lunes, 22 de enero de 2018

Se porta mal solo conmigo, ¿qué hago?



Agustina apenas tiene cinco años, pero arma berrinches a su madre como si fuese una adolescente rebelde. No obedece a las órdenes que le da, cuando van al supermercado llora si no le compra lo que quiere y la hora de comer se convierte en una tortura.

Muchas veces Carolina, la mamá, ha tenido temor de dejar a su niña con sus abuelos o tíos, porque piensa que se comportará de la misma manera, pero al recogerla le dicen que su comportamiento fue espectacular. Ahí viene la pregunta: ¿Por qué se porta mal solo con ella?

Estudios revelan que no es una idea de las mamás que los hijos se portan peor solo con ellas. Investigadores del departamento de Sicología de la Universidad de Washington estudiaron a 500 familias, observando a los hijos en los momentos en que pedían ayuda, gritaban, lloraban, intentaban golpear, se negaban a caminar o hablar y actuaban de manera indiferente ante una orden.

La investigación reveló que los niños se comportan hasta un 800% peor ante la presencia de su madre y en niños menores de 10 años, la probabilidad se duplica a 1.600%.

Se pudo evidenciar que niños de ocho meses de edad podían estar jugando felices y de repente, al entrar su mamá en la habitación, empezaban a llorar, a liberar su rabia y a demandar su inmediata atención. Esto sucedió en el 99,9% de los niños, pues el 0.1 restante fue un niño con dificultad de visión, que al oír la voz de su madre empezó a tirar cosas y a pedir comida a pesar de haber comido.

Según K.P. Leibowitz, autor del estudio y profesor de Matrimonio y Sicología familiar, esto tiene una sencilla explicación: El olor y feromonas de las mamás modifican el comportamiento del hijo. Actualmente el doctor está trabajando en un aerosol que podrá enmascarar las feromonas ayudando a que el niño tenga un mejor comportamiento.

No obstante, agrega Leibowitz, no todo se debe a las feromonas, o a la falta o exceso de tiempo. “Tampoco significa que tu hijo sea malcriado o te falte autoridad; otra razón por la que el niño se comporta así en cuanto te ve, es porque representas su zona de confort. Cuando está a tu lado sabe que puede descargar sus emociones y problemas, pues es consciente de que no hay nadie mejor que tú para hacerlo sentir bien”, explica el investigador.

Acerca de los berrinches la sicóloga Paula Benedict dice que sobre todo en niños pequeños prima el principio de placer y un punto de vista egocéntrico, quienes se van educando y gobernando en la medida que ellos crecen y se socializan.

“Lo que sucede es que no siempre los padres tienen el tiempo o el conocimiento de que la instauración de límites es un proceso que lleva tiempo y requiere paciencia, así como fortaleza para no ceder a sus caprichos. Los límites firmes y gentiles, de a poco, construyen la capacidad de postergación en lugar de la demanda y satisfacción inmediata. Lamentablemente muchos padres consideran más cómodo y rápido satisfacer para que el niño deje de molestar. Es ahí donde se van formando los pequeños tiranos”, asegura.

Demandan atención
Según la sicóloga Ana Calvo, el mal comportamiento infantil es una manera torpe de llamar la atención de sus progenitores y, para estar con el objeto de amor, exteriorizan su ansiedad con impulsos descontrolados.
Explica que los hijos, sobre todo en edades muy tempranas, no quieren fastidiar a propósito. Llorar, patalear o gritar, no es otra cosa que una llamada de atención hacia sus padres. “Necesitan de todo el cariño y afecto que les podamos dar, incluso cuando les damos mucho, ellos necesitan más”, manifiesta.

El problema, señala Aída del Río, autora del libro ¿Conoces los sentimientos de tus hijos?, es que en ocasiones se deja de lado el aspecto afectivo, el interés que se pone en ellos y, por increíble que parezca, los chicos también valoran cuando se les marcan los límites y se establecen reglas a seguir, por lo que si no perciben atención de sus padres, su manera de responder es con el mal comportamiento.

La sicóloga Tiba Araujo, asesora de parejas y familia, acota que el problema es que las madres vemos la mala conducta como si fuera algo en contra de nosotras, como si el niño nos estuviera castigando, cuando en realidad él se está comunicando. “Habla con acciones porque todavía no sabe hacerlo con palabras”, remarca.

Relación madre e hijo
Paula afirma que con mayor frecuencia los hijos se portan peor con las mamás que con los papás, debido a que la relación con la madre es más estrecha y sin límites durante la gestación y los primeros dos años de vida.

“Suele pasar que la relación simbiótica madre e hijo se prolongue más allá de lo normal por diversas situaciones. Entonces el niño, o niña, demoran en asimilar y responder a la realidad de acuerdo a su etapa evolutiva. La relación de llanto y de inmediata satisfacción, al igual que sucede en la lactancia; se reproduce con las diversas demandas y caprichos del niño mayor”, argumenta la sicoterapeuta.

Supuestamente, agrega Paula el padre es el que ayuda al desprendimiento madre-hijo al tiempo que promueve la instalación del principio de realidad. En esos términos el padre sería menos permisivo y aportaría a la socialización de sus hijos; si no lo hiciera podría caer en los mismos excesos de la permisividad y sobreprotección.

Para la sicóloga familiar Claudia Tórrez la intensidad de los berrinches está directamente relacionada en cómo es la relación con la figura de apego con la mamá, el papá o de quien esté a su cuidado y el manejo de esta persona tiene directa relación en cómo se desencadene el berrinche o la duración del mismo.
Expresa que esa es la manera que tiene el niño de comunicar su frustración y es en esta situación donde los padres deben ser capaces de contener a los niños para que puedan manifestar su frustración de una manera adecuada y no siempre armando tremendos berrinches.

¿Mamás permisivas?
Ana resalta que los bebés y los niños comparten el sentimiento de supervivencia con sus progenitoras junto con un vínculo emocional muy fuerte por lo que si no están bien serán las madres las que más les ayuden a encontrar el bienestar. A los padres, aunque también existe un vínculo fuerte, los asocian más al juego, que a la supervivencia.

Las madres suelen estar más pendiente de sus hijos, por lo que ellos se sienten más cómodos expresando sus sentimientos más internos y fuertes. Por ello, acota, si tu hijo actúa de este modo para llamar tu atención, es una señal de que está muy seguro a tu lado.

Indica que los hijos buscan consuelo las mamás, porque en ellas encuentran ese abrazo cuando tienen una pesadilla, ese beso cuando se han caído o esas palabras de aliento cuando no han conseguido sus objetivos. En cambio en sus padres buscan diversión, juegos, expediciones, experiencias o consejos.
“Generalmente las madres somos esa protección que nuestros hijos asocian de forma innata con la supervivencia”, remarca.

En criterio de Paula puede ser que uno sea más permisiva que el padre. No obstante, cuando existen diferencias de criterio o contradicciones en el hogar, se crea un vacío de autoridad que es propicio para que los hijos impongan sus deseos sin considerar conveniencia o posibilidades de ser satisfechos.

Respira y mantén la calma
Claudia señala que a veces no funciona nada porque no existe una barita mágica, pero para sobrellevar esta etapa de los hijos, los padres y en especial las madres sugiere lo siguiente:
Hay que respirar profundo y mantener la calma, si les pegan o les gritan están poniéndote en la misma actitud que ellos, no resolverán nada, pero sí se empeorarán las cosas.

No utilicen por norma el NO. Es bueno darles opciones. Decir no a la primera es represión, plantéense si de verdad hay que negar al niño lo que pide o es por pura comodidad suya.

Cuando les pida o les enseñe algo demuestren suficiente interés, miren lo que les está mostrando y díganle: ¡Qué hermoso que está! ¡Me encanta!

Negocien y hagan acuerdos con ellos. Dínganle: Ahora es tiempo de jugar, pero después tienes que hacer esto o aquello.

Si van al supermercado, de compras o a una tienda de juguetes tienen que ser conscientes de que el niño está acercándose a una confrontación: puede querer todo lo que vea en la tienda. En la medida de lo posible eviten esas confrontaciones.

Si ven que va a empezar a llorar, lo ideal es cambiarle la jugada y hacerlo reír, pueden hacer sonidos imitándolos, corran de un lado a otro o imiten a algún animal. Usen su imaginación.

Si están en un lugar público, lo ideal es hablar con ellos a su nivel y mirándole a los ojos, explicarles el porqué de las cosas, es importante que hagan conexión con él en lugar de gritarle.

Si el niño es más grande y se puede comunicar, permítanle llorar, que exprese su frustración. Díganle algo que les ablande el corazón como: “Te extrañé. Quieres que juguemos. Te amo ya te lo había dicho?”.

Es posible, señala Claudia, que con este consejo, provoquen más lágrimas, pero también expresará lo que tiene guardado y el motivo de su molestia. “Le permitirán expresar lo que tiene dentro, se sentirá escuchado y así creará una conexión con sus papás”, concluye la terapeuta familiar.

¿Tirano con la mamá? se porta mal solo conmigo

Peor con las mamás. Estudios revelan que los hijos se comportan peor con las mamás, esto se debe a que el olor y las feromonas de las mamás modifican su conducta. Es importante que ambos progenitores sepan que la instauración de límites es un proceso que lleva tiempo y requiere paciencia y fortaleza para no terminar cediendo a los caprichos; de lo contrario estarán criando pequeños tiranos.




Agustina apenas tiene cinco años, pero arma berrinches a su madre como si fuese una adolescente rebelde. No obedece a las órdenes que le da, cuando van al supermercado llora si no le compra lo que quiere y la hora de comer se convierte en una tortura.

Muchas veces Carolina, la mamá, ha tenido temor de dejar a su niña con sus abuelos o tíos, porque piensa que se comportará de la misma manera, pero al recogerla le dicen que su comportamiento fue espectacular. Ahí viene la pregunta: ¿Por qué se porta mal solo con ella?
Estudios revelan que no es una idea de las mamás que los hijos se portan peor solo con ellas. Investigadores del departamento de Sicología de la Universidad de Washington estudiaron a 500 familias, observando a los hijos en los momentos en que pedían ayuda, gritaban, lloraban, intentaban golpear, se negaban a caminar o hablar y actuaban de manera indiferente ante una orden.
La investigación reveló que los niños se comportan hasta un 800% peor ante la presencia de su madre y en niños menores de 10 años, la probabilidad se duplica a 1.600%.

Se pudo evidenciar que niños de ocho meses de edad podían estar jugando felices y de repente, al entrar su mamá en la habitación, empezaban a llorar, a liberar su rabia y a demandar su inmediata atención. Esto sucedió en el 99,9% de los niños, pues el 0.1 restante fue un niño con dificultad de visión, que al oír la voz de su madre empezó a tirar cosas y a pedir comida a pesar de haber comido.

Según K.P. Leibowitz, autor del estudio y profesor de Matrimonio y Sicología familiar, esto tiene una sencilla explicación: El olor y feromonas de las mamás modifican el comportamiento del hijo. Actualmente el doctor está trabajando en un aerosol que podrá enmascarar las feromonas ayudando a que el niño tenga un mejor comportamiento.

No obstante, agrega Leibowitz, no todo se debe a las feromonas, o a la falta o exceso de tiempo. “Tampoco significa que tu hijo sea malcriado o te falte autoridad; otra razón por la que el niño se comporta así en cuanto te ve, es porque representas su zona de confort. Cuando está a tu lado sabe que puede descargar sus emociones y problemas, pues es consciente de que no hay nadie mejor que tú para hacerlo sentir bien”, explica el investigador.

Acerca de los berrinches la sicóloga Paula Benedict dice que sobre todo en niños pequeños prima el principio de placer y un punto de vista egocéntrico, quienes se van educando y gobernando en la medida que ellos crecen y se socializan.

“Lo que sucede es que no siempre los padres tienen el tiempo o el conocimiento de que la instauración de límites es un proceso que lleva tiempo y requiere paciencia, así como fortaleza para no ceder a sus caprichos. Los límites firmes y gentiles, de a poco, construyen la capacidad de postergación en lugar de la demanda y satisfacción inmediata. Lamentablemente muchos padres consideran más cómodo y rápido satisfacer para que el niño deje de molestar. Es ahí donde se van formando los pequeños tiranos”, asegura.

Demandan atención
Según la sicóloga Ana Calvo, el mal comportamiento infantil es una manera torpe de llamar la atención de sus progenitores y, para estar con el objeto de amor, exteriorizan su ansiedad con impulsos descontrolados.
Explica que los hijos, sobre todo en edades muy tempranas, no quieren fastidiar a propósito. Llorar, patalear o gritar, no es otra cosa que una llamada de atención hacia sus padres. “Necesitan de todo el cariño y afecto que les podamos dar, incluso cuando les damos mucho, ellos necesitan más”, manifiesta.
El problema, señala Aída del Río, autora del libro ¿Conoces los sentimientos de tus hijos?, es que en ocasiones se deja de lado el aspecto afectivo, el interés que se pone en ellos y, por increíble que parezca, los chicos también valoran cuando se les marcan los límites y se establecen reglas a seguir, por lo que si no perciben atención de sus padres, su manera de responder es con el mal comportamiento.
La sicóloga Tiba Araujo, asesora de parejas y familia, acota que el problema es que las madres vemos la mala conducta como si fuera algo en contra de nosotras, como si el niño nos estuviera castigando, cuando en realidad él se está comunicando. “Habla con acciones porque todavía no sabe hacerlo con palabras”, remarca.

Relación madre e hijo
Paula afirma que con mayor frecuencia los hijos se portan peor con las mamás que con los papás, debido a que la relación con la madre es más estrecha y sin límites durante la gestación y los primeros dos años de vida.

“Suele pasar que la relación simbiótica madre e hijo se prolongue más allá de lo normal por diversas situaciones. Entonces el niño, o niña, demoran en asimilar y responder a la realidad de acuerdo a su etapa evolutiva. La relación de llanto y de inmediata satisfacción, al igual que sucede en la lactancia; se reproduce con las diversas demandas y caprichos del niño mayor”, argumenta la sicoterapeuta.

Supuestamente, agrega Paula el padre es el que ayuda al desprendimiento madre-hijo al tiempo que promueve la instalación del principio de realidad. En esos términos el padre sería menos permisivo y aportaría a la socialización de sus hijos; si no lo hiciera podría caer en los mismos excesos de la permisividad y sobreprotección.

Para la sicóloga familiar Claudia Tórrez la intensidad de los berrinches está directamente relacionada en cómo es la relación con la figura de apego con la mamá, el papá o de quien esté a su cuidado y el manejo de esta persona tiene directa relación en cómo se desencadene el berrinche o la duración del mismo.

Expresa que esa es la manera que tiene el niño de comunicar su frustración y es en esta situación donde los padres deben ser capaces de contener a los niños para que puedan manifestar su frustración de una manera adecuada y no siempre armando tremendos berrinches.

¿Mamás permisivas?
Ana resalta que los bebés y los niños comparten el sentimiento de supervivencia con sus progenitoras junto con un vínculo emocional muy fuerte por lo que si no están bien serán las madres las que más les ayuden a encontrar el bienestar. A los padres, aunque también existe un vínculo fuerte, los asocian más al juego, que a la supervivencia.

Las madres suelen estar más pendiente de sus hijos, por lo que ellos se sienten más cómodos expresando sus sentimientos más internos y fuertes. Por ello, acota, si tu hijo actúa de este modo para llamar tu atención, es una señal de que está muy seguro a tu lado.

Indica que los hijos buscan consuelo las mamás, porque en ellas encuentran ese abrazo cuando tienen una pesadilla, ese beso cuando se han caído o esas palabras de aliento cuando no han conseguido sus objetivos. En cambio en sus padres buscan diversión, juegos, expediciones, experiencias o consejos.

“Generalmente las madres somos esa protección que nuestros hijos asocian de forma innata con la supervivencia”, remarca.

En criterio de Paula puede ser que uno sea más permisiva que el padre. No obstante, cuando existen diferencias de criterio o contradicciones en el hogar, se crea un vacío de autoridad que es propicio para que los hijos impongan sus deseos sin considerar conveniencia o posibilidades de ser satisfechos.

Respira y mantén la calma
Claudia señala que a veces no funciona nada porque no existe una barita mágica, pero para sobrellevar esta etapa de los hijos, los padres y en especial las madres sugiere lo siguiente:

Hay que respirar profundo y mantener la calma, si les pegan o les gritan están poniéndote en la misma actitud que ellos, no resolverán nada, pero sí se empeorarán las cosas.

No utilicen por norma el NO. Es bueno darles opciones. Decir no a la primera es represión, plantéense si de verdad hay que negar al niño lo que pide o es por pura comodidad suya.

Cuando les pida o les enseñe algo demuestren suficiente interés, miren lo que les está mostrando y díganle: ¡Qué hermoso que está! ¡Me encanta!

Negocien y hagan acuerdos con ellos. Dínganle: Ahora es tiempo de jugar, pero después tienes que hacer esto o aquello.
Si van al supermercado, de compras o a una tienda de juguetes tienen que ser conscientes de que el niño está acercándose a una confrontación: puede querer todo lo que vea en la tienda. En la medida de lo posible eviten esas confrontaciones.

Si ven que va a empezar a llorar, lo ideal es cambiarle la jugada y hacerlo reír, pueden hacer sonidos imitándolos, corran de un lado a otro o imiten a algún animal. Usen su imaginación.

Si están en un lugar público, lo ideal es hablar con ellos a su nivel y mirándole a los ojos, explicarles el porqué de las cosas, es importante que hagan conexión con él en lugar de gritarle.

Si el niño es más grande y se puede comunicar, permítanle llorar, que exprese su frustración. Díganle algo que les ablande el corazón como: “Te extrañé. Quieres que juguemos. Te amo ya te lo había dicho?”.

Es posible, señala Claudia, que con este consejo, provoquen más lágrimas, pero también expresará lo que tiene guardado y el motivo de su molestia. “Le permitirán expresar lo que tiene dentro, se sentirá escuchado y así creará una conexión con sus papás”, concluye la terapeuta familiar.





Video Mira la invitación a bailar más tierna de Santa Cruz

La noche de este sábado en una boda en Santa Cruz, dos niños protagonizaron una tierna escena que quedó registrada en video y se viralizó en grupos de WhatsApp.

Agustín y Juliana estaban sentados a un lado de la fiesta, cuando él se acerca y le dice '¿bailemos?'. Ella inicialmente rechaza la propuesta pero el insiste y le dice 'dame la mano'.

¿Terminará convenciéndola? Mira el video:

Video Inseguridad Emocional en los niños

domingo, 21 de enero de 2018

Educación y autonomía de los hijos

La importancia de que los niños y niñas adquieran autonomía tiene la finalidad de alcanzar un óptimo desarrollo personal y, a futuro, puedan ser adultos responsables, y disciplinados para el logro de sus objetivos de vida, señaló la educadora Cecilia Velasco.

La falta de tiempo es el aspecto contraproducente que no permite enseñar a los niños la importancia de la autonomía, por lo que la participación de los padres se limita a ayudarles absolutamente en todo y dejan de lado el formarlos para hagan las cosas por sí mismos.

Para la educadora Cecilia Velasco, es muy importante enseñar a los hijos a realizar las cosas por sí mismos, no solo para desahogar las labores y obligaciones a los padres, sino para que puedan valerse por sí solos, ganar autonomía les permitirá mayor madures y responsabilidad en su desarrollo como persona.

Señaló que desde muy pequeños, cuando conseguimos retirarle el pañal y cuando comienzan a andar, se puede advertir como los niños deben ir superando toda una serie de metas con mayor o menor ayuda, con el fin de lograr mayor independencia de los padres.

LA EDAD

En opinión de la especialista, como norma general se puede enseñar todo aquello que el niño pueda hacer solo, siempre y cuando no represente peligro, en ese entendido deberá hacerlo él mismo. Es importante precisar en aquellos hábitos que les permitan relacionarse en la sociedad.

La enseñanza –dijo– debe ser proporcionada de acuerdo con la edad. Los niños no pueden recibir responsabilidades mayores a las que pueden cumplir ni tareas destinadas a los padres, como cuidar la casa o responsabilizarse de sus hermanos menores.

AUTOCUIDADO

En su opinión, los padres deben enseñarles a sus hijos a vestirse, a lavarse los dientes de forma correcta, a ducharse, a recoger sus cosas y a ser ordenado, a atarse los zapatos, entre otros.

“Desde muy pequeños debemos facilitar que los niños se vistan, elijan su ropa, coman solos y tengan interés por ir bien arreglados, peinados y aseados. Es posible que al principio no sepan hacerlo bien, pero irán avanzando en destreza y habilidad”, dijo.

AUTODIRECCIÓN

La autodirección –sostuvo– tiene que ver con las habilidades relacionadas con la autorregulación del comportamiento y las elecciones personales, como la administración de horarios, de tareas, búsqueda de ayudas, cuando sean precisas, entre otras.

“Se debe hacer entender a los hijos la importancia que tiene la planificación, en la que intervienen los horarios de las comidas, de dormir y jugar”, indicó.

COMUNICACIÓN

Para la educadora la comunicación es fundamental y comprende la capacidad para comprender y transmitir información, para lo cual se debe motivar las destrezas comunicativas elementales en los niños. Debemos poner a nuestros hijos en la situación de comunicar lo que quieren, no adelantándonos a expresar o darles lo que necesiten.

El habla –dijo– se aprende por imitación, por esta razón debemos hablar mucho y verbalizar nuestras actuaciones para facilitar la comprensión, por parte del niño. Para ello “es oportuno que se inicien en actividades que les ayuden a verbalizar, como el teatro, donde se ejercita la vocalización, memoria, expresión y otras destrezas comunicativas en general.”

REGLAS INSTRUMENTALES

Para la especialista es valioso que los niños aprendan reglas instrumentales para conducirse por la ciudad y relacionarse con la sociedad. La lectura, escritura, cálculo, administración, etc., le permitirán comprar, utilizar el transporte público, conocer los puntos de parada y reconocer las señales de tránsito y otros; el niño o niña debe familiarizarse poco a poco con el funcionamiento de la sociedad.

HABILIDADES SOCIALES

Los padres –precisó– deben enseñar a sus hijos a perder el miedo y saber entablar conversaciones para participar en juegos con otros niños, ya sea en el barrio o en la escuela.

“Deben aprender que si trata con respeto, serán respetados. Deben aprender a comportarse dentro de la sociedad, para lo cual deberán conocer que se debe esperar turnos para participar, aprender empatía entendiendo a los demás, y a no imponer sus deseos por encima de todo”, explicó.

CÓMO SE ENSEÑA

Señaló que los niños por lo general funcionan muy bien con rutinas, razón por la que lo ideal será conseguir que la rutina se convierta en hábito y luego en una costumbre. La enseñanza adecuada permitirá la asimilación de hábitos en nuestros hijos.

EN EL HOGAR

Este aprendizaje consiste con las habilidades que nos permiten la autonomía en la familia. Tiene que ver con la colaboración en la casa, planificación de actividades, tareas y deberes personales, etc.

Desde muy pequeños podemos enseñarles a realizar algunas tareas, como ordenar su cuarto, a hacer la cama, a doblar la ropa, guardar sus juguetes, ordenar sus libros y material escolar, etc. Estas responsabilidades les permitirán a los niños fomentar hábitos que mantendrán aún de adultos.

VALORA A TU HIJO

- La autonomía está directamente relacionada con la valides que le das a tu hijo. Si tú valoras a tu hijo, tu hijo se valorará. Es como un espejo, porque se guía en el trato que le das y en la imagen que tiene los padres de él. Si los padres no demuestran confianza en los hijos, ellos tampoco confiarán en sí mismos.

- Es importante encontrar el equilibrio, porque con un exceso de refuerzo positivo por parte de los padres, el niño se hace excesivamente dependiente de la aprobación externa, no construye su propio criterio y está siempre intentando que le validen los demás.

sábado, 20 de enero de 2018

5 claves para manejar los berrinches de niños de 2 a 6 años

Los berrinches son manifestaciones de los niños al sentir frustración, ira, miedo o tristeza. Las conductas típicas de tu hijo cuando hace una rabieta son gritar, llorar, patear, tirarse al suelo o incluso darse golpes a sí mismo.

Tu pequeño suele recurrir a este tipo de conductas para llamar tu atención, protestar por algo que le quitaste o escapar de una situación que no le agrada.

La psicóloga Zulme Lomelli Pérez ofrece en su blog Psicóloga S.O.S una serie de claves para manejar el mal comportamiento de los niños de 2 a 6 años. ¡Síguelas!

1. En tu tarea por enseñar disciplina con amor observa a tu niño para identificar en primera instancia la causa posible del porqué del berrinche: frustración, algo que se le quitó, ira, hambre, sueño o si más bien solo es manipulación.

2. Llévalo a un lugar seguro en el que se pueda desahogar. Abrázalo, cárgalo y sácalo del sitio donde inició la rabieta. A esta técnica se le conoce como "tiempo fuera". Hazle entender que estará ahí hasta el momento que se sienta más tranquilo.

3. Háblale mientras se desahoga. Esta es una manera de educar en valores pues le transmites que entiendes su molestia, pero que solo le prestarás atención cuando se calme. Esto ayuda a los niños a distinguir sus sensaciones y emociones durante y después del berrinche. En su momento, él o ella aprenderán a expresarse cuando sientan frustración.

4. Apenas notes que su estado es de calma, felicítalo. Aprovecha para describirle la sensación de bienestar que tiene en ese instante. Dile: "estabas muy bravo y te sentías mal, ahora estás tranquilo, te sientes mejor, ¿verdad? Ya todo pasó".

5. La disciplina con amor incluye mantener la calma a la hora de hablarle, de lo contrario, todos, incluidos niños y padres, entrarán en una lucha de poder. Los más pequeños recurren a todo tipo de rabieta para llamar la atención de quienes lo rodean.

Háblale con voz suave y muéstrale a tu hijo que no vas a permitir que su comportamiento te afecte. Te mantendrás relajada. Si tú gritas, él grita.

Comunicación en la sexualidad

La comunicación es el elemento de mayor importancia en la vida del ser humano, pero también es necesaria la comunicación y sexualidad entre hombres y mujeres o personas de un mismo sexo.

En el ámbito social se conoce que la mujer es más receptora que emisora. En cuanto a la emisión están contextualizadas en la moda, el chisme y en muchos de los casos en la crítica destructiva hacia su mismo sexo, con ideas banales que no tienen importancia.

Contradictoriamente guarda silencio frente al hombre que es calificada como virtud.

Al contrario del comportamiento de la mujer, el hombre socialmente maneja como asignación social, sólo la emisión más que la recepción. Él emite mensajes profundos e inteligentes relacionados al quehacer informativo actual y normalmente basados en criterios analíticos y acertados.

Ellos tienen los extremos del desorden o la pulcritud, lo que resalta su masculinidad. Estas construcciones sociales muestran que el principal pilar de la comunicación es el varón, sin embargo, estos parámetros establecen una comunicación vertical en la que el factor poder tiene mucho que ver en la construcción de los diálogos, lo que significa que no es asertiva, llevando a un proceso unidireccional, donde el mensaje solo es de uno.

Queremos llegar a comprender que la construcción de una comunicación en el marco sexual de la sexualidad debe ser equitativa, respetuosa y consensuada, expresando ambos necesidades, intereses y puntos de vista diferentes, con un diálogo franco, abierto sin la intervención de terceros, tomando las decisiones solo de pareja.

Cuando esto sucede los dos llegan a concertar una comunicación fluida de bienestar y felicidad. Al respecto no solo en lo sexual se puede lograr esta comunicación, sino en el momento del diario vivir.

Reconocer que tanto el hombre como la mujer buscan un momento de comprensión, lo cual puede darse si existe sinceridad y respeto, logrando de esta manera vivir en permanente felicidad.