Estudio a 156 parejas indica que existe variante genética que difiere en las que tienen mejor vínculo.
Cómo un matrimonio logra superar las dificultades de la convivencia y perdurar en el tiempo es una interrogante que hoy podría explicar la genética. Así lo indica un estudio de la U. de California en Berkeley y la U. de Northwestern, que establece que existen características del ADN que afectan el modo en que las personas se enfrentan a las relaciones de pareja, contribuyendo o perjudicando la estabilidad de un matrimonio.
Se trata de un gen (llamado 5-HTTLPR), que todas las personas heredan de cada padre. Este gen está implicado en la regulación de la serotonina, un neurotransmisor cerebral relacionado con el placer y los estados de ánimo.
El estudio mostró que las personas que tenían más conflictos en su matrimonio tenían copias del gen (alelos) más cortos. Mientras que aquellos que tuvieron un matrimonio más feliz y estable tenían uno o ambos alelos más largos.
Los investigadores llegaron a esas conclusiones luego de estudiar a 156 parejas desde 1989. A todas les realizaron estudios de ADN, y cada cinco años les efectuaron entrevistas para determinar su satisfacción con la pareja.
Receta de felicidad
El gen 5-HTTLPR está involucrado en la regulación de la serotonina, neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. Claudia Haase, académica de la U. de Northwestern que participó en el estudio, explica a La Tercera que los cónyuges con dos copias cortas del gen fueron más infelices en sus matrimonios cuando había una gran cantidad de emociones negativas, como ira y desprecio, y fueron más felices cuando hubo emociones positivas, tales como el humor y el afecto.
Por el contrario, los que tienen una o dos copias largas del gen se molestaban mucho menos por el tenor emocional de sus matrimonios. “Los individuos con dos alelos cortos del gen pueden ser como las flores de invernadero, que florecen en un matrimonio cuando el clima emocional es bueno y se fulminan cuando es malo. Por el contrario, las personas con uno o dos alelos largos son menos sensibles al clima emocional”, destaca.
Robert Levenson, sicólogo de la U. de Berkeley, y principal autor del estudio, ha indagado por más de 20 años la sicofisiología humana y la neurociencia afectiva, e indica que con estos nuevos hallazgos genéticos es posible entender las emociones de cada persona. “Siempre estamos tratando de tener la receta para una buena relación, y la emoción sigue apareciendo como un ingrediente importante, y en el estudio se presenta la primera evidencia de que el gen transportador de la serotonina juega un papel importante en la determinación de la fuerza con que las emociones negativas y positivas influirán en la satisfacción marital con el tiempo”, aclara.
¿Se puede ir contra la genética? Sí, responde Haase: “Nuestra investigación plantea la posibilidad de que algunos cónyuges (los que tienen dos alelos cortos) podrían beneficiarse de la terapia de pareja al centrar sus emociones”.
Pero, aclara, muchos otros factores afectan el destino de un matrimonio, los que pueden anular o contrarrestar los sesgos asociados a determinadas influencias genéticas. “Sin embargo, estos resultados plantean la intrigante pregunta de si conocer el genotipo de su pareja sería información útil para los miembros de una relación”, indica la experta.
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