Se escucha en muchas ocasiones: "mi pareja ya no es la misma desde que es papá o desde que es mamá” y esto se debe a que las formas en que reaccionamos las personas ante una determinada crisis no es la misma. Se llama crisis en el ciclo vital de la pareja a ciertos eventos críticos en el desarrollo y evolución por la que toda pareja atraviesa.
Estos eventos críticos suelen desencadenar periodos de estrés y ansiedad, hasta que haya una adaptación ante la nueva situación. Una de la crisis en la pareja se genera al llegar los primeros hijos. Este gran cambio implica una mayor responsabilidad de parte de los nuevos padres hacia el hijo. Los hombres que han estado de observadores durante el embarazo, al llegar el bebé y enfrentarse con la realidad de su presencia pueden alejarse emocional y sexualmente de ella, por la sobrecarga de estrés relacionado con su papel de proveedores.
Llega la preocupación y los pensamientos de si podrá o no satisfacer todas las demandas económicas de su familia, si podrá o no cuidar tanto a su mujer como a su hijo/a, cómo hará para mantener el trabajo, o buscar uno nuevo y mejorar el ingreso económico de su familia. Esta ansiedad no le mantiene más que enfocado en satisfacer toda la parte económica y material de su hogar, centrándose solo en el trabajo.
Esa es la manera en que muchos hombres demuestran el amor por su familia, al intentar proveerle con todo lo necesario, sin darse cuenta de que pueden estar descuidando la parte afectiva.
El alejamiento emocional del hombre suele deberse también a que observa nuevas conductas en su pareja.
Pero muchas mujeres concentran toda su atención en el bebé, descuidando por completo a su pareja, alejándolo de manera inconsciente al no brindarle ni atención, ni amor. Descuidan por completo su relación conyugal bajo la premisa de que el bebé les demanda todo su tiempo. La mujer no debe olvidar que su esposo es tan importante como su bebé y que el éxito de mantener a su familia unida depende de ser equilibrados -ambos- en la atención de su relación.
Tras la paternidad o maternidad parece que el erotismo y la sexualidad se apagan de repente. El deseo que sus esposos/as tenían durante el enamoramiento o antes de la llegada de los primeros hijos se ha extinguido por completo. Este alejamiento suele estar ligado a los cambios físicos por los que atraviesa la mujer luego del alumbramiento. Es evidente que se encuentra todavía hinchada, flácida y adolorida. Y es probable que le tome un tiempo antes de llegar a tener el cuerpo que tenía antes del embarazo.
Es un factor por lo que el hombre puede llegar a perder el interés sexual por su pareja, porque los hombres reaccionan con excitación ante un estimulo visual atractivo. El hombre reacciona de manera más visual que sentimental.
El alejamiento sexual también está ligado al cansancio y a la concentración de energías en factores que consideran mucho más importantes en ese momento, como conservar su trabajo, por ejemplo. Así como también puede alejarse porque su mujer es la que ha perdido el interés sexual por cuestiones de cansancio o factores sicológicos (no se siente segura ni confiada con su cuerpo) y factores hormonales que se normalizan con un poco de tiempo.
Sin embargo, este alejamiento puede evitarse si ambos ponen de su parte para que ello no suceda. Se debe fortalecer los lazos afectivos con la pareja tratando de buscar momentos a solas con ella para poder hablar sobre sus sentimientos, sobre todo no se debe perder la comunicación.
Cuando los hijos crecen un poco y pasan los tres primeros meses críticos después de su nacimiento, se puede buscar ayuda con una persona de suma confianza, como la mamá o la suegra, y tratar de salir solo con la pareja a cenar, al cine o a dar un paseo, por lo menos una vez por mes.
Como mujeres debemos estar bien físicamente, no solo por nuestro cónyuge, sino por nosotras mismas, porque nuestro equilibrio debe ser tanto emocional como físico, y para esto un primer objetivo es retomar actividades que nos ayuden a sentirnos bien con nuestro cuerpo, con cómo nos vemos, y de esta manera evitar sentiremos inseguras y evadir todo contacto físico con nuestra pareja bajo la premisa de "no quiero que me vea”.
Todas estas inseguridades son transmitidas a nuestro esposo, de modo que él percibe que nosotras nos hemos vuelto frías o que gozamos poco con la intimidad y evidentemente esto le quitará las ganas.
De pasar con éxito esta crisis en la pareja, dependerá en gran medida de cuánto interés y voluntad tengamos en fortalecer diariamente los lazos afectivos y sexuales con nuestra persona amada.
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