martes, 12 de agosto de 2014

Espionaje conyugal 2.0: el fin del amor y la confianza mutua

Mi pareja ha copiado mi disco duro en su computadora y lo he sorprendido viendo mis fotos privadas”.
Quizá sea una práctica menos habitual que mirar obsesivamente la última hora de conexión en WhatsApp, pero se trata igualmente de espionaje conyugal 2.0. Un fenómeno en auge potenciado por las tecnologías de comunicación digital.
Nuestro teléfono inteligente nos delata y muchas parejas desconfiadas no se resisten a la tentación de servirse de su información para seguir sus pasos y, peor aún, tratar de controlar los pasos al detalle de otra persona.

Sin necesidad de detectives privados ni de confidentes, el GPS, las aplicaciones de rastreo y registro de llamadas, los programas informáticos para suplantar identidades en redes sociales o servicios de mensajería son únicamente algunos de los sofisticados instrumentos de vigilancia que pueden llevarse perfectamente al terreno amoroso.
Nunca antes había sido tan difícil esconder una infidelidad, pero también es cierto que los malentendidos se han multiplicado y el afán de control ha traspasado los límites, tanto éticos como morales.
De ahí la aparición de fenómenos de acoso a las exparejas como el sexting o la pornovenganza, apunta el diario digital español El Confidencial.

Uno de los principales peligros que acarrea este hábito de vigilancia constante es que deteriora la relación de pareja, que deja de estar basada en la confianza mutua y el diálogo.

Para la terapeuta y experta en psicología de la Gestalt, María José de Aguiar, estamos ante el fin de la intimidad.
"El terreno privado ha dejado de existir como tal”, según afirma en un artículo publicado en la revista Psychologies.
Celosos y desconfiados
Las personas tendentes a ejercer este tipo de control responden a un perfil heterogéneo, que incluye tanto a los celosos y desconfiados, con propensión a la ansiedad y a la paranoia, así como a los que tienen la autoestima baja y temen que su pareja los deje por no estar "a la altura”.
Sin embargo, como advierte María José Aguiar, pocos son los que están libres de caer en esta tentación que, con el tiempo, acaba siendo adictiva.

"El problema reside en el exceso de celo que, en algunos casos, puede rayar en la misma paranoia. He atendido casos en que una persona pide a su pareja con insistencia que le muestre el registro de llamadas”, sostiene María José Aguiar.
Al mismo tiempo, según añade la psicóloga, potencian el narcisismo, la paranoia y la falta de confianza en uno mismo. Un extremo al que no es difícil llegar debido a la facilidad de acceso y manejo de las tecnologías de vigilancia electrónica.

La comunicación y la transparencia, la base de una relación saludable, son las mejores alternativas al fenómeno del espionaje 2.0. Poner sobre la mesa lo que nos inquieta es la solución.

Vigilancia online
Secretos Diferentes investigaciones psicológicas han demostrado que casi todo el mundo oculta numerosos secretos a sus parejas. La conclusión es que "refuerzan la estabilidad conyugal”, pues alimentan la autonomía, la libertad e, incluso, la atracción y el deseo por la otra persona.
Hipervigilancia WhatsApp es quizá una de las herramientas que más visible hace esta tendencia entre las parejas, pues se puede saber con exactitud cuando se está online y cual es la hora y minuto a la que se recibe un mensaje.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario