La voz de la madre es una de los sonidos más importantes en la vida de un niño. Los bebés discriminan la voz materna desde los primeros días después de nacer, y este estímulo les sirve de guía emocional y social durante su desarrollo. Sin embargo, se sabe poco aún sobre las regiones cerebrales que responden a esta poderosa señal social.
Las regiones del cerebro responden con más fuerza a la voz de la madre extendiéndose más allá de las áreas auditivas para implicar a las encargadas de la emoción y el procesamiento de recompensa, funciones sociales, detección de lo que es personalmente relevante y reconocimiento de rostros.
Un equipo de científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos) describió los circuitos cerebrales que subyacen de la percepción de la voz de la madre.
Para ello, los investigadores midieron a través de resonancias magnéticas la actividad cerebral de 24 niños sanos de entre siete y 12 años mientras escuchaban palabras breves (de menos de un segundo) y sin sentido de sus madres biológicas y las de dos mujeres desconocidas.
El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), demuestra que cuando los niños escuchan breves extractos de las voces de sus madres, una amplia variedad de regiones cerebrales se activa, comparado con las regiones que se estimulan al escuchar las voces desconocidas.
“Estas regiones incluyen no sólo las estructuras auditivas del cerebro, sino también las que están asociadas con la recompensa y el procesamiento de las emociones, el afecto, y la memoria, así como las regiones visuales asociadas con el procesamiento de la cara –los niños no ven nada cuando se les hace el escáner–", señala a la agencia Sinc Daniel A. Abrams, autor principal del trabajo e investigador en el departamento de Psiquiatría y Ciencias Comportamentales de la universidad estadounidense.
A medida que los niños escuchaban las grabaciones de sus madres y de las mujeres desconocidas, se realizaron imagen de resonancia magnética (IRM) de sus cerebros.
Los investigadores encontraron que los niños podían identificar a su propia madre con una precisión del 97 por ciento, incluso tras escuchar una grabación que duraba menos de un segundo.
Varias regiones del cerebro de los niños se activaban más con el sonido de la voz de su madre que con la voz de la desconocida, reveló el estudio.
"La extensión de las regiones activadas fue realmente sorprendente", explicó el autor principal del estudio, Vinod Menon, profesor de psiquiatría y ciencias conductuales de Stanford.
Las partes del cerebro afectadas incluyeron áreas que tienen que ver con: audición, emociones, procesamiento de las recompensas, procesamiento de la información sobre uno mismo y la percepción y el procesamiento de la vista de los rostros.
"Sabemos que escuchar la voz de la madre puede ser una importante fuente de consuelo emocional para los niños", dijo Abrams. "Aquí, mostramos el circuito biológico subyacente".
Además, los resultados revelan que la fuerte comunicación que se establece entre estas regiones del cerebro durante el procesamiento de la voz de la madre se relaciona con las habilidades comunicativas y sociales de los niños.
“La investigación describe cómo el cerebro de los niños se organiza en torno a una fuente clave de sonido asociada con el desarrollo social, lingüístico y emocional”, recalca Abrams.
Clave para entender el autismo
Según los autores, el estudio podría aclarar trastornos del desarrollo social como el autismo, en el que la percepción de voces biológicamente importantes podría estar afectada. “Nuestro trabajo sirve como patrón inicial para examinar las bases de la percepción del habla en poblaciones clínicas, como los autistas”, subraya a Sinc el investigador.
Para los científicos, una cuestión importante en la investigación sobre el autismo es entender por qué los niños con trastorno del espectro autista se desconectan a menudo de los sonidos del habla y de otras señales sociales que les rodean.
EL CEREBRO
La investigación describe cómo el cerebro de los niños se organiza en torno a una fuente clave de sonido asociada con el desarrollo social, lingüístico y emocional.
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