Martha aún no sale del asombro. Su hija Jessica, de apenas 9 años, le contó hace unos días que los últimos meses se sentía cohibida frente a sus amigas del colegio porque sus senos ya empezaban a ser visibles, un cambio físico que las demás todavía no experimentan.
“Me sorprendió porque a mí me pasó más tarde y a mis hermanas también. No supe qué decirle”, cuenta Martha. Jessica, sin embargo, no es la única, pues muchas niñas están desarrollándose hoy antes de los 10 años. El estudio más reciente, presentado la semana pasada en la conferencia anual de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), demostró que esta tendencia se está convirtiendo en la nueva norma.
Según la investigación los signos evidentes de desarrollo, como el crecimiento de los senos o el aumento de la estatura, ahora aparecen prematuramente para los estándares del pasado. Los autores examinaron a más de 1.200 niñas entre 2004 y 2011 para ver a qué edad empezaban a crecerles sus senos, un marcador inequívoco de que la pubertad comenzó. La edad promedio es 9 años, aunque varía según la raza.
En las afrodescendientes ocurre a los 8,8 años, casi un año menos respecto a las blancas. Las asiáticas registraron un promedio de 9,7 años y en el caso de las hispanas de 9,3 años. “Aunque no se sabe a ciencia cierta por qué existen estas diferencias entre razas, se supone que tiene un origen genético e influyen algunos factores ambientales”, dijo a SEMANA Marcia Herman-Giddens, miembro de la AAP e investigadora del tema desde hace más de 30 años.
Este trabajo coincide con otros hechos en los últimos años. En Dinamarca, por ejemplo, un estudio publicado en 2012 reveló que las niñas de ese país estaban desarrollando sus senos un año antes que las nacidas en 1997, mientras que en Alemania un grupo de científicos analizó registros detallados del promedio de edad en que empezaron la pubertad las pequeñas entre 1860 y 2010 y encontró que el promedio bajó de cuatro a cinco meses por cada década.
A pesar de que en Colombia no hay estudios ni cifras que demuestren esta tendencia, los expertos dicen que alrededor del 15 por ciento de los pacientes que reciben a diario presenta casos de pubertad temprana.
Este fenómeno no debe confundirse con la pubertad precoz, una patología relacionada con la secreción anormal de hormonas, que se presenta antes de los 8 años en las niñas y antes de los 9 en los varones. En cambio, “la pubertad temprana empieza en niños sanos de ambos sexos antes de los 10 años”, según explicó a SEMANA Juan Javier Lammoglia Hoyos, secretario ejecutivo de la Sociedad Colombiana de Endocrinología Pediátrica.
Es importante entender que el crecimiento prematuro de los senos en las niñas es el principio de la pubertad y no implica un cambio en la edad a la que les llega la primera menstruación. Con dicho evento culmina el proceso de maduración del cuerpo que ya es capaz de reproducirse, lo que ocurre dos o tres años después, según cada organismo. En Estados Unidos, por ejemplo, esa edad solo ha disminuido ligeramente en las últimas cuatro décadas, pues hoy es de 12,5 años mientras que en 1970 era de 12,75.
En los niños también ocurre pero es más difícil detectar casos de pubertad temprana, pues los cambios físicos más notorios aparecen hacia el final de esta etapa. Otra investigación de la AAP publicada en 2012 reveló que el desarrollo de los varones se presenta de seis a veinticuatro meses antes del promedio general histórico. Según los especialistas, el aumento del tamaño de los testículos es clave para detectar casos de pubertad temprana. Sin embargo, el cambio es muy sutil si se compara con la aparición de los senos en las niñas.
Aunque los estudios prueban que este fenómeno existe, los expertos no han logrado explicarlo. Entre las hipótesis que se barajan está la que propone el estudio de la AAP, que culpa a la obesidad y el sobrepeso, pues mientras más alto sea el índice de masa corporal (IMC) mayor es la probabilidad de que los menores se desarrollen antes de tiempo.
En el caso de las niñas es muy clara la relación entre peso y desarrollo prematuro debido a que el exceso de grasa aumenta el nivel de leptina y estrógeno, lo cual a su vez hace que sus cuerpos maduren más pronto. Sin embargo, en el de los varones no se sabe si es una causa o una consecuencia. “La influencia del IMC en la edad que inicia la pubertad es ahora más grande que el impacto del origen étnico. Los menores del siglo XXI han nacido y crecido en medio de una epidemia de obesidad”, afirmó en rueda de prensa Paul Kaplowitz, pediatra endocrinólogo del Centro Médico Nacional de Niños, en Estados Unidos, y coautor de la investigación.
Los factores ambientales también pueden influir en el desarrollo temprano. La constante exposición a varios químicos como el ftalato, presente en algunos plásticos para fabricar cosméticos, las fitohormonas y los pesticidas pueden afectar el sistema endocrino y acelerar el inicio de la pubertad. Otro factor es el crecimiento vertiginoso de las grandes ciudades, pues los casos de pubertad temprana “son más frecuentes en las zonas urbanas que en las rurales”, dice Lammoglia. “Hay muchos elementos en el medioambiente que no estaban presentes hace varios años y pueden ser potencialmente influyentes en el desarrollo prematuro”, afirma Herman-Giddens.
Algunos estudios han señalado que experimentar estos cambios físicos prematuramente puede aumentar el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades del corazón y de los nervios, e incluso cáncer. Sin embargo, aún hacen falta investigaciones más profundas para corroborar este riesgo. Además, en el ámbito emocional puede generar baja autoestima, depresión y trastornos alimenticios. El miedo a sentirse diferente, uno de los típicos complejos del adolescente, es más fuerte en estos casos, y según Lammoglia afecta más a los varones, pues en ellos “la pubertad dura el doble que en las niñas. A veces algunos de 14 años parecen todavía de 10”.
Aunque este desarrollo temprano es preocupante, según Lammoglia solo hay que intranquilizarse si el caso es de pubertad precoz. De lo contrario se trata del proceso normal que puede ocurrir antes en algunos, pues es diferente en cada individuo.
“Esto no tiene implicaciones en la vida y el desarrollo sexual de los niños. Simplemente, los padres deben informarse para aconsejar a sus hijos sobre los cambios que experimentan sus cuerpos y acompañarlos en ese proceso”, concluye Herman-Giddens. Por eso los expertos recomiendan a los padres que lleven a sus hijos con regularidad al médico para hacer un chequeo y que no se alarmen sin razón.
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