La comparaciones no son buenas. Según el psicólogo Marcelo Martínez, las comparaciones no son adecuadas en ninguna etapa, más aún si se trata de la preadolescencia. ¿Por qué? Cada persona, en este caso, cada hijo, construye su carácter y su forma de entender , de manera individual.
No funcionan como recurso. El especialista indicó que los padres deben reconocer que los hijos tiene diversos tipos de características propias. Por ello, las comparaciones no deben ser consideradas como instrumentos de trato de imitación de logro de un hermano hacia el otro, porque ninguno jamás va a ser igual al otro.
Cada hijo tiene características propias. El profesional resaltó que otro aspecto fundamental es que los padres de familia deben reconocer que cada hijo aporta a la familia con características individuales. Por ejemplo, puede que un hijo sea más responsable académicamente o también que sea una persona educada, amable y cariñosa. Es decir, los padres deben reconocer esas fortalezas e individualidades de cada hijo para que ambos aprendan, sin entrar en comparaciones.
Comparar puede influir en el desarollo. Martínez aseguró que el generar comparaciones puede llegar a plantear cierto tipo de riesgos, que puede influir de manera negativa en el carácter personal del preadolescente, ya que la persona está queriendo imponer, lo cual provocará que el joven haga lo contrario, porque está en un proceso de construcción de su personalidad, por lo que el comparar generará justamente lo contrario.
Genere espacios. El profesional insiste en que los padres de familia reconozcan cada individualidad de cada hijo y además generen un espacio con cierto grado de libertad que permita al preadolescente la construcción de su personalidad. "No hay que generar un estado de comparación u obligación, sino más bien un espacio que permita construir su esencia", dijo.
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