sábado, 7 de diciembre de 2013

Síntomas y efectos secundarios de la adolescencia

Lo primero que los padres han de tener muy claro es el significado de la palabra adolescente, es decir que "adolece de conciencia". Desde este punto de partida todo le parecerá menos dramático y empezará a relativizar las nuevas reacciones emocionales y temperamentales del chico o chica adolescente que tiene ahora en la habitación del que antes era su niño o niña.

Lo que más empieza a llamar la atención es su rebeldía, su inconformismo, su oposición frontal a nuestros deseos y requerimientos como padres. Es un cuerpo de adulto en una mente de niño que atraviesa una crisis necesaria para su maduración como persona, para autoafirmarse como individuo frente a sus progenitores y el resto de los adultos. (Entienda bien esto en su cabeza de padre). También despliegan un tiovivo de emociones con grandes vaivenes que van de la euforia a la apatía total por el nuevo cóctel de hormonas que hay en su torrente sanguíneo.

Además parecen soñar despiertos, hacen un mundo a su medida ya que no comprenden en el que viven. Es como si un adulto se despertara una mañana y se encontrara en un nuevo país que no conoce, donde no entiende el idioma y nada le es conocido.

Más adelante comienzan a tener una nueva visión estética de sí mismos, se vuelven narcisistas. Se miran y miran al espejo, cada vez que haya un escaparate o vidrio que les devuelvan su imagen reflejada y sus gustos en la indumentaria han cambiado radicalmente.

Esto lo explican los psicólogos por su necesidad de pertenecer a un grupo, de sentir que tienen ideas en común, y así buscan a sus afines. Visten como sus amigos o el grupo de chicos o chicas con las que se quieren identificar. Así que esté preparado como padre para cuando le planteen que quieren peinados extravagantes, ropas de colores negros e incluso "piercing" o tatuajes.

Por otra parte, la disparidad que existe entre su crecimiento emocional y el físico hace que los adolescentes se sientan inseguros, lo que les produce angustia y frustración. Y ésta puede ser el origen de su agresividad y la cólera que manifiestan cuando los padres no se pliegan a sus exigencias o les piden que cumplan las normas.

Instrucciones de uso

Recuerde cuando usted era adolescente, haga uso de la inteligencia emocional e intente ponerse en lugar de su hijo.

No se plantee si lo ha educado bien o no: Lo que le ocurre a su hijo es una crisis necesaria para su evolución, es una transición imprescindible para su persona, para encontrarse a sí mismo como adulto.

Los padres han de mantenerse firmes en sus decisiones, no ser erráticos, cambiantes ni indecisos en sus posturas. El adolescente les lanza un reto, un pulso y han de estar alertas e inamovibles en su puesto.

Ser un ejemplo consecuente con lo que se predica y pide a nuestros hijos. Hay que tener en cuenta que, aunque cueste creerlo en los momentos más virulentos de la adolescencia, los padres son los referentes para los hijos sobre todo en estas edades.

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