La rebeldía del adolescente es la principal dificultad con la que deben lidiar los padres, quienes notan que sus hijos tienen cambios de humor repentino, transformación en su carácter y comportamiento, que ya no son los chicos dóciles y obedientes, sino que comienzan a protestar, a romper las reglas establecidas y a discutir constantemente.
Al respecto, la doctora en psicología Margaret Hurtado, explica que la rebeldía no debe ser tomada como algo negativo, sino, por el contrario, como un aspecto que servirá en el futuro al adolescente para formar su identidad adulta, tomando en cuenta los factores que implican y los consejos para sobrellevarla.
“Por qué imaginar que solo los chicos malos son rebeldes. En ocasiones, los padres piensan que el vínculo creado con los hijos desde la niñez evitará que en la adolescencia la relación sea álgida y esto no sucede así. La rebeldía depende de muchos factores, entre ellos la pubescencia que es la maduración de los órganos sexuales secundarios y primarios, lo que conlleva todo un cambio hormonal”, asegura Hurtado.
CAMBIOS NEUROLÓGICOS
La psicóloga explica que existe un cambio a nivel neurológico, una etapa en la que se abandona las operaciones concretas por las abstractas, las cuales se traducen en la manera en que el adolescente aborda la vida, diferente a la del niño y hace que el joven se convierta en un sujeto crítico siendo los padres los primeros en ser criticados.
“El adolescente está en la búsqueda de lograr su independencia, identidad e individualidad con la familia, padres o personas que se constituyeron en su figura de identificación filial. En esta etapa se rompe con los primeros amores para alcanzar la identidad que le permitirá a mediano plazo lograr la intimidad en pareja, no sólo en el ámbito sexual, sino de comunicación entre pares”, explica la psicóloga.
La profesional afirma que el adolescente va a criticar a sus padres para calificar o descalificar, actitud que considera positiva. Esto daría pie a que surja la rebeldía que en ocasiones hace que confunda el colegio con la casa. Y eso lo saben los maestros de secundaria, porque si en primaria los alumnos los aman en otro ciclo los critican.
“En sexto de secundaria los alumnos hacen críticas muy agudas y ácidas a sus maestros.Critican a la persona por su aspecto físico si es gordo o flaco, alto o bajo, le ponen sobrenombres, etc. En casa sucede lo mismo, porque ellos se consideran seres nuevos, personas que están empezando a escribir su historia en una página en blanco”, explica Hurtado.
Según la psicóloga, el adolescente se siente único y considera que nadie ha tenido una vida como la suya, aspecto que es muy saludable, porque da cuenta que como padres y educadores han sabido conducir a sus hijos durante la infancia por el buen camino, de tal forma que se logre su identidad, independencia e individualidad.
“En cambio, si como padres y educadores hemos sido perversos, nuestro hijo adolescente no va a ser rebelde, va a aceptar que nosotros pretendamos ser sus mejores amigos y sus confidentes, postura que no señala nada positivo para el adolescente, porque querrá decir que no cumplimos con nuestro rol de padres, que los hemos convertido en una persona dependiente, es decir en una variedad clínica psicopatológica”, dice Hurtado.
Con el desapego parental, el adolescente tiene preferencia por sus amigos por encima de su familia. Considera que todos son sus amigos, le importa mucho el qué dirán, quedar bien con los demás y ser aceptado, porque es una forma de saber que efectivamente se independizó e individualizó y está logrando formar una identidad saludable para interactuar con los demás.
“El adolescente no se olvida de amar, simplemente que el amor de la familia lo traslada a su grupo de pares. Entonces tiene en su grupo al que le debe lealtad, ya comienza a manejar situaciones de carácter abstracto en etapas en las que logra ingresar a una agrupación, pandilla o club de amigos”, agrega Hurtado.
NEGOCIAR
Otra de las principales dificultades que tienen padres e hijos adolescentes es el negociar los permisos, no tanto el horario de salida, sino el de llegada a casa, que muchas veces no se respeta. Entonces los padres optan por llevar y recoger a sus hijos a la hora que sea, debido a los peligros que corren en una ciudad que es cada vez más violenta.
“El negociar los permisos no es cuestión de permitirles salir cada fin de semana para que sociabilicen, sobre todo, hasta altas horas de la noche, pues existe el riesgo de que el adolescente al estar formando su identidad sea vulnerable y pueda caer en manos de personas que lo lleven a seguir una adicción o se involucren en trata y tráfico”, enfatiza Hurtado.
La psicóloga concuerda que los permisos se negocian, pero no hay que perderle de vista, porque una cosa es que ya sea grande y otra muy distinta que mi hijo adolescente haga lo que le parezca, sino dentro de lo que él quiera hacer, llegar a acuerdos y poner los límites.
“De igual manera se debe enfocar el tema de la sexualidad, porque el adolescente, emocionalmente todavía no está listo para este paso, pero físicamente muchas veces está preparado para tener su primera relación sexual, con la aparición de la menarca la primera menstruación en la mujer y espermaquia la primera eyaculación del varón” recuerda Hurtado.
La psicóloga asegura que para evitar discusiones innecesarias, que de vez en cuando siempre las habrá, es importante no imponer castigos a largo plazo en cuestión de salidas a fiestas o de restricción al celular, porque esto llevará a que en algún momento el adolescente piense en escapar.
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