Los cambios que van teniendo los niños a medida que crecen deben ser comprendidos e interpretados de la mejor forma por sus padres o las personas que se encuentran a su cuidado, de dos a seis años en la mayoría de los casos es que experimentan algunos cambios en su forma de ser.
La aparición de la ansiedad en los niños, lejos de constituir un rasgo patológico, indica una evolución en la que podemos observar la conciencia que el niño va adquiriendo acerca de su propia individualidad y el darse cuenta de aquello que le pueda resultar peligroso a su integridad.
A lo largo de la infancia se presentan varios motivos para que el niño empiece a desarrollar la ansiedad entre ellos tenemos ansiedad por la separación de sus padres cuando son bebés e incluso esto ocurre cuando ingresan a guarderías, ansiedad por la presencia de rostros nuevos que no sean los de su entorno inmediato familiar, etc.
Cuando empiezan a relacionarse con el entorno social van adquiriendo a la vez otros miedos que les provocan ansiedad, miedo a la oscuridad, al quedarse sólo, dormir solos en su habitación, miedo a algunos animales o a la presencia de supuestos monstruos.
La imaginación de los niños es amplia por lo mismo podrán surgir miedos a diferentes situaciones y provocarles la ansiedad, los motivos pueden ser fuertes, como pequeños para un adulto pero esto no quita la importancia y el sentimiento por el que atraviesa el niño.
Algunos niños son más ansiosos por naturaleza que otros y, con el tiempo, la mayoría de los niños superan ese tipo de ansiedades, se debe cuidar el entorno inmediato de los niños para evitar que sufran de ansiedad, así como las discusiones de los padres en frente de ellos o hablar de la economía de la casa, son problemas en los que ellos no intervienen pero les afecta directamente.
Las personas que se encuentran más próximas a los niños, como los padres, la familia y maestros tienen un rol importante que cumplir en la prevención de la ansiedad, una de las maneras es reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño.
Se debe conversar con el niño de todo aquello que le preocupa o le causa temor para poder ayudarlo, en caso de que sea pequeño y aún no hable se debe estar pendiente de los gestos o movimientos corporales que indiquen que la situación le provoca ansiedad y apoyarlo adoptando una actitud propicia a la resolución del conflicto.
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