Los mandalas tienen múltiples beneficios para los adultos que padecen situaciones de estrés. Ahora nos centraremos en el papel que estas figuras geométricas, que representan el ser humano y la totalidad de su mente (la consciencia y la inconsciencia), pueden tener en la educación de tus hijos.
El hecho de que esta técnica sea parte de un complejo proceso de meditación en su origen budista no quita que, presentada de forma más simple y adaptada a los niños, puedas extraer herramientas para potenciar ciertas habilidades, a la vez que ellos disfrutan una de sus actividades favoritas como es colorear.
Los beneficios
Hoy en día, los mandalas ya se utilizan ampliamente en la educación infantil. Las ventajas ya parecen innegables. En primer lugar, colorear un mandala estimulará habilidades y capacidades de tus hijos como la atención y la concentración, así como la paciencia y la tranquilidad. Se está estudiando, además, cómo puede contribuir al tratamiento de trastornos como el TDAH mejorando la concentración y atención de los chicos.
Paralelamente, el hecho de fomentar la creatividad y la imaginación de tus pequeños a través del dibujo contribuirá al control de su cuerpo y su motricidad para, posteriormente, favorecer otras actividades como la escritura o el control de otros objetos.
Por otro lado, aunque pueda parecer extraño, los niños también pueden padecer estrés y más en los tiempos que corren. Los mandalas actúan con ellos igual que con los adultos y, si se realiza el ejercicio correctamente, bajan los niveles de ansiedad. Conviene realizar siempre esta actividad en un lugar sin ruido (como mucho, con un poco de música relajante) para que el ambiente se contagie a los más pequeños.
Comparte tiempo con tus hijos coloreando
Otra ventaja de los mandalas, que no tiene tanto que ver con el bienestar general, es que, al final, es una técnica que pueden realizar padres e hijos juntos. Reservar una hora diaria (mejor antes de irse a dormir) para colorear con ellos no sólo nos desconecta del día a día sino que, además, garantizará un mejor sueño para el niño.
Para empezar, no hace falta ir a por los elementos más complicados. Es mejor iniciarse con mandalas más sencillos que puedes encontrar en multitud de libros o en Internet, e ir progresando paulatinamente hacia figuras más complejas a medida que tu hijo vaya dominando las líneas y los colores.
La actividad puede realizarse con múltiples materiales, no sólo con lápices de colores. Prueba a colorear mandalas con tu pequeño con ceras, acuarelas, pintura… y no olvides colgar el resultado en las paredes de su habitación. Y es que los mandalas no son únicamente beneficiosos para tu estado mental o para la educación de tus hijos sino que, encima, son un original y divertido elemento decorativo.
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