Es normal que se te pongan los pelos de punta cuando tu hija o hijo adolescente te anuncie que quiere pasar la fiesta de Año Nuevo con sus amigos por primera vez. Tus dudas y temores tienen fundamento: no solo no pasará la noche en tu casa, se amanecerá en una fiesta donde abunda el alcohol y el desenfreno. Primero debes tomar consciencia de que ya creció y está en su derecho de salir y segundo, antes de dar una respuesta positiva, analiza si realmente llegó a un buen nivel de madurez y responsabilidad como para que tengas la seguridad de que todo estará bien.
La confianza que tengas en que tu hijo pueda desenvolverse sin problema en estas circunstancias no depende tanto de la edad, porque puede que haya un muchacho de 19 o 20 años que nunca haya salido de casa hasta después de las 22.00 y otro de 15 años que haya experimentado algunas pijamadas y vaya a fiestas de amigos regularmente y, por tanto, no tenga mayores problemas para dormir fuera de casa. “La edad no mide el grado de madurez, sino la actitud de cada persona”, advierte el psicólogo Carlos Velásquez.
El especialista aconseja conversar con los hijos sobre las diferentes cosas que pasan fuera del hogar y sobre los cuidados que se deben tener en cuenta. Claro, en una charla que no vaya a asustarlos. “Son los padres en realidad los que no están preparados para dejar volar a los hijos. Es normal que siempre los consideren unos niños, cuando en realidad ya crecieron”, agrega Velásquez.
Esto no significa que debemos dejarlos hacer lo que quieran. Es mejor ganar su confianza y que, por iniciativa propia, nos cuenten qué es lo que hacen, qué tipo de amigos tienen, dónde van a ir y otros datos. “Lo ideal es contar con información real por si ocurre algún contratiempo y así poder ir a buscarlos y recogerlos”, recomienda Velásquez.
Muchas veces los chicos dicen que van a algún lugar cuando en realidad van a otro. Incluso se presentan casos en que, en su afán de lograr salir de casa, permiten que los padres los lleven al lugar donde supuestamente estarán y en minutos más salen de ahí y cambian su destino sin que los progenitores lo sospechen y retornan a la hora que los van a recoger.
Este es un claro ejemplo de que el hijo no demuestra madurez ni respeto. “En este caso, los padres deberían analizar el comportamiento de sus hijos para ver si es o no recomendable acceder a un permiso tan prolongado. Tampoco se puede vivir en un mundo irreal en el que los chicos continúan al lado de los padres hasta los 20 años o más por seguridad. En algún momento ellos deben empezar a salir solos y experimentar ciertas cosas. Lo único que queda por hacer es hablarles sobre los peligros a los que se exponen”, explica la psicóloga Mónica Soliz.
Posibles riesgos
Si la fiesta es en una discoteca, hay más posibilidades de que se rodee de extraños y de que pueda ocurrir algo que no pasaría si el festejo fuera en casa de algún compañero. “En las discotecas nadie controla el consumo de alcohol. En cambio, en una casa debería haber un adulto que se haga cargo, ponga límites y reglas”, comenta Soliz.
“Además, los papás podrían ir a dejar a su hija(o) a esta casa de familia y coordinar llamadas telefónicas con los papás y dueños de casa para ver cómo se desarrolla la reunión e ir a una determinada hora (después de las seis de la mañana, por ejemplo) a recoger al menor y llevarlo a casa sano y salvo”, argumenta la psicóloga.
Supuestamente, en las discotecas no dejan ingresar a menores de edad, pero los chicos encuentran la forma de zafarse de esa norma. El problema es que, una vez dentro, no existe ningún control. “En estos lugares también están expuestos a otro tipo de peligros: una pelea con algún desconocido, el robo de algún objeto o prenda, el que en un descuido le pongan algún alucinógeno a su bebida o el que por beber sin control pierda el conocimiento y llegue a tener algún vínculo sexual forzoso”, advierte Soliz.
En criterio de Velásquez, “el aprovechar la oportunidad para mantener una relación sexual no tiene que ver solo con la fiesta de Año Nuevo, porque esto puede suceder en cualquier momento, tanto en 15 minutos como en dos horas; muchos padres relacionan esta festividad prolongada a este tema”.
Ante estas dudas y temores, conversa claramente con tu hija(o) y asegúrate de que haya entendido cuán importante es que tenga la capacidad de cuidarse a sí misma(o) divirtiéndose sanamente, bailando, cantando, riendo, comiendo y compartiendo con sus compañeros, sin alejarse del grupo y sin cometer excesos.
Confianza y control
Es posible que controles al menos las primeras salidas de tu retoño y, de acuerdo con el comportamiento que demuestre, ir soltándolo poco a poco. Para esto hay que mantenernos siempre informados sobre todo lo que hace, claro, sin tener que convertirnos en investigadores secretos. Aunque te cueste mucho, aprende a sobrellevar este tipo de situaciones que se te irán presentando a medida que tu vástago vaya creciendo. Por eso, muéstrale tu confianza en su comportamiento para que se sienta en la obligación de corresponder.
Vestimenta
Asegúrate de que tu hija vaya vestida adecuadamente, sin decirle lo que se tenga que poner. Recomiéndale que no vaya con escotes pronunciados ni faldas cortas. Recálcale que estará en el lugar por muchas horas y que necesitará comodidad.
Hora prudente
Dile que es de sabios el reconocer la hora de retirarse si el ambiente se ha puesto pesado, si hay chicos ebrios, si siente que no es su lugar o se cansó. Puede llamarte para que le vayas a buscar, no permitas que tome cualquier taxi.
Lo correcto
No está demás que le repitas a tu hijo que no es necesario beber para divertirse y que no importa que los amigos le molesten diciéndole que ‘es una hijita de mamá mimada’ o ‘que bebe como un niño’. Lo importante es que haga lo que crea y sienta que es correcto.
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