Cuando dos hermanas no se llevan bien, las consecuencias pueden ir más allá de la simple relación personal, pues si una de ellas padece un trastorno de la alimentación hará que la otra sea más vulnerable a sufrir cuadros de ansiedad y depresión, según un estudio.
La investigación, realizada por un equipo de la Universidad de Haifa (norte de Israel), concluyó que las hermanas sanas de mujeres que sufren trastornos de alimentación presentan mayores niveles de síntomas depresivos derivados de una relación tensa entre las dos.
"Cuanto peor sea la relación entre las dos hermanas, más elevado será el nivel de angustia sicológica de la sana, que además corre el riesgo de desarrollar un trastorno de la alimentación también", afirmó Yael Letzer, profesora de la Facultad de Bienestar Social y Ciencias de la Salud de la citada universidad.
El estudio también reveló que la relación entre dos hermanas, una de las cuales padece un trastorno alimentario, es peor que aquella en la que ninguna padece ese tipo de problema.
"Durante el tratamiento debe prestarse la mayor atención a la relación entre las dos hermanas, reforzándola y transformándola de una interacción negativa y competitiva a una de apoyo", subrayó Letzer, que encabezó el equipo junto con las investigadoras Ruth Katz y Keren Berger.
Incidencia elevada
En las últimas décadas se ha producido un incremento significativo de la incidencia de trastornos de la alimentación, los más prominentes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno de la alimentación compulsiva.
Estos trastornos son comunes entre jóvenes mujeres, implican la presencia de algún otro trastorno siquiátrico o físico y altos índices de mortalidad, explicó Letzer.
Numerosos estudios han demostrado que la relación entre hermanos constituye la más continuada en el tiempo en la vida humana y es considerada la más importante después de la de padres e hijos.
En línea con estos datos, el estudio centró su análisis en una muestra de 60 niñas y mujeres jóvenes entre los 13 y los 31 años, 30 de las cuales tenían hermanas que sufrían algún tipo de problema de la alimentación: 10 anorexia nerviosa, 10 bulimia nerviosa y 10 algún trastorno alimenticio no especificado.
Los resultados mostraron que entre las niñas y mujeres jóvenes que tenían hermanas con trastornos de la alimentación había un alto índice de relaciones negativas entre hermanas.
"A la luz de la enfermedad que padece la hermana afectada, se desarrolla una rivalidad entre las dos por la atención de los padres, que se suele caracterizar predominantemente por ambivalencia, frustración, conflicto y frecuentes transiciones entre los sentimientos de amor y odio", señala Letzer.
"A esto se suma que la hermana sana debe tomar parte en el tratamiento diario de la otra, algo que puede convertirse en una carga para ella en su vida cotidiana y, por ende, provocar sentimientos de frustración, enfado, odio y miedo", añadió
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