Muchos padres se confunden y suelen decir que sus hijos son flojos porque no quieren leer o estudiar, pero cuando se trata de salir a jugar se les quita ese cansancio y son más enérgicos que cualquier otro niño. En ese caso, los flojos serían los padres, porque no son capaces de exigir y poner límites a sus hijos para disciplinarlos. Hay cierta diferencia que los padres deben tener siempre en claro.
¿Tiene esa ligera sospecha (o certeza) que su niño es muy flojo? Un niño perezoso es aquel menor que tiene un desinterés por realizar sus deberes, la falta de energía lo limita no sólo a estudiar o hacer tareas, sino también a la hora de jugar con los amigos o salir al parque. Si en algún momento observa este comportamiento, ese cansancio de su hijo inclusive para divertirse, es porque realmente algo le está sucediendo y debemos investigar el por qué.
Las causas pueden ser diversas, entre las cuales hay: Una mala alimentación, alguna enfermedad física, problemas emocionales, falta de rutina, desmotivación, falta de autonomía, desinterés, entre otros.
¿Qué hacer para evitar este comportamiento?
Lo básico es enseñarles a nuestros hijos el verdadero significado del esfuerzo y actuar con responsabilidad en cada acción que tomen.
Es importante que sepamos poner rutinas en el hogar como recoger los juguetes después de jugar, o lavar su plato después de comer, tender la cama.
Además, la asignación de responsabilidades debe ser constante y compartido entre todos los miembros de la familia para que él sepa que el esfuerzo es de todos.
Mostrarle nuestra confianza, para que se sientan cómodos de hacer sus actividades sabiendo que nosotros estaremos ahí para apoyarlos. Eso incluye buscarle una motivación para que de esa manera, su autoestima aumente cada día más.
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