lunes, 10 de febrero de 2014
Ellos aprenden con el ejemplo los buenos hábitos
Cepillarse los dientes después de las comidas, asearse, comer verduras, tomar agua, hacer la tarea, leer, mirar menos televisión y practicar más deportes, son algunos de los buenos hábitos que deben aprender los niños y que son cruciales para su desarrollo integral. Los especialistas consideran que mientras más temprano los padres les enseñen esas conductas tendrá más éxito en su implementación.
La sicóloga Claudia Tórrez indica que el desarrollo de hábitos y rutinas en los niños es importante, dado que les proporcionan equilibrio, seguridad y, al mismo tiempo, límites y contención.
“Hábito es algo que no sabemos hacer, pero que, a base de repetición, aprendemos a realizarlos de una manera casi automática. Si queremos que los niños tengan buenos hábitos, los padres deben ser el principal ejemplo de los mismos. Además, es bueno explicarles la razón de las acciones y el porqué es bueno lavarse las manos antes de comer, cepillarse los dientes, bañarse, hacer la tarea, etc”, argumenta.
Como padres, opina la sicóloga Ingrid Saavedra, es muy importante ir creando rutinas en los hijos desde muy pequeños. Para ello, en un inicio es fundamental hacer las actividades rutinarias con ellos, de esta forma van a ir aprendiendo que al levantarse deben asearse, cepillarse los dientes, que después de jugar tienen que guardar sus juguetes y que también es necesario dedicar un horario para la lectura, para las tareas y hasta para la televisión.
A su vez, Saavedra afirma que el niño, desde muy pequeño, tiene mucha capacidad y va estructurando pensamientos, ideas, formas de reaccionar y por supuesto, hábitos. “Si hacemos que nuestros hijos tiendan su camita, a su manera desde los tres años, de modo consecuente, pero además percibe que los padres también lo hacen, se fortalecerá una actitud que perdurará toda la vida”, explica.
Trabajo diario y constante
En criterio de la sicopedagoga Cynthia Rivero, la formación de un hábito requiere de un trabajo diario y constante. Cada vez que se dé la situación, hay que trabajar en estas conductas, porque no se tendrá éxito si es que se lo hace de vez en cuando o dependiendo del buen o mal humor.
“Se forma en el día a día y siempre de la misma manera hasta que se hace justamente eso: hábito o costumbre, algo que ya no es necesario pensar para realizarlo como lavarse los dientes al despertar, lavarnos las manos antes de comer, encender el celular cada día y tantos otros que tenemos y los hacemos de manera automática y sin pensarlo”, indica la terapeuta.
Padres modelos
Saavedra remarca que los padres deben enseñar a crear rutinas en sus hijos desde muy pequeños y siendo modelos de las mismas, permite formar hábitos en los chicos que difícilmente podrán evadir y que, además, los marcarán para toda la vida.
“Un complemento para ellos es favorecer el gusto frente a las responsabilidades, creando momentos agradables y satisfactorios frente a actividades poco llamativas. Un reforzador podría ser un elogio, felicitación, y la alegría de haber cumplido con su actividad, a través de un aplauso. Nuestros niños aprenderán a manejar la tolerancia y a realizar con agrado cada actividad”, remarca la terapeuta.
En criterio de Tórrez, la tarea no será muy fácil, pero los padres son responsables de cómo forman a sus hijos y si desean que estos sean futuros integrantes de una sociedad, deben acompañarlos durante su crecimiento, con amor, tolerancia y, sobre todo, con su conducta ejemplar e irreprochable.
Asimismo, Cynthia Rivero considera que los padres primero deben ser ejemplo de cumplimiento de deberes, segundo ser consecuentes con lo que piden o exigen y que esto sea acorde a las posibilidades del chico, que sea verificado como cumplido y que sea agradecido por el favor prestado.
“Cuando uno da una tarea a un hijo debe asegurarse que éste haya escuchado bien y no hablarles cuando está mirando televisión, usando el celular, si está con los amigos, jugando animadamente su juego favorito o corriendo y saltando. Hay que repetirle la tarea encomendada e incluso hasta pedirle que la repita para asegurarnos de que entendió bien”, detalla.
Agrega que tampoco hay que darles más tareas de las que sabemos que pueden hacer. Lo ideal, agrega, es organizar la agenda de ‘necesidades’ para evitar la sobrecarga de exigencias que generalmente concluye en una ‘no acción’ de nada de lo que se pide y se debe evitar las contradicciones o cambios de labores sobre la marcha.
¿Cómo lograrlo?
Para conseguir buenos resultados, Claudia considera que el amor y la ternura son necesarios para la adquisición adecuada de hábitos, al igual que las palabras de estímulo, la confianza que se les brinde y las manifestaciones de cariño son imprescindibles. Sin embargo, añade, cabe aclarar de que no se trata de dejar a los niños solos ni de que hagan lo que se les antoje. Es necesario también aplicar la autoridad.
Asimismo, dice la especialista, la persistencia, el tiempo y la paciencia son requisitos para que el niño incorpore a su vida un hábito, luego lo automatice y finalmente lo empiece a aplicar por cuenta propia y de manera sistemática, como parte de su rutina.
“Palabras como ¡muy bien!, ¡enhorabuena!, ¡estoy contento con vos! o ¡sigue adelante!, además de muestras de afecto como besos, abrazos o caricias son las recompensas que a todos nos hacen sentir mejor”, remarca Tórrez.
¿Premios y castigos?
Para Rivero, las acciones que la persona haga traen consecuencias. El premio, añade, es algo que funciona con todos los seres humanos, ya sea en el trabajo, en la pareja, en la familia, en la escuela. Estimula y muestra un reconocimiento de parte del otro a nuestro esfuerzo.
“¿Cuándo el premio se transforma en algo peligroso? Cuando únicamente hago la acción, tarea o deber para ganar la recompensa o el premio. No hay que olvidar que lo que les demos (incentivo social como un abrazo, un felicitaciones; incentivo económico como un helado, una salida al cine...) es una de las consecuencias de la acción, pero no la más importante. La consecuencia más importante es haber realizado una tarea de la mejor manera lo que implica haber mejorado en mis habilidades, cumplido un deber, crecido en lo personal y ayudado a los demás”, resalta.
De otro lado, prosigue, el niño debe saber que no cumplir con lo acordado, siempre traerá consecuencias, pero estas deben ser acordes a la acción o efecto de lo realizado. El niño debe aprender que las acciones tienen consecuencias y que estas son acordes a la falta cometida.
Tórrez cree que el castigo para que funcione debe de ser inmediato y proporcional a la conducta realizada, tiene que ser justo en el momento que se realizó la conducta indeseada. “Hay que dejar de lado la frase que escuchamos una y otra vez, “ya verás cuando venga tu padre…”, recalca.
¡Las reglas se cumplen!
Rivero manifiesta que los padres deben saber que sus hijos van a obedecer las reglas siempre y cuando ellos les exijan su cumplimiento. “Si hemos puesto reglas, o dado tareas y deberes con una amenaza por la desobediencia; sí o sí debemos cumplir lo que hemos dicho”, concluye
Los padres tienen rol de educadores
Ingrid Saavedra /Sicóloga clínica familiar
Si nuestros hijos ya han adquirido hábitos negativos, es fundamental volver a readecuar esas conductas, de un modo cercano, hacer con ellos al principio y sin frustraciones, influye a que maneje sus miedos e intolerancia y resuelva el desgano, poco a poco, hasta que pueda hacerlo solo y con agrado.
Sin embargo, es muy difícil crear rutinas en los hijos a través del control telefónico. Los niños, necesitan que los padres asuman el papel de educadores moldeando sus actitudes y brindando cercanía.
La disciplina en nosotros mismos influirá en la rutina que adquieran nuestros hijos; si no podemos mantener actitudes favorables o actividades consecuentemente, difícilmente podrán captar modos, tiempos y decisiones correctas para sus obligaciones.
Para ello hay algunos pasos que son necesarios:
- Revisar nuestra disciplina y rutinas, como padres
- Establecer un orden en las actividades de nuestros hijos, primero organizar las básicas, aseo personal, horarios y poner por jerarquía las más importantes que, según la edad, se deben priorizar; por ejemplo, actividades motrices, fortalecer un talento o apoyar más una materia.
- Ser conscientes de que necesitamos dedicar tiempo para fortalecer los hábitos de nuestros hijos y hacerlo con agrado y satisfacción, proyectará en el niño la misma sensación.
- Una vez consolidado los hábitos y el gusto por cumplir sus obligaciones, los padres pueden sentirse más cómodos en sus actividades, ya que es posible reforzar positiva o negativamente las conductas mediante palabras y, en algunas ocasiones, con premios
Algunos consejos para tener buenos hábitos
Hay algunas sugerencias importantes a la hora de crear buenos hábitos en los hijos:
Metas realistas. ¿Cómo vamos a organizar ahora las comidas? ¿Qué días haremos actividades al aire libre? Nuestras buenas intenciones pueden venirse abajo ante una organización demasiado exigente. No es aconsejable alterar nuestras rutinas de la noche a la mañana. Es preferible poner en marcha dos o tres pequeños cambios y esperar a que estén integrados para pasar a los siguientes.
Hagámoslo todos juntos. Un niño aprende lo que ve, no lo que escucha. Pasear será divertido si vamos todos. De la misma forma, si compartimos la comida, aprenderá qué alimentos le sientan bien; y si comemos de forma sana, nuestro hijo sabrá que no le estamos castigando, ya que todos lo hacemos.
Potenciemos la parte positiva. Frases como: no comas galletas, no picotees o te vas a poner muy gordo, producen frustración y ansiedad en los niños. En cambio, otras como ¡vámonos de paseo!, estas manzanas están deliciosas, o te veo muy guapo hoy, reforzarán los hábitos que queremos crear.
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