La vida en la escuela ocupa muchas horas y ofrece miles de experiencias que impactan a los niños y niñas para toda su vida. Lo que viven en la escuela, cómo se relacionan con maestros y compañeros y, sobre todo, cómo se les enseña a manejar sus propias opiniones y sus emociones es más importante que el propio programa de aprendizaje con todas sus materias.
Esta lectura corresponde al pedagogo Carlos Ávila y fue hecha pública en el portal salud180.com para recomendar dos factores simples, pero muy importantes en el fortalecimiento del autoestima de los pequeños.
Un niño que a través del trato sano y positivo por parte de los adultos es respetado y valorado, donde sus ideas acordes a su edad o sus emociones como el enojarse o el entristecerse son validadas, crecerá con la confianza de lo que es y lo que puede hacer:
Llamar a los niños por su nombre; decirle a un niño: “heeyy tú” “Niño ven” etc. es decirle, “no sé cómo te llamas, no sé quién eres”. Dar un nombre es dar identidad, es darle un significado a las cosas; para un ser humano su nombre es lo que lo distingue de los demás, es un primer paso para decirle que es persona e individuo.
Escuchar su opinión: A toda edad un niño tiene algo que decir, algo que opinar, y aunque el razonamiento no sea el acertado o completo, el permitirle opinar es decirle, eres importante, puedes pensar, eres inteligente.
Exigir y reclamar con mucha precisión
A toda persona, sobre todo a los niños, es conveniente decirles lo que pueden hacer mejor, pero nunca relacionar su conducta inadecuada con su persona; es decir, no es lo mismo decirle a un niño “van cinco veces que no limpias tu cuarto” a decirle “eres un flojo nunca limpias tu cuarto”. Un niño o un adulto siempre es valioso, independientemente de que lo que haga esté “mal”.
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