó la psicóloga Mónica Pabón.

La depresión infantil puede ser muchas veces confundida con tristeza, miedo y enojo. Al respecto, Femenina conversó con dos especialistas la psicóloga familiar Mónica Pabón y el psiquiatra Mauricio Peredo, quienes se refieren a este tema en forma integral, analizan las causas, síntomas y tratamientos.

“La depresión en general es un trastorno del estado de ánimo y en los niños se pensaba que no existía, porque se suponía que era la etapa más feliz de su vida. Sin embargo, es una enfermedad prevalente que se desencadena en el entorno familiar vinculado a violencia intrafamiliar, maltrato, abuso infantil, abandono y fallecimiento de algún familiar que son algunas de las causas frecuentes de depresión infantil”, expresó Peredo.

Según Pabón, la depresión en los niños es un estado de desánimo y tristeza profunda que no le permite seguir adelante, está presente en la infancia, adolescencia y en la vida adulta. Dentro de cada edad tiene ciertas características propias y es tratada de acuerdo con la etapa en la que se encuentre. Por ejemplo los niños de 3 años sufren mucho cuando hay un abandono o alguna carencia afectiva, pero en general esto se nota marcadamente a partir de los 8 a 10 años de edad.

CAUSAS

“Este trastorno puede presentarse a cualquier edad inclusive en recién nacidos con la depresión anaclítica, cuando las madres deprimidas tienen a niños con bajo peso, dificultades en la lactancia, lo que muchas personas no le prestan atención. Existe un factor genético no hereditario como el trastorno bipolar que puede generar cierta vulnerabilidad que afecte el desarrollo del embrión”, explicó Peredo.

Pabón aseguró que de 3 a 5 años este desánimo se debe a una pérdida, la muerte de la abuelita, la llegada de un nuevo hermano, la partida de la niñera o un viaje, el cambio de ciudad o de colegio. Como el niño no tiene un lenguaje apropiado para expresar sus emociones puede estar cargado de angustia.

“A partir de los años 70 se habla de depresión infantil, pero en nuestra cultura ya era conocida con la lanita roja que se ponía en la muñeca del niño cuando uno de los padres viajaba para evitar que se enferme o se ponga triste y que aún se sigue practicando”, dijo Pabón.

La psicóloga expresó que existen factores que predisponen a que algunos niños desarrollen este problema como aquellos con baja autoestima, con escaso afecto, poca atención en el hogar y que comienzan a guardar sentimientos para sí mismos.

Estos síntomas pueden convertirse en una enfermedad psiquiátrica que debe ser tratada por un médico para evitar el suicidio a una edad altamente peligrosa que está entre los 10 a 15 años, etapa en la que existen mayores índices.

SÍNTOMAS

Peredo afirmó que la depresión en los niños es diferente a la del adulto. Ésta se manifiesta en su conducta, cuando deja de jugar o si antes era disciplinado, se vuelve revoltoso; empieza a perder interés por lo que le llama la atención, la pérdida de ganas de estudiar que puede ser interpretada por los padres como flojera y ser sancionado por esto.

“Otros factores son los terrores nocturnos, porque se despiertan pero no saben qué sucedió a diferencia de las pesadillas, están asustados y no quieren dormir solos, se apegan a la madre o el padre y no quieren que vayan a trabajar, no hay tristeza puede haber una especie de enojo e irritabilidad, se vuelven agresivos y rompen cosas, experimentan un cambio súbito en su comportamiento”.

El especialista dijo que la tristeza se diferencia de la depresión por ser una respuesta normal frente a una situación determinada. Por otro lado, los miedos son naturales en los niños, muchas veces son los mismos padres quienes atemorizan a sus hijos al decirles si no te portas bien te voy a llevar al médico para que te inyecte. En el caso del niño deprimido, el sentimiento va ligado a la soledad, al abandono y a la muerte, por ejemplo: si una madre le dice a su hijo si te portas mal te voy a dejar aquí, esto genera angustia en el niño.

“La depresión infantil cuando no es atendida oportunamente puede llegar a convertirse en crónica, afectando la calidad de vida de la persona y con el paso de los años termine en un suicidio o consumo de sustancias controladas como una forma de escape del adolescente”, agregó Peredo.

TRATAMIENTO

Cada tratamiento es distinto, dependiendo de la edad del niño y del tipo de problema que se trata. En el caso de niños, a partir de los 10 años, se le puede dar medicación antidepresiva sin ningún riesgo, pero previa evaluación clínica, lo que no causa adicción.

“La terapia debe ser familiar y con el niño se debe investigar cuáles son las causas que están generando esta enfermedad, la información que lo perturba en la casa, colegio o barrio. Identificar los conflictos que se tenga al interior de la familia si existe maltrato infantil o violencia sexual para recibir un tratamiento oportuno y no pensar que es un episodio que se le va pasar”, explicó Peredo.

Por su parte, Pabón afirmó que la terapia cognitiva se aplica con ciertas pruebas realizadas en el niño y se investiga con la familia para descubrir los eventos que pudieron desencadenar la depresión, asi como un divorcio, muerte de un ser querido, entre otras causas que son trabajadas en el grupo familiar.

“Lo importante es fortalecer la autoestima y comunicación entre padres e hijos, practicar el hablar y el escuchar por más pequeño que sea el problema del niño, esto es importante para él, demostrar atención para que se tenga un desarrollo emocional saludable”, dijo la psicóloga.

Ambos profesionales coincidieron en afirmar que para tener un crecimiento emocional saludable es fundamental trabajar en la autoestima del niño, adaptación a los cambios que se tenga que enfrentar como un viaje o salir a trabajar explicando que retornarán pronto, desarrollar la capacidad de querer y ser querido, verbalizar las emociones de agrado y de desagrado.

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