Ni tan cortos ni tan largos... no es que haya un tiempo perfecto para el noviazgo, lo primordial es que la etapa del enamoramiento sea sana
Mariela y Roberto enamoraron 15 años. Durante ese tiempo su relación tuvo muchos altibajos y problemas. Entre idas y venidas, ella quedó embarazada y se vieron obligados a casarse. El matrimonio duró poco más de cuatro años y finalmente se divorciaron.
“Una vez casados nos dimos cuenta de que lo que sentíamos era más costumbre que amor. Estuvimos tantos años juntos que prácticamente no nos veíamos ya separados, pero ya viviendo juntos y compartiendo todo fue otra cosa. Había hábitos de él que me molestaban y viceversa. Yo pensaba que al casarnos todo iba a ser diferente, pero no fue así y lamentablemente pusimos fin a nuestro matrimonio”, relata Mariela.
Mitos y creencias de los noviazgos largos
La sicóloga Mónica Rivero dice que existen muchos mitos y creencias respecto a que llevar un noviazgo largo garantiza un matrimonio feliz porque, aparentemente, se conocen mejor; sin embargo, agrega, hay parejas que llevan décadas de novios y nunca llegan a dar el paso y se han acomodado a vivir así, cada uno con su espacio privado y otros momentos en común.
Explica que estas son relaciones que se eternizan en una etapa y no avanzan más allá. Generalmente no hay ambición de tener hijos o de compartir un proyecto en común, ya sea por ninguno de los dos lados o por uno de ellos.
Se casan, pero muchas veces ya no es por amor
Por su parte, la sicóloga Mónica Castedo señala que uno de los riesgos de los enamoramientos que duran años es precisamente que al llegar a casarse se den cuenta de que lo hicieron por costumbre, no por amor y romper la relación.
Asimismo, puede suceder que uno de los dos decida dejar al otro y la persona que ha sido dejada no pueda abrirse a una nueva relación por costumbre o por temor a que le vuelva a suceder lo mismo y pierda de nuevo su tiempo.
Cuando estas parejas llegan al matrimonio, apunta Rivero, a veces lo hacen obligados por el mandato social de terminar la relación, como se espera, en boda. Pueden ser las familias las que presionen o la simple incomodidad de que se les pregunten continuamente cuándo van a dar el paso. Si la relación empieza a enfriarse, fantasean con la idea de que al casarse van a renovar y fortificar el lazo afectivo, lo que no es cierto.
Similar criterio es el de la sicóloga Marisel Córdoba. Afirma que por exigencia del entorno la pareja decide casarse, pero como ya se ha apagado el fuego y la pasión, en menos de dos años ya están separados, debido a que si fueron novios por muchos años ya pasaron el ciclo de un matrimonio y viene la monotonía. Se conocen tanto que no les queda mucho por hacer juntos.
Empero también hay excepciones y se pueden ver parejas que se casan después de muchos años, aunque por lo general es la mujer la que debe ponerse firme y casi obligar al hombre, ya que si por él fuera, viviría en un éxtasis de tranquilidad y confort dentro de su relación.
Un tiempo prudencial
En criterio de Castedo, los noviazgos, como todo en la vida, no deben ser ni tan largos ni tan cortos, sino lo suficiente como para conocerse mutuamente en todos los ambientes en los que se mueven el uno y el otro, planificar los objetivos de ambos, juntos e independientes, para ver si son compatibles y que se pueden poner de acuerdo con los esfuerzos que se requiere para llegar a dar un paso más serio.
Al final de cuentas los noviazgos cortos o largos, dice la especialista, son una lotería, pues en ambos casos existen las mismas probabilidades de permacer juntos, si llegan a formalizar.
Según Rivero, no hay un tiempo perfecto de noviazgo, porque cada pareja tiene un funcionamiento muy particular, una manera de relacionarse única, con tiempos y códigos propios. Si la pareja realmente evoluciona en la relación, no hace falta marcar desde fuera los tiempos. También, remarca, es importante la edad de la pareja, no es lo mismo mantener un noviazgo largo desde los 17 años, que hacerlo desde los 30.
El enamoramiento es de ciclo corto
La sicóloga Claudia Tórrez explica que no hay un tiempo establecido para los noviazgos; sin embargo, desde el punto de vista sicológico se cree que las relaciones de enamoramiento largo no son muy recomendables.
Según la terapeuta, la etapa del enamoramiento es de ciclo corto, por lo que los especialistas señalan que debe durar máximo dos años, porque justamente se activan ciertas hormonas que son las que participan en la atracción, la pasión y la ilusión. Cuando dura más de eso, esto va desapareciendo a tal punto que la pareja empieza a sentir ya casi una relación entre dos conocidos dentro de una familia.
Ello explica que las parejas atraviesen por etapas de frivolidad que a ratos se tornan en costumbre. El riesgo de llevar muchos años de cortejos es que se pasa a instancias más íntimas, como las relaciones sexuales y la convivencia, pero sin asumir un compromiso, razón por la que la motivación por formalizar o casarse disminuye.
Una relación sana
Sin embargo, para la terapeuta familiar Liliana Zabala lo que garantiza que, luego de llevar cinco, siete, nueve o hasta más años de relación amorosa, esta tenga un final feliz es haber tenido un noviazgo sano, que puede llevar a que el matrimonio sea igual.
“Considero que el éxito de una relación está en la sinceridad y la apertura que tenga con el otro para decirle las cosas como las piensan, las desea y las necesita. Así ambos pueden elegir”, asegura.
Subraya que no existen fórmulas fijas o intocables, ni finales perfectos ni mucho menos recetas exitosas. No significa que los noviazgos largos terminen en matrimonios cortos ni que se tenga la seguridad de un matrimonio perfecto luego de muchos años en pareja, con un final de cuento. Todo depende de la dupla en sí, de su relación, del contexto y de su universo íntimo, afirma Zabala.
Relaciones ambivalentes
La sicóloga Marisel Córdoba indica que estudios recientes han comprobado que el amor no solo nace sino que las personas buscan a las parejas que más se asemejan a ellas y, además, que se parezcan a sus antepasados, sin darse cuenta de que, por lo general, están tratando de repetir su misma historia.
“En el caso de las parejas que mantienen relaciones de mucho tiempo y no toman la decisión de unir sus vidas, se puede decir que son ambivalentes: demasiado buenas para salir de ellas y demasiado malas para casarse”, manifiesta.
Miedo al compromiso
Añade que en este tipo de relaciones se crean lazos de dependencia y por lo general la mujer siempre espera que el hombre decida hacer la propuesta, pero esta nunca llega, ya que él no tiene ninguna intención de salir de su zona de confort.
El miedo al compromiso y a perder su libertad produce en el hombre grandes indecisiones, remarca Córdoba. A ello ayuda la tolerancia de la mujer, lo que también produce en ella la comodidad de estar en una relación de matrimonio simbólico, porque entre ellos los lazos de dependencia son muy fuertes.
“No hay que olvidar que se sacrifica la pasión, ya que casi se ven como hermanos, o madre e hijo o padre e hija, y no hay pasión desbordada. Lógicamente alguno de ellos o ambos buscarán a otra persona que les haga sentir el amor perdido y muchas veces en poco tiempo se llegan a casar con alguien desconocido”, resalta.
Con ventajas y desventajas
Quizá una de las ventajas del noviazgo prolongado es que los contrayentes se conocen muy bien y en muchos planos, y es un preámbulo a lo que será la vida juntos. Saben lo que desean y qué planes tienen a futuro. Claro, concluye Rivero, si ambos miembros de la pareja son maduros.
Zabala cita entre las desventajas que del noviazgo se pasa al compañerismo y luego al concubinato. Además que se pierde el encanto del matrimonio y todo lo relacionado con el acto que conlleva este paso
Razones para no casarte con él
Las especialistas coinciden en que existen varias razones para pensar en no casarse. Mencionan algunas:
Una relación en la que las pasiones son desbordadas y solo se construye con esa base, no será duradera.
Si de novios fue infiel, de casados, puede reincidir.
Sus defectos son innumerables y tienen la esperanza de que cambie o de moldearlo para que sea el hombre perfecto ¡no se equivoquen!
Un hombre agresivo no merece segundas oportunidades, no caigan en el error de casarse con él.
Una persona que nunca ha dicho un te amo o un te quiero, ni ha demostrado su amor, no merece la pena.
Si quieren formar una familia con alguien solo porque les encanta su atractivo, estarán cometiendo uno de los errores más graves de su vida.
Si es tacaño y no gasta ni en él, no será buen esposo.
Si como novios tienen tantos momentos de pasión, felicidad y amor como de reclamos, celos y peleas, ese matrimonio no durará para toda la vida.
La costumbre, la dependencia y, sobre todo, la manipulación y el engaño pueden hacer una relación eterna, pero infeliz.
Fuente: Marisel Córdoba, Mónica Rivero y Liliana Zabala
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