jueves, 13 de julio de 2017

Cuidar a los hijos agota más que trabajar

A los padres no nos hace falta ningún estudio que lo confirme y, sin embargo, varias investigaciones corroboran esta queja eterna: el cuidado de los hijos es mucho más agotador que el trabajo.

Los padres sufrimos muchos de estos síntomas: agotamiento físico y emocional, falta de sueño, fatiga, estrés, abatimiento, frustración... Y es que criar a los niños requiere un esfuerzo como para correr un maratón... ¡y no es exageración!

El cuidado de los hijos nos deja más agotados que el trabajo

He vivido épocas de trabajo agotador, jornadas en las que comenzaba a las 9 de la mañana y terminaba a las 3 de la madrugada, para volver a mi puesto a las 9 de la mañana. Jornadas eternas en las que el reloj parecía avanzar revolucionado mientras el trabajo seguía encima de la mesa. Y, sin embargo, nunca he estado tan cansada como cuando me convertí en madre. Las jornadas no son de 8 horas, ni siquiera de 16, las jornadas de los padres duran 24 horas, 7 días a la semana, 365 días al año. Sin un día de vacaciones, no hay días de descanso, puentes o festivos. Es una labor reconfortante, dura y difícil en ocasiones, reconfortante y llena de sentido todo el tiempo. Un estudio realizado por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, reveló que el cuidado de los niños deja más cansados a los padres que realizar ejercicio físico de alto impacto. El estudio analizó a 2000 padres, el resultado fue que:

1 de cada 10 padres afirmaba que el cuidado de los niños genera agotamiento físico y emocional.

13% de los encuestados sufrió los síntomas clásicos del agotamiento.

Un 12,9% de las madres afirmó que el cuidado de los hijos es mucho más agotador que el trabajo, frente al 11,6% de los padres.

Este no es el único estudio al respecto, el Pew Studies Center Analysis obtuvo los mismos resultados. Un 12% de los encuestados afirmó que el cuidado y educación de los hijos es una actividad muy agotadora, mientras que el trabajo remunerado lo es sólo para el 5% de los encuestados. Sin embargo, a pesar del cansancio, la fatiga y la falta de sueño, es una actividad que llena de sentido para el 62%, mientras que el trabajo sólo lo es para el 36%.

CÓMO COMBATIR EL AGOTAMIENTO Y EL ESTRÉS

El estrés nos acompaña durante gran parte de nuestra vida, sobre todo en nuestra vida como padres. Ese agotamiento físico y mental, esa sensación de no poder más y, sin embargo, seguir levantándote todos los días para poner toda la energía que tenemos en el cuidado de nuestros hijos puede ser menor.. sí, sí... Podemos vivir la maternidad y la paternidad sin esa sensación de estar corriendo un maratón, para ello necesitamos poner en práctica estos trucos caseros:

Hacer respiraciones: las respiraciones profundas y relajadas combaten el estrés y descienden el ritmo cardíaco.

Música: la musicoterapia funciona ya que consigue relajarnos y bajar la presión arterial.

Tiempo fuera: concedernos a la semana un tiempo sin niños, por pequeño que sea, para dar un paseo, tomar un café con una amiga y reirnos, ir al cine o a clases de pilates.

Masajes: el estrés y el agotamiento físico tienen un impacto sobre los músculos, que se van agarrotando y acabamos sufriendo contracturas, lumbalgias o dolores cervicales. Concederte un masaje tanto terapéutico como relajante de vez en cuando te ayudará descargar la tensión sobre tus músculos.

Y, sobre todo, dejar de flagelarnos porque no llegamos a todo, en realidad, lo importante es que nuestros hijos crezcan felices, lo demás, podemos pasarlo a un segundo plano.

martes, 11 de julio de 2017

Ceberio: ‘Poné límites a tus hijos con amor, no con enojo’


El sicólogo argentino autor de libros con títulos sugestivos como También los superhéroes van a terapia y Cenicientas y patitos feos, que trata sobre la desvalorización personal a la buena autoestima, habló con EL DEBER.

¿Cómo se deben relacionar los padres con sus hijos adolescentes?
Los padres deben tener un voto de autoridad y eso tiene que ver con una posición donde puedan poner límites, pero bajo una relación de amor, no a través del enojo. En determinados momentos hay que explicar por qué se coloca un límite, pero en otros hay que ponerlos sin dar explicaciones. Por ejemplo, puedo decirle a mi hijo: ‘mirá puedes tomar una cerveza pero no más de esa porque estás formándote y el alcohol no es saludable’.
Pero supongamos que el hijo se excede con el alochol, ahí uno debe decir: ‘sabés qué, no vas a salir por dos semanas, ¿por qué?, porque soy tu padre y te digo que no’. Así, porque ya se le explicó y se extralimitó. La primera es una puesta de límites explicada y la segunda es enérgica, es una orden y las órdenes no se discuten. Ojo, esto es diferente al padre autoritario que dice ‘no’ de entrada y nunca explica el por qué.
Hay que poner los límites y sostenerlos, si uno dice que no, es no, pero si cede, ya está perdiendo autoridad.

¿Qué deben modificar los padres que buscan un cambio en sus hijos?
Uno de los grandes temas son los intentos de solución que fracasan, de los padres sobre los hijos. Si quiero mejorar a mi hijo en algo pero intento lo mismo varias veces sin resultado, por ejemplo si le explico diez veces que no debe beber alcohol pero igual lo hace, entonces soy cómplice de ese comportamiento.
Cómo pueden esperar un cambio en los hijos si ellos no varían la forma de su estrategia. Yo recibo a padres que me dicen “nuestro hijo es un vago, no se levanta temprano, tiene 21 años y no quiere trabajar”, pero me cuentan que le regalaron un auto, le daban gasolina, le pagaban un ‘sueldo de hijo’, le dieron cuarto con wifi y tele pantalla plana... yo les digo en broma: ¿ustedes no me quieren adoptar? Se mueren de la risa y luego se quedan congelados; se dan cuenta que estos chicos estarían locos si abandonan semejante comodidad. El deseo se instaura cuando hay falta, si no, no hay deseo.

¿Es un error eso de ‘quiero darles todo lo que yo no tuve’?
Siempre hay que dejar que algo falte para que los chicos puedan generar ese deseo y se puedan independizar, si no, siempre estarán bajo el ala de los padres.

¿Cómo estimular la comunicación con chicos ensimismados ?
Hay que usar cierto grado de estrategia, no encararlo de frente, sino ir con una ganzúa y entrar por la puerta trasera. Primero identificar sus gustos de música, deportes u otros temas, que a lo mejor no nos interesan, pero podemos entrar a internet y asesorarnos para poder hablar sobre eso. Una vez se entabla cierto grado de conversación, se puede hablar de otros temas.

¿Se puede usar la tecnología para relacionarse con los hijos?
Mucha gente que no es nativa tecnológica ha satanizado la tecnología y vanagloriado el contacto cara a cara; no podemos ir contra los avances tecnológicos; podemos utilizarlos como uno de los temas con ellos, preguntarles sobre Snapchat, Twitter, Youtube, Facebook. Puede ser una puerta de entrada para interrelacionarnos con ellos, así como valorarlos por lo que saben. Hay que capitalizar la tecnología.

lunes, 10 de julio de 2017

Impulsividad entre padres e hijos

La impulsividad es un estilo cognitivo, siendo la expresión o predisposición a reaccionar de forma inesperada, rápida y desmedida, ante una situación externa que puede resultar amenazante o ante un estímulo interno propio del individuo y no disponer de una reflexión previa ni tomar en cuenta las consecuencias que puedan provocar sus actos. ¿Porque se analiza este término que se aplica en la psicología en la relación padres e hijos?, porque hoy en día con la conflictividad existencial y los peligros latentes y acuciantes que generan las drogas, el alcohol, el delito y la propia estabilidad emocional, los diálogos entre ellos se tornan difíciles y con proclividad a la impulsividad.

En la impulsividad predomina la baja tolerancia que es un requisito fundamental y sine qua non (condición imprescindible), para el diálogo fructífero, entonces, se da presencia activa a la falta de control de impulsos, a comportamientos agresivos. Padres e hijos impulsivos ingresan a un marco en el cual sus reacciones son imprudentes, arriesgadas, poco reflexivas, insensatas, inconscientes, rápidas e irresponsables. Otra pregunta insoslayable seria: ¿Cuáles son las características de la impulsividad que frustra los diálogos necesarios para componer estados y situaciones del diario vivir?, entonces, se decanta en: personas que hacen exclamaciones constantemente y responden antes que se culmine el planteamiento de la pregunta; personas que no pueden guardar su turno para hablar y son intolerantes a la espera; personas que interrumpen o se entrometen en los asuntos de otros, personas que hablan en exceso sin contenerse en situaciones sociales.

Todas las características precitadas deben relacionarse al origen de las mismas, encontrando su raíz genética o por déficit de serotonina, que es una sustancia presente en las neuronas y realiza funciones neurotransmisoras, los síndromes psicopatológicos, el trastorno de definición atencional con o sin hiperactividad, el trastorno bipolar, el trastorno por control de impulsos, los comportamientos antisociales y el trastorno por dependencia a las drogas o al alcohol.

La impulsividad y la búsqueda de sensaciones novedosas son, generalmente, altas o frecuentes en la adolescencia y bajas o infrecuentes en el transito adultez-vejez. Los padres deben estar exhaustivamente atentos cuando se producen estos desbordes para extraer conclusiones y ayudar sus hijos o ayudarse a sí mismos, identificando si aquellos desbordes son disfuncionales o funcionales, porque la disfuncionalidad en los jóvenes afecta a su potencial intelectual innato y por ello con su impulsividad acumulan problemas en el aprendizaje, el cual les permite desarrollar a su potencial, siendo afectadas las competencias vinculadas a su inteligencia consolidada pero no a las de inteligencia fluida. Los padres deben identificar que los resultados académicos, la desconfianza por los demás y los sentimientos de ira son variables por la acción de la impulsividad disfuncional, aunque ambas, la disfuncional y la funcional, propician en los adolescentes respuesta agresivas, empero, la primera está vinculada con el aspecto cognitivo (hostilidad) de la agresividad y la segunda con aspectos emocionales. Si padres atentos visualizan el síntoma pueden ayudar fehacientemente a sus hijos pues conocen el origen y pueden hablar de ello con diáfana franqueza y seguridad creando en los adolescentes una confianza emergente que no se la esperaba, empero, se insiste que requiere trabajo por parte de los padres.

En las situaciones de incertidumbre o ambigüedad, el individuo proclive a la impulsividad debe elegir entre actuar, aunque cometa errores, o solo dar los pasos que considere y evalué como correctos, minimizando los errores. Por ejemplo la ansiedad es una emoción que se presenta en todas las edades y actúa como un sistema de protección que ayuda a reaccionar ante estímulos de peligro. Los niveles de ansiedad en la etapa de adolescente se elevan constantemente por lo que se explican los cambios biológicos, anatómicos y psicológicos, entonces, los padres que conocen este proceso natural obtendrán éxito en sus diálogos, tomando en cuenta que un estilo de padres autoritarios se asocia ineluctablemente con niveles de impulsividad en los hijos.