El papel de los padres es uno de los más complicados a lo largo de la vida, puesto que tener hijos implica, entre otras muchas cosas, felicidad extrema y esfuerzo constante para su educación y su crecimiento como persona. La figura paterna o materna es el mayor punto de referencia que un niño llegue a tener.
Por lo tanto, es fundamental comprender que la mayoría de los niños oye lo que los adultos dicen, algunos incluso hacen lo que se dice, pero todos hacen lo que se hace. El portal lamenteesmaravillosa.com señala que conforme vayan creciendo los hijos, optarán por imitar las conductas de los adultos. Ser padre es ser ejemplo hasta que los hijos puedan tener la conciencia suficiente para moldear sus propios patrones de vida.
Los años de la niñez y de la adolescencia son decisivos. La niñez y la adolescencia traen muchos desafíos tanto para la vida de un niño como para la de sus padres. Esto es así porque son las etapas en las que una persona comienza a insertarse en una familia, a conocer costumbres y culturas específicas y a forjar sus futuros valores y principios.
Por estas razones, la disciplina junto a la genética que los hijos tienen, es importante. Además, esta educación viene de los padres, de los amigos que más adelante el niño irá conociendo en el colegio, de sus profesores, entre otros modelos. Lo que les valdrá en sus círculos sociales será lo que puedan ver y de lo que se empaparán a través de ejemplos a seguir.
La psicóloga y docente universitaria Ilosva Miranda dice que el consejo tiene que ir acompañado del acto. Los niños se fijan en todo, por lo que todo lo que se diga tiene que ir acompañado de un hecho representativo. Si, como padre,se le aconseja sobre cualquier aspecto y se hace lo contrario, probablemente haga más caso “a lo que hagas que a lo que dices”. Muchas serán las ocasiones en las que los hijos recriminarán a sus progenitores porque no predican con el ejemplo. Esto ayudará a que los adultos se den cuenta de sus debilidades y defectos.
De este modo, la coherencia es la base para llegar a los niños y adolescentes. Si él entiende que lo que escucha y lo que ve es coherente, probablemente comenzará a forjar su personalidad y su psicología a partir de ahí y de cara al futuro. “Tu hijo te admira y te ve como su propio espejo donde poder reflejarse cuando duda de algo, de ahí el desafío y el esfuerzo de un padre”.
La educación de un hijo es una tarea compleja, mucho más si se piensa que los padres son su foco de atención y que cualquier cosa que realiza pasará su examen. Gran parte de lo que los chicos puedan aprender vendrá de lo que se le enseñe, por lo que estas claves pueden venir bien para guiar su educación:
En primer lugar, es importante aprovechar el día a día: Saludar, cumplir las normas de comer en la mesa, los horarios y deberes del colegio. Todo esto puede servir para reforzar los hábitos responsables en su conducta.
La comunicación es otro de los pilares de la relación entre los padres e hijos, que puede acompañarse de acciones diarias como cualquier gesto, expresión o palabra que ayude a conocer mejor a los hijos.
Otro punto importante son las reglas, deben ser claras y estar acompañadas de explicaciones coherentes. Es bueno que los hijos entiendan que una cosa es que se les quiera y otra, que tienen que seguir ciertas órdenes para comportarse. Se les debe mostrar cariño, pero también seriedad.
Una de las cosas que puede ocurrir cuando a los niños se le enseña con ejemplos y no solo con consejos, es que los padres se equivoquen. Sin embargo, no hay que olvidar que todo el mundo comete errores. Los chicos tienen que saber que hay un margen para el error en la vida. Si se reconocen estas fallas y se les muestra el lado positivo de aprender de ellas, los chicos entenderán que de ahí salen experiencias de vida.
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