jueves, 3 de septiembre de 2015

Depresión cuidados en la tercera edad

Los adultos mayores, a partir de los 60 o 65 años, son más susceptibles a sentirse deprimidos. La depresión es un trastorno emocional que hace que la persona se sienta triste y desganada, experimentando un malestar interior y dificultando la interacción con el entorno.

Puede estar acompañada de ansiedad, agitación, llanto, hipocondría, ideas de culpa y hasta de suicidio, sensaciones que se manifiestan al negarse a comer, moverse, tomar sus medicamentos y hasta conversar.

La psicóloga Margaret Hurtado señala que en esta etapa de la vida hay dos periodos. El primero va desde los 65 hasta los 80 años de edad, que es cuando la persona aún es independiente, solvente, se puede movilizar sola o con poca ayuda. Y la segunda, que se denomina la adultez tardía final y va desde los 80 años en adelante. En este ciclo, los adultos mayores ya no pueden hacer sus cosas por sí solos y dependen de alguien para moverse, comer, bañarse y acostarse.

La jubilación

Un momento importante en la vida de toda persona es la jubilación. “El retiro del ámbito laboral o profesional, por lo general, es deprimente. Para los adultos mayores empieza una pérdida de actividades ya que no tienen que levantarse temprano, salir ni cumplir horarios y dejan de ser reconocidos en el trabajo y de percibir un salario”.

Ese cambio les afecta. Ahora deben quedarse en casa, lo que les hace sentirse inactivos y hasta inútiles. Aunque no es regla, una parte de la autoestima está relacionada con la independencia económica y la trayectoria laboral. La jubilación implica una merma en los ingresos y un alto en la carrera profesional, lo que conlleva el amargo inicio del desaliento.

Este pesar es más evidente con la llegada de la adultez tardía final, pues el anciano se encuentra bajo el cuidado de una segunda persona.

Durante este periodo se registran más síntomas de la llamada melancolía involutiva y se acentúan aspectos de la personalidad. “Por ejemplo, en personas rígidas se enfatiza la inflexibilidad; en personas irritables se manifiesta el malhumor”, explica.

En un cuadro de depresión, las personas de la tercera edad suelen amplificar también sus molestias físicas. Por ejemplo, “si les duele algo específico, lo recorren por todo el cuerpo. Eso no quiere decir que no tengan malestares físicos como el reumatismo, gastritis y otras molestias”.

Dada la rigidez en su personalidad, muchas veces son reacios a aceptar medicamentos y hasta alimentos. Esto complica darles la ayuda que necesitan. Pero, con respeto se puede negociar que acepten el cuidado. Según la psicóloga especialista en el adulto mayor Rosario Peña, la familia debe acompañar este proceso porque es una etapa delicada a la que todos vamos a llegar. “Escucharlos con atención, consolarlos, atenderlos, mimarlos y ayudarlos es deber como familiares, hijos y nietos”, afirma.

Los ancianos suelen tener culpas sobre su pasado y más aún si no les ha ido bien. “Por ejemplo si nunca pudieron darles una casa propia donde vivir a sus hijos, viajar, ponerlos en buenos colegios o universidades, el no haberlos ayudado a formarse profesionalmente, entre otras situaciones les afecta en lo profundo y se les queda grabado”. Es importante darles consuelo.

La geriatra Evelín Triánfilo recomienda no dejarlos solos en la medida de las posibilidades que cada persona tenga. “Es importante hacerles sentir que no están solos, que tienen una familia que los quiere y sobre todo que los necesita”, aconseja.

La paciencia, el respeto, el cariño y el darles un lugar jerárquico en la familia además de tiempo para conversar y pasear hará que sus vidas sean más llevaderas.

Adaptación

Los hijos, sobrinos y nietos deben adaptarse a este cambio de personalidad de los adultos mayores de la casa, y así ayudar a que se sientan bien.

Caminata

Lleva a tu padre, madre o abuelo a caminar al menos 20 minutos cada día para que no pierda movilidad ni flexibilidad en sus piernas. Siempre en espacios planos.

Diferencia

La edad y las enfermedades afectan de manera distinta, por tanto el tipo de atención es diferente de un anciano a otro. El médico es quien te dirá cómo cuidarlo.

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