martes, 17 de diciembre de 2013

La frustración puede ser tóxica

La frustración es un sentimiento, una emoción que todos hemos sentido alguna vez. Lo que no nos planteamos es que la frustración puede ser tóxica. Ya desde pequeños aprendemos a luchar contra la frustración y es, como siempre, tarea de los padres orientar a los niños para que aprendan a manejarla de la mejor manera posible.

Vamos creciendo y no siempre aprendemos a gestionar la frustración de manera adecuada. Como pasa con el resto de emociones puede convertirse en una emoción tóxica y perjudicar seriamente nuestro día a día y hacer que nuestra personalidad cambie y que no nos sintamos a gusto con nuestra vida, ni con los demás ni ellos con nosotros. Un lío.

Para aprender a gestionar correctamente todas las emociones a las que te enfrentas, ya sea poco o mucho, lo mejor es conocerlas y saber qué hacer con ellas en cada momento.

La frustración es lo que acompaña a nuestros fracasos en la mayoría de ocasiones. Nos educan para no fracasar, para sentirnos mal cuando nos equivocamos. En nuestro currículum nunca mencionamos nuestros fracasos. Jamás se nos ocurriría. En cambio hay sociedades en las que fracasar está bien visto. De los fracasos se aprende. Haber fracasado significa que lo has intentado, que tienes ideas, iniciativa y que probablemente habrás aprendido mucho durante el transcurso del intento y sobre todo cuando ya has visto que no lo has conseguido.

Saber fracasar es importante y sobretodo saber darle la importancia que tiene cada uno de nuestros fracasos. No todos son equiparables pero hay personas que se desmotivan igual ante cualquier tipo de contratiempo.

Si eres de los que a la mínima adversidad piensas que no vales, que no merece la pena intentarlo y que todo te va a salir mal, entonces tienes un problema de frustración tóxica. Tampoco te vendría mal reforzar tu autoestima. La frustración además nos obliga a asumir los fracasos antes de tiempo, a dejar de intentarlo, de luchar. Creer que hemos fracasado es uno de los motivos para fracasar, cuando en realidad no lo habíamos hecho… todavía.

Sentir las ganas de intentarlo una vez más, con ilusión y con ímpetu es sinónimo de no estar frustrado. Puedes haberlo sentido momentáneamente pero si vuelves a intentarlo es que eres tenaz y persistente. Pero ojo, no te vayas a obcecar con cosas de las que no vas a conseguir nada. Como decía saber aceptar la frustración es necesaria y detectar cuando un tema ya no da más de sí, también.

No dejes que la rabia y la pena que sientes te impida moverte para ir a por otros propósitos. Como decía antes lo que tienes que hacer es aprender de los fracasos. Obtener un feedback positivo en lugar de castigarte por lo mal que has hecho las cosas. Vale, no han salido bien, pero has aprendido de ello, la próxima vez saldrá mejor.

En resumen, hay que saber asumir los fracasos a tiempo para no dejar de intentarlo mientras todavía es posible y para dejarlo cuando ya no hay nada que hacer.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario