La pregunta básica, ¿quién debe educar en la sexualidad? La revista argentina Familia y Vida, con la temática ‘educación sexual para mis hijos’, plantea que “son los padres, por naturaleza, los primeros educadores, pues tienen la autoridad (palabra que proviene de ‘autor’) y la responsabilidad de conducirlos hasta que, ya mayores de edad, alcancen la madurez para hacerse responsables de sus propios proyectos de vida”.
Tomando como base el libro de Balagué y Uva: Orientaciones y aportes para la educación sexual, puntualiza que la escuela, o cualquier otra institución que no sea la familia, solo cumplen una función subsidiaria, de acompañar a los padres en esta tarea, respetando sus principios y valores, pero nunca los remplaza.
Urgencia
Luego sostiene que en el mundo, la crisis de valores y las políticas educativas que no siempre aseguran una sana formación en esta materia, obligan a los padres a prestar más atención y a ser más responsables en el tema de la orientación sexual a sus retoños, en el cual se juega gran parte de la felicidad de sus hijos.
Desorientación
El problema fundamental, dice el profesor Lorenzo Menacho, es que los padres en general consideran la sexualidad como un tabú, y los chicos y chicas “descubren por el instinto natural la fuente del placer que se consigue en este ámbito, pero con una desorientación total, cosa que no debería ocurrir en estos tiempos de alto avance de las ciencias.
El urólogo José Terrazas destaca la influencia que ejercen los medios informativos, hecho que causa que muchos jóvenes sufran de impotencia precoz por consumos de estimulantes, “debido a la falta de orientación”.
El sexólogo Erland Roca plantea impulsar “la orientación en las escuelas”, aunque remarca que los primeros consejos deben provenir de los padres.
“Es fácil decirlo, pero no todos los padres saben cómo decirles a sus retoños respecto a los cuidados que deben seguir en cuestiones de sexo. Debería haber clases de este tipo en la televisión y en la radio, como en otros países, donde uno aprende de ver y escuchar, y lo puede conversar con los hijos, ¿no es cierto?”, dice la profesora Rosa Soliz.
Actitud básica
Familia y vida sugiere los siguientes elementos que responden a criterios extraídos del libro de Balagué y Uva:
-Educar en el ambiente familiar con naturalidad, sin perder las oportunidades que se presenten para hablar de sexo de acuerdo con nuestras convicciones morales y religiosas.
- Para ello hay que cultivar con los hijos la confianza y el diálogo. Preguntar, repreguntar, revisar, monitorear... Aplazar la respuesta si es necesario. Buscar consejo.
-Si no aparecen las oportunidades, entonces hay que buscar tiempos y espacios tranquilos, por una cuestión de responsabilidad, y no dejar el tema en el tintero.
-Exponer únicamente la información pedida. Ser veraces, sencillos y directos.
-Ser positivos, despertar admiración ante la maravilla de la vida y la sexualidad humana.
-¿Papá o mamá? Ambos, pero cada uno tiene la misión de abordar esta temática desde diferentes aspectos, con variados puntos de vista, dependiendo, obviamente, si se trata del hijo varón o mujer.
¿Se puede educar el impulso sexual?
Lo que se puede y se debe, sugiere Balagué y Uva, “es humanizar el impulso: conocer, reconocer, aceptar, poseer y orientar.
Trabajar con la inteligencia y la voluntad la capacidad de espera, y enseñar a filtrar los estímulos erotizados con los que bombardean muchos de los medios de comunicación social”.
Y agrega: “Si desde pequeños les enseñamos a aceptarse, a esperar; si como padres marcamos límites y no cedemos ante los caprichos, el niño, a futuro, es decir en la adolescencia y juventud, será capaz de manejar sus impulsos, incluido el sexual”
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