jueves, 5 de junio de 2014

¿Vas a compartir tu casa?



Eres adulta y ves que ya es hora de salir de la casa de tus padres, pero decides compartir un espacio con otra u otras personas para abaratar costos y vivir nuevas experiencias. ¿Cuáles son las reglas de oro para tener una convivencia enriquecedora y no morir en el intento?

“Compartir casa no es compartir hogar. El primer consejo es que se haga una valoración de las personas con las que se va a vivir (roommates) y si va a ser un departamento mixto, solo de chicas o de varones”, explica la psicóloga Lizette Gallegos.

Cuando vives en un espacio mixto pueden desarrollarse relaciones de pareja que van a incomodar a los otros y te pueden perjudicar si el romance se acaba y tienes que ver a esa persona a diario.

Otro aspecto muy importante es estar en igualdad de condiciones y que una parte no tenga más poder que la otra, por lo que no es aconsejable vivir con personas que conformen tu círculo amistoso. “Cuando la amistad se confunde con la intimidad surgen abusos de todo tipo”, indica la especialista. Familiares pueden traer iguales consecuencias.

La convivencia desgasta, por lo que cada quien debe tener su vida privada y no es recomendable hacer todo en comunidad. “Al final de cuentas, ya se comparten espacios comunes, como la cocina, el baño y los gastos. Recuerda que tu intimidad es solo tuya”, enfatiza Gallegos.

La psicóloga Katia Oporto expresa que cuando no se sabe lidiar con este aspecto, hay problemas. “Uno debe manejar su intimidad, tener su propio espacio y no dejar que lo invadan. Es una cuestión de autoestima”.

Cada quien tiene una historia de vida que ha formado su carácter, por lo que, para evitar cualquier conflicto, es recomendable el respeto a la hora de comunicarse. “Cada persona tiene su propio mundo y debe compartir con el mundo del otro, pero sin presiones”, señala Oporto.

Además, es aconsejable que los roommates tengan estilos de vida similares y que se fijen reglas. “Si alguno de los compañeros de casa es de los que arman fiestas y si tú no estás en ese ritmo, la casa se convertirá en una disco, aunque no te guste”, considera Gallegos.

Ese aspecto se aplica tanto a los horarios como a los hábitos: si la persona fuma, tiene mascotas, es vegetariana, alguna alergia... “Desde el principio hay que establecer las diferencias, haciendo énfasis en lo que hay que hacer o lo que no”, menciona.

Antes de mudarte con un compañero de departamento o casa, asegúrate de que sus ingresos sean fijos y éste pueda cubrir los gastos del hogar. Si bien debes tener paciencia en caso de que haya un imprevisto, no permitas que sus problemas después se conviertan en los tuyos.

Los hábitos que tenga cada uno van a pesar para una buena convivencia, por ello los roommates deberían ser similares. “La idea es que ambos estén en la misma sintonía de limpieza, orden y trabajo”, precisa Gallegos.

Lo más importante es que después del trabajo o estudio llegues a un sitio donde puedas descansar y relajarte, no donde te estreses o sientas incomodidad. “Es bueno interactuar con los que vives: ver un partido, hacer una cena... pero es vital el tener claras las reglas, como la limpieza y el espacio de respeto”, agrega la especialista.

Costumbre

En países industrializados, los jóvenes por estudios y trabajo comparten casa con otras personas. La costumbre también se ha extendido a Bolivia, donde se comparte una vivienda para abaratar costos.

Sexos

Cuando compartes casa en un ambiente mixto hay más probabilidades de fricciones por el uso del baño porque mujeres y hombres tienen hábitos muy distintos en estos espacios de higiene. Pon las reglas claras.

Reglas

Coordina horarios para usar la lavadora, tender la ropa, cocinar, ducharse y limpiar. Asigna espacios en el refrigerador y la despensa para las cosas de cada quien. No toques las cosas de los otros sin permiso.

Fuente: Lizette Gallegos (70621594) y Katia Oporto (79113881), psicólogas.

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