Desde el momento en que el ser humano tiene uso de razón, se le enseña a cumplir ciertas normas y a obedecer a algunas personas, por eso es que los niños piensan dos veces antes de desafiar a sus padres, maestros, entrenadores, etc. y cuando se rompe este ciclo de obediencia lo que sigue es una sanción o castigo.
Uno de los conflictos por los que atraviesan los padres es la desobediencia de sus hijos y el castigo que les deben imponer, actualmente escuchamos casos en los que los padres agreden a sus hijos ya sea física o verbalmente, ocasionando daños y traumas en sus hijos, esta vía no es recomendable para obtener un mejor comportamiento.
Es importante que cuando nos comuniquemos con nuestros hijos lo hagamos con amor, positivismo y desde el corazón, no sólo las palabras son las que transmiten un significado sino también la expresión corporal y el tono de la voz, por lo tanto las palabras que expresamos tienen que ir a la par con nuestros gestos o tonos de voz que empleamos.
Por ejemplo, son varias las travesuras que hacen los hijos y como consecuencia muchas de éstas nos causan gracia y solemos regañarles con un tono de voz diferente, por esto se debe ser coherente en el momento de llamar la atención e impartir un castigo, si se regaña pero en el fondo se siente que la travesura ha sido divertida, el niño además de las palabras percibirá su emoción y al ser contraria a las palabras se crea una confusión.
Elevar el tono de voz no es la solución porque lo único que se consigue es afectar la salud mental del niño y lograr que se acostumbre a los gritos y que estos no causen ningún efecto, se debe conseguir comunicarnos con los hijos con amor, porque cada palabra es asimilada y queda gravada en su interior.
Si constantemente decimos al niño que no es capaz de asimilar las cosas, que es un tonto, o un inútil, lo que estamos haciendo es que se programen estas ideas en su cerebro y terminará por convencerse de que efectivamente no tiene posibilidades y no pondrá empeño en ninguna actividad.
Se debe estar siempre atento y consciente de lo que se dice al niño, y expresarnos claramente para que entienda el significado del mensaje, muchas veces los niños no saben por qué fueron castigados, sólo afirman que sus padres estaban molestos y los castigaron, el castigo ya pierde su significado porque no se castiga simplemente porque uno está molesto, sino por algún mal comportamiento.
Cada vez que se quiera eliminar una mala conducta se debe explicar al niño qué fue lo que hizo mal y como consecuencia recibirá una sanción porque hay un desacuerdo en el comportamiento demostrado, además que la sanción tiene que ser establecida en el momento oportuno y evitar que pase mucho tiempo para corregir cualquier conducta no deseada.
Suele ocurrir que se imparten castigos pero nunca llegan a ser cumplidos, por ejemplo se decomisan celulares, se prohíbe ver televisión, salir a jugar, etc., pero no pasa ni unas hora y el castigo es olvidado y no impartido, lo único que se consigue con éste tipo de actitud es lograr que los niños sepan que se les regañarán por unos minutos y que no recibirán un castigo.
Se deben impartir sanciones con seguridad, si se duda esta inseguridad puede ser percibida por el niño, quizás se deban repetir las instrucciones una o varias veces, no se canse y siga repitiéndolas con paciencia, respeto y amor, jugar con los tonos de voz porque es importante que el niño los conozca, pero evitar los gritos porque éstos pueden hacerles sentir que no son respetados.
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