Una de las mejores formas de aprender es jugando. Por eso, desde los tres hasta los ocho años, los niños tienen mayor facilidad de asimilar todo cuanto se les enseñe.
“No hay un límite de edad para que tu pequeño asimile mejor un conocimiento y habilidad determinada”, explica el psicólogo Alexis Olivares, aunque reconoce que cuanto más temprano, lo haga, los resultados serán óptimos.
“Si los padres aprovechan el potencial del niño y lo estimulan, en este caso hablando otro idioma, tendrá mucho éxito más adelante”, dice. Un método práctico para enseñar es el lúdico. Una de las instituciones que lo emplea es Lollipop, un centro que imparte este idioma a niños de tres a nueve años.
“Los métodos de aprendizaje enfocados en el juego sólo requieren de la voluntad de la persona, sea niño o adulto, para lograr el éxito del aprendizaje”, comenta Anthy Giakoumelos, una de las profesoras.
La ventaja de aprender una lengua a temprana edad es que el estudiante enriquece poco a poco un vocabulario básico. “Son como esponjitas, sobre todo los más chiquitos. Lo que hacemos es aprovechar para hablarles en inglés sobre la cocina, el teatro, los roles, las manualidades, el arte, los videos y otras actividades”, dice Giakoumelos.
En esta entidad, la enseñanza es personalizada, por tanto se adecúa a los requerimientos del aprendiz. “Pueden asistir una hora al día o más, según sus necesidades o el gusto que sientan por el idioma”, agrega otra de las maestras, Melissa Barragán.
Entre las herramientas que se emplean con niños, las profesoras destacan el mostrarles dibujos y la forma de escribir y pronunciar las palabras. “Los chicos se familiarizan con los términos hasta que se los aprenden. Los más grandes arman oraciones completas”, subraya Giakoumelos. Aprender jugando a temprana edad hace que lo aprendido se grabe en la memoria y paulatinamente se transforme en instrumentos de uso cotidiano, así el inglés parecerá algo natural.
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