No por el hecho de que su hijo no tenga problemas en la vista significa que no deba estar pendiente de su salud visual. La agudeza visual completa se alcanza alrededor de los ocho años de edad; sin embargo, la visita al oftalmopediatra debe realizarse mucho antes, durante los primeros meses de vida. En esa instancia el oftalmólogo evaluará la correcta formación de las estructuras oculares y descartará cualquier anomalía que pueda presentarse. Para eso realizará dilatación pupilar y fondo de ojos con oftalmoscopia indirecta, es decir, con un instrumento parecido a una linterna. Si todo marcha bien, el segundo control deberá realizarse entre los 2 y los 3 años de edad, y por último habrá una última visita reglada antes del inicio de la etapa escolar, es decir, a los 6 años. El control temprano es fundamental para prevenir y tratar patologías que pueden conducir a procesos más serios.
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