"Vivo en la carretera, atirantada entre las múltiples actividades que tengo en la ciudad y el campo. Siempre prendida a mi celular, que me da la tranquilidad de estar al alcance de mis hijos”.
Así, Olga Rivero describe cómo se desenvuelve para cumplir dos roles en su vida: el de madre y de una productora de caña en el departamento de Santa Cruz.
Después de la muerte de su esposo, Wálter Chepy Aguilera, hace siete años, Olguita, como se la conoce en Santa Cruz, vio cómo sus actividades cambiaron rotundamente. De una mujer que distribuía su tiempo entre la maternidad y el trabajo voluntario en favor del deporte, a través del Centro de Tenis de Santa Cruz, se convirtió en una activa productora de caña.
"Se triplicaron mis responsabilidades para poder mantener nuestra producción de caña y participar en las instituciones cañeras. Tuve que alejarme de mi voluntariado deportivo de 25 años, ahora vivo muy atareada como agropecuaria y tratando siempre de ser un buen ejemplo para mis hijos, de guiarlos y apoyarlos, de estar con ellos y no fallarles en esta etapa tan importante de su educación”, expresa.
Olga tiene cuatro hijos: Jessica de 25 años, Olguiña de 22, Sergio de 20 y Nicolás de 18. Jessica terminó su carrera profesional y actualmente trabaja en Kimberly. Olguiña está a punto de graduarse en administración de empresas, mientras que Sergio y Nicolás iniciaron la carrera de agronomía.
Esta mujer, que trascendió el rol de mamá, reconoce que sin el apoyo de su madre no hubiera podido llegar a donde llegó."No es un secreto, soy muy afortunada por contar con el apoyo de un ser maravilloso, mi ángel en la tierra, mi madre”, dice. Pero, ¿cuál es el secreto de Olguita? "¡El amor y la comunicación!”, responde. Añade que en su vida es fundamental vivir y trabajar con alegría y energía.
"Mientras mis hijos terminan de estudiar yo seguiré este duro pero apasionante trabajo, inspirada en seguir las huellas profundas que me dejó Chepy”, expresa.
Olguita reconoce y valora profundamente la "valentía y unión” que sus cuatro hijos le expresaron siempre en los momentos difíciles por los que pasó.
"Para mi felicidad me bastan los recuerdos de sus risas, que llevo grabados en la mente y el corazón”, afirma.
"Vivo muy atareada como agropecuaria y tratando siempre de ser un buen ejemplo para mis hijos, de guiarlos y de apoyarlos”.
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