"Vengo de una familia humilde. Mi madre me educó de una manera muy distinta a como yo educo a mis hijos. Había necesidades y no siempre pude tener lo que quería, pero eso me empujó a esforzarme para darles a mis hijos todo lo que yo no pude tener. No soy profesional, sólo estudié algo de secretariado, lo que me ayudó a desenvolverme”.
Así se define María Inés Quisbert, una madre y empresaria de gran éxito que tiene cuatro hijos: María Eugenia, de 23 años; Georgina Silvana, de 21; Inés Katerine, de 13, y César Fabricio, de seis.
Esta mujer reconoce que todo lo que ha logrado hasta ahora, como madre y empresaria, lo alcanzó gracias al apoyo de su esposo, César Salinas.
"Es difícil sacar adelante una empresa y una familia, pero cuando se quiere, se puede. Tengo el apoyo de mi esposo, con quien coordino todo lo relacionado con el cuidado de nuestros retoños”, dice.
Si bien pasa más de ocho horas trabajando en su importadora de materiales de construcción, lleva el control total de su hogar, preocupada siempre porque sus cuatro hijos sientan su amor y su apoyo.
"Tenemos la ayuda de una trabajadora del hogar, pero yo decido qué desayunan, qué comen mis hijos, quién los lleva al colegio o quién los recoge. En la noche nos organizamos y decidimos quién hará qué”, dice.
Para María Inés es fundamental que sus cuatros hijos aprendan el valor del amor, del respeto, de la responsabilidad y que lo material no es suficiente para alcanzar la felicidad.
"Todo lo que yo no he podido tener se los doy a mis hijos, pero ellos tienen que cumplir, ser responsables y puntuales con sus obligaciones. No estoy con ellos todo el tiempo, pero cuando compartimos, conversamos de todo, nos damos cariño y confianza”, dice.
Celebra que sus hijos sean unos muchachos responsables y que, ante todo, tengan la capacidad de reconocer lo bueno de lo malo para tomar sus decisiones y que mantengan la sencillez y la humildad.
María Eugenia, su hija mayor, se incorporó a la empresa familiar. Para María Inés ésa es la muestra de que cada día hace un buen esfuerzo para formar a sus hijos.
"Yo decido qué desayunan, qué comen mis hijos, quién los lleva al colegio o quién los recoge. En la noche nos organizamos”.
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