viernes, 17 de noviembre de 2017
jueves, 9 de noviembre de 2017
Miedo al ‘monstruo del armario’
La imaginación desbordante de un niño puede hacer que vea seres de fantasía, pero también terroríficos, sobre todo por las noches. Esos personajes que cree que se esconden en el armario o están debajo de la cama lo perturban y asustan.
Ese tipo de miedos forman parte de su aprendizaje y son experiencias transitorias que lo ayudan a madurar. Los pequeños, entre cuatro y ocho años, viven una etapa en la que su imaginación vuela y cualquier historia que escuchan puede despertar temores. “Hay que tomar en cuenta que están en un momento en el que dan vida a todos los cuentos. Ven una sombra y ya piensan que es un monstruo”, comenta Alhena Alfaro, psicóloga familiar.
Esa es una de las principales razones por la que los pequeños desarrollan el pánico a quedarse solos. Ese estrés puede aumentar de nivel cuando los padres amedrentan al niño con ciertas historias o con temidos personajes que de alguna manera hacen que se sienta amenazado, en riesgo.
La socióloga Graciela Majluf explica que hay personas que manejan el miedo para ejercer control sobre otros y así lograr obediencia óptima. “Una forma de someter a las personas es con el miedo. Si alguien desea que un niño no salga solo a la calle se le dice que vendrá el ropavejero y que se lo llevará o usa la historia del roba niños”.
El miedo puede intensificarse con la oscuridad. Este temor se relaciona con el peligro y lo desconocido, lo cual crea incertidumbre y por ende aumenta la ansiedad en el pequeño. Los niños saben de esa sensación porque en la actualidad están conectados con el mundo exterior por medio de las pantallas. “Ellos tienen miedo a la oscuridad por influencia de su entorno, ya sea por los padres o por la televisión. Por ejemplo, si van a la casa de un amigo y ven dibujos animados donde hay monstruos que aparecen en la noche, lo interpretan tal cual y así nace el temor”, explica la psicóloga familiar Cecilia Prado.
Por lo tanto, las penumbras están asociadas a lo tenebroso y hasta peligroso. Alfaro señala que los roperos, corredores y debajo de la cama lo reflejan. “La oscuridad puede provocar vulnerabilidad en cualquier persona, más aún en los niños. Por eso temen subir a desvanes, bajar a sótanos, abrir el ropero en las noches o buscar sus juguetes debajo de la cama”.
Si tu niña o niño te avisa que hay un monstruo en el ropero o debajo de su cama, no lo ignores. Si lo escuchas y muestras interés podrás ayudarlo a superar su miedo y angustia. Ambas psicólogas aconsejan acompañarlo a la habitación, ver el espacio e incentivarle a que expulse ese miedo. “Si el pequeño lo dice es porque realmente necesita sentirse protegido”, expone Prado.
Tu niño puede malentender si niegas rotundamente la existencia de un ente y de esta manera puede aumentar su tensión. Para tomar control del problema puedes hacer lo siguiente, según recomienda y ejemplifica Alfaro: abre la puerta del armario y métete, o entra debajo de su cama gritando “¡fuera!” para después “agarrar” y “tirar” al monstruo por la ventana.
El miedo es una reacción normal y adaptativa ante situaciones que implican peligro o amenaza. Las emociones esconden una necesidad y es preciso identificar esa necesidad para enfrentarse al temor. Por ello, “los padres deben estar atentos a los requerimientos como amor o atención y reforzar la sensación de seguridad en sus hijos, y sobre todo creer en lo que dicen. Tal vez realmente estén en peligro y sientan la amenaza de un acosador o sean víctimas de bullying”, advierte Alfaro.
Ese tipo de miedos forman parte de su aprendizaje y son experiencias transitorias que lo ayudan a madurar. Los pequeños, entre cuatro y ocho años, viven una etapa en la que su imaginación vuela y cualquier historia que escuchan puede despertar temores. “Hay que tomar en cuenta que están en un momento en el que dan vida a todos los cuentos. Ven una sombra y ya piensan que es un monstruo”, comenta Alhena Alfaro, psicóloga familiar.
Esa es una de las principales razones por la que los pequeños desarrollan el pánico a quedarse solos. Ese estrés puede aumentar de nivel cuando los padres amedrentan al niño con ciertas historias o con temidos personajes que de alguna manera hacen que se sienta amenazado, en riesgo.
La socióloga Graciela Majluf explica que hay personas que manejan el miedo para ejercer control sobre otros y así lograr obediencia óptima. “Una forma de someter a las personas es con el miedo. Si alguien desea que un niño no salga solo a la calle se le dice que vendrá el ropavejero y que se lo llevará o usa la historia del roba niños”.
El miedo puede intensificarse con la oscuridad. Este temor se relaciona con el peligro y lo desconocido, lo cual crea incertidumbre y por ende aumenta la ansiedad en el pequeño. Los niños saben de esa sensación porque en la actualidad están conectados con el mundo exterior por medio de las pantallas. “Ellos tienen miedo a la oscuridad por influencia de su entorno, ya sea por los padres o por la televisión. Por ejemplo, si van a la casa de un amigo y ven dibujos animados donde hay monstruos que aparecen en la noche, lo interpretan tal cual y así nace el temor”, explica la psicóloga familiar Cecilia Prado.
Por lo tanto, las penumbras están asociadas a lo tenebroso y hasta peligroso. Alfaro señala que los roperos, corredores y debajo de la cama lo reflejan. “La oscuridad puede provocar vulnerabilidad en cualquier persona, más aún en los niños. Por eso temen subir a desvanes, bajar a sótanos, abrir el ropero en las noches o buscar sus juguetes debajo de la cama”.
Si tu niña o niño te avisa que hay un monstruo en el ropero o debajo de su cama, no lo ignores. Si lo escuchas y muestras interés podrás ayudarlo a superar su miedo y angustia. Ambas psicólogas aconsejan acompañarlo a la habitación, ver el espacio e incentivarle a que expulse ese miedo. “Si el pequeño lo dice es porque realmente necesita sentirse protegido”, expone Prado.
Tu niño puede malentender si niegas rotundamente la existencia de un ente y de esta manera puede aumentar su tensión. Para tomar control del problema puedes hacer lo siguiente, según recomienda y ejemplifica Alfaro: abre la puerta del armario y métete, o entra debajo de su cama gritando “¡fuera!” para después “agarrar” y “tirar” al monstruo por la ventana.
El miedo es una reacción normal y adaptativa ante situaciones que implican peligro o amenaza. Las emociones esconden una necesidad y es preciso identificar esa necesidad para enfrentarse al temor. Por ello, “los padres deben estar atentos a los requerimientos como amor o atención y reforzar la sensación de seguridad en sus hijos, y sobre todo creer en lo que dicen. Tal vez realmente estén en peligro y sientan la amenaza de un acosador o sean víctimas de bullying”, advierte Alfaro.
Los niños y el uso de la Tecnología
Hoy en día los niños están rodeados de las nuevas tecnologías todo el tiempo, nacen y crecen junto a ellas, hay facilidad de obtener internet en las casas, en el celular o una tablet.
Nos impresiona el manejo que tienen los niños a temprana edad ya que no es necesario enseñarles a usarlas, no tienen que aprender como aprendimos los que hoy somos adultos, ellos manejan las nuevas tecnologías por imitación y de forma mucho más natural.Esta facilidad de acceso que tienen los niños a las nuevas tecnologías nos hace plantearnos muchas preguntas: Cuándo es conveniente introducirlas en la vida del niño, durante cuánto tiempo, cómo hacer un uso adecuado de ellas, qué se puede sacar de positivo y qué peligros tienen.
Las nuevas tecnologías son un buen instrumento, pero de ellas hay que hacer un buen uso. Esto quiere decir que el exceso en su uso es perjudicial para el niño. Los menores de dos años no deben pasar tiempo alguno frente a una pantalla, mientras que los mayores de dos años deberían hacerlo como máximo entre 1 y 2 horas al día. La sobreexposición a la pantalla puede tener efectos negativos como un mayor riesgo de obesidad, problemas de sueño o dificultades para mantener la atención en las actividades escolares, al ser éstas más “aburridas” que las nuevas tecnologías.
ACTIVIDADES ALTERNAS
Modificar un hábito siempre es difícil, y en este caso seguro que se encontrará con la oposición del niño. Sin embargo, puedes realizar pequeños cambios graduales como no conectar la televisión durante las comidas, retirar los dispositivos electrónicos de la habitación del niño o proponer actividades alternativas motivantes (juegos de mesa, manualidades, etc.). En cualquier caso, no hay una edad concreta para introducirlas en la vida del niño, pero sí pautas concretas sobre cómo hacerlo.
EDAD ADECUADA
Se establece los 12 años como la edad más adecuada para tener un móvil, coincidiendo con la etapa en la que el niño comienza a salir y a aumentar sus relaciones sociales. El móvil sirve tanto como herramienta de comunicación con sus amigos como de supervisión y control por parte los padres. Sin embargo, sea a la edad que sea siempre deben establecerse normas, como el que se prohíba que lleve el móvil a su colegio, no disponer de él mientras se estudia o se hacen deberes y llevar un seguimiento del tiempo de uso y del consumo que realiza, respetando siempre la intimidad del hijo. Los padres deben saber que existe un tiempo para usar teléfonos o tablets, pero también para hablar, para jugar, para estudiar, para escuchar música o para leer.
LO BUENO Y LO MALO DE LA TECNOLOGÍA
Se debe explicar todo lo positivo y tambien el peligro que puede encontrarse en ellas. No todo el contenido de Internet es apto para niños. Hay que hacer un uso adecuado en tiempo y edad, porque lo que es propio para un niño de 14 no es propio para un niño de 7. Hay cosas que no son acertadas para un niño menor de edad.
Las nuevas tecnologías sí tienen un lado positivo, y es que pueden ser un instrumento excepcional de aprendizaje para los niños, ya que podemos disponer de un elevado nivel de información en tiempo real. Actualmente existen cada vez más actividades para niños autistas, con TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) o cualquier otro trastorno que se sirven de esta tecnología para ayudarles. Lo peor de las tecnologías son los riesgos que conllevan, todos ellos relacionados con el mal uso. Los niños están expuestos a peligros como el ciberbullying (acoso virtual), grooming (práctica de acoso y abuso sexual en contra de niños y jóvenes que sucede a través de las redes sociales) o sexting (envío de mensajes sexuales). El conocimiento de este tipo de acoso les ayudará a estar más protegidos y ser más precavidos.
OBSESIÓN
Un niño puede llegar a obsesionarse con las nuevas tecnologías. Se puede decir que es adicto cuando al pedirle que deje el uso del teléfono, la tablet o el ordenador, el niño se siente mal y siente la necesidad de volver a usarlos.
También debemos considerar la biología, ya que la corteza prefrontal, de la parte del cerebro que controla los impulsos, termina su desarrollo hacia los 20 años aproximadamente. En otras palabras, los padres no deben sorprenderse de que los niños con celulares no tengan control de sus impulsos.
Si tu hijo pasa más tiempo del recomendado, no te agobies, de hecho la mayoría de los niños pasan entre 5 y 7 horas al día. Pero es cierto que debes plantearte actuar al respecto, quizás incluso con la ayuda de una orientación psicológica, para cambiar el comportamiento de tu hijo y prevenir el impacto de este uso excesivo, ya que debe preocuparte.
Algunos estudios indican que una sobreexposición del niño a los dispositivos electrónicos puede tener consecuencias:
- Ven afectado su crecimiento cerebral.
- Poseen mayores dificultades de aprendizaje y a nivel psicomotor, desarrollan más problemas en la infancia (depresión, ansiedad, trastornos del comportamiento, problemas de sueño, etc.).
- Tienen un mayor riesgo de obesidad y, además, un mayor riesgo de desarrollar ciertas adicciones durante la adolescencia.
ENSEÑAR RESPONSABILIDAD
Los padres son quienes determinarán si su hijo realmente necesita un teléfono celular. Comenzar con un aparato menos sofisticado, como teléfonos que solo hacen llamadas o pueden mandar mensajes de texto, y comprobar si pueden utilizar el aparato con responsabilidad. Hay algunas configuraciones telefónicas que pueden ayudar a mantener seguros a los niños. Los padres pueden activar o desactivar; pueden restringir el acceso a contenido para adultos.
Nos impresiona el manejo que tienen los niños a temprana edad ya que no es necesario enseñarles a usarlas, no tienen que aprender como aprendimos los que hoy somos adultos, ellos manejan las nuevas tecnologías por imitación y de forma mucho más natural.Esta facilidad de acceso que tienen los niños a las nuevas tecnologías nos hace plantearnos muchas preguntas: Cuándo es conveniente introducirlas en la vida del niño, durante cuánto tiempo, cómo hacer un uso adecuado de ellas, qué se puede sacar de positivo y qué peligros tienen.
Las nuevas tecnologías son un buen instrumento, pero de ellas hay que hacer un buen uso. Esto quiere decir que el exceso en su uso es perjudicial para el niño. Los menores de dos años no deben pasar tiempo alguno frente a una pantalla, mientras que los mayores de dos años deberían hacerlo como máximo entre 1 y 2 horas al día. La sobreexposición a la pantalla puede tener efectos negativos como un mayor riesgo de obesidad, problemas de sueño o dificultades para mantener la atención en las actividades escolares, al ser éstas más “aburridas” que las nuevas tecnologías.
ACTIVIDADES ALTERNAS
Modificar un hábito siempre es difícil, y en este caso seguro que se encontrará con la oposición del niño. Sin embargo, puedes realizar pequeños cambios graduales como no conectar la televisión durante las comidas, retirar los dispositivos electrónicos de la habitación del niño o proponer actividades alternativas motivantes (juegos de mesa, manualidades, etc.). En cualquier caso, no hay una edad concreta para introducirlas en la vida del niño, pero sí pautas concretas sobre cómo hacerlo.
EDAD ADECUADA
Se establece los 12 años como la edad más adecuada para tener un móvil, coincidiendo con la etapa en la que el niño comienza a salir y a aumentar sus relaciones sociales. El móvil sirve tanto como herramienta de comunicación con sus amigos como de supervisión y control por parte los padres. Sin embargo, sea a la edad que sea siempre deben establecerse normas, como el que se prohíba que lleve el móvil a su colegio, no disponer de él mientras se estudia o se hacen deberes y llevar un seguimiento del tiempo de uso y del consumo que realiza, respetando siempre la intimidad del hijo. Los padres deben saber que existe un tiempo para usar teléfonos o tablets, pero también para hablar, para jugar, para estudiar, para escuchar música o para leer.
LO BUENO Y LO MALO DE LA TECNOLOGÍA
Se debe explicar todo lo positivo y tambien el peligro que puede encontrarse en ellas. No todo el contenido de Internet es apto para niños. Hay que hacer un uso adecuado en tiempo y edad, porque lo que es propio para un niño de 14 no es propio para un niño de 7. Hay cosas que no son acertadas para un niño menor de edad.
Las nuevas tecnologías sí tienen un lado positivo, y es que pueden ser un instrumento excepcional de aprendizaje para los niños, ya que podemos disponer de un elevado nivel de información en tiempo real. Actualmente existen cada vez más actividades para niños autistas, con TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) o cualquier otro trastorno que se sirven de esta tecnología para ayudarles. Lo peor de las tecnologías son los riesgos que conllevan, todos ellos relacionados con el mal uso. Los niños están expuestos a peligros como el ciberbullying (acoso virtual), grooming (práctica de acoso y abuso sexual en contra de niños y jóvenes que sucede a través de las redes sociales) o sexting (envío de mensajes sexuales). El conocimiento de este tipo de acoso les ayudará a estar más protegidos y ser más precavidos.
OBSESIÓN
Un niño puede llegar a obsesionarse con las nuevas tecnologías. Se puede decir que es adicto cuando al pedirle que deje el uso del teléfono, la tablet o el ordenador, el niño se siente mal y siente la necesidad de volver a usarlos.
También debemos considerar la biología, ya que la corteza prefrontal, de la parte del cerebro que controla los impulsos, termina su desarrollo hacia los 20 años aproximadamente. En otras palabras, los padres no deben sorprenderse de que los niños con celulares no tengan control de sus impulsos.
Si tu hijo pasa más tiempo del recomendado, no te agobies, de hecho la mayoría de los niños pasan entre 5 y 7 horas al día. Pero es cierto que debes plantearte actuar al respecto, quizás incluso con la ayuda de una orientación psicológica, para cambiar el comportamiento de tu hijo y prevenir el impacto de este uso excesivo, ya que debe preocuparte.
Algunos estudios indican que una sobreexposición del niño a los dispositivos electrónicos puede tener consecuencias:
- Ven afectado su crecimiento cerebral.
- Poseen mayores dificultades de aprendizaje y a nivel psicomotor, desarrollan más problemas en la infancia (depresión, ansiedad, trastornos del comportamiento, problemas de sueño, etc.).
- Tienen un mayor riesgo de obesidad y, además, un mayor riesgo de desarrollar ciertas adicciones durante la adolescencia.
ENSEÑAR RESPONSABILIDAD
Los padres son quienes determinarán si su hijo realmente necesita un teléfono celular. Comenzar con un aparato menos sofisticado, como teléfonos que solo hacen llamadas o pueden mandar mensajes de texto, y comprobar si pueden utilizar el aparato con responsabilidad. Hay algunas configuraciones telefónicas que pueden ayudar a mantener seguros a los niños. Los padres pueden activar o desactivar; pueden restringir el acceso a contenido para adultos.
miércoles, 8 de noviembre de 2017
miércoles, 1 de noviembre de 2017
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