Los hijos adolescentes necesitan de papás capaces de poner límites y de conservar su rol, pero también es importante que puedan tener ciertas opciones respecto a algunos asuntos. En ediciones pasadas hablamos de que lo ideal es tratar de encontrar un equilibrio en la educación evitando ser muy permisivos o muy autoritarios.
En temas relacionados con la moda, posiblemente lo aconsejable es seguir esa misma línea, ya que por lo general cuando llega la adolescencia, los papás se asombran y hasta horrorizan por cómo visten sus hijos. Las frases: “¡pero qué pinta llevas!” o “ni loca sales vestida así” nos suenan familiares y es que más allá de decírselas hoy a nuestros retoños, quizá nosotros mismos las escuchamos de nuestros padres. El pelo largo, los pantalones rotos, más de dos aretes en las orejas, cazadoras de cuero, zapatos “mamarrachos” y otras prendas de épocas pasadas también horrorizaban a nuestros padres y ahora sucede lo mismo, y es que hay que tener en cuenta que cada época tiene sus tendencias, obviamente dentro de lo que se podría definir como una moda o tendencia coherente. La única diferencia es que ahora quizás los hijos comienzan antes a imponer sus propios gustos, eso sí, idénticos en la mayoría de los casos a los de sus amigos o a los que imponen las celebridades o cierto programa de moda. Y es que a partir de una edad la ropa suele ser como un código que representa un “estilo”, aunque a veces se abandera de forma incoherente y algunas tendencias son muy extremas, así que en estos casos específicamente lo aconsejable es marcar límites razonables y permitirles la libertad de elección dentro de algunos márgenes.
Elegir la ropa les permite manifestar que ya no son pequeños. Por eso, cada vez que los mayores les recriminamos por su forma de vestir, les mandamos un mensaje de desconfianza.
Un aspecto muy importante que debemos tomar en cuenta que no se trata de hacer que nuestros hijos se vistan de la manera que esperamos o queremos. Hay que tener en cuenta que vivimos en otra época y somos parte de una generación diferente, con tendencias diferentes.
“Marquitis”
La “marquitis” afecta a muchos de los adolescentes y jóvenes de hoy en día, incluso ya desde niños. “Mamá quiero unas Converse”, “Necesito unos Levis” o “quiero los Adidas que están de moda”… Éstas son exigencias conocidas para una mayoría de papás y la pregunta que sigue a esta cuestión es: ¿las quieren por qué de verdad les gustan o las necesitan? Desafortunadamente, no. Sólo están de moda, sus amigos las llevan y al tenerlas se sienten parte del grupo. La ropa de moda muestra quién está al día y quién no y también en muchos círculos sociales llega a ser un regulador de quién merece tener amigos y ser reconocido socialmente.
Pero debemos estar conscientes que esto no es sólo culpa de ellos, y que muchas neces nosotros como padres somos los primeros en caer en esto. Quizá se deba al marketing o que atribuimos automáticamente que las cosas de marca son de mejor calidad y duran más.
Muchos psicólogos, pediatras y educadores coinciden en que los padres no debemos acceder a todo lo que nos piden, sino enseñarles que en la vida no se puede tener todo. Con esto, preparamos a los niños para un futuro en el que tendrán que decir “no” a muchas cosas. Esto también sirve a la hora de hacer ver a los niños que por muy bonita que sea la publicidad de unas zapatillas, eso no significa que sean las de mejor calidad, sino tan solo las más conocidas.
Es importante que como papás hablemos con nuestros hijos sobre sus necesidades reales, y escuchar el por qué de su elección. A partir de sus respuestas deberíamos tratar de hacerles ver el valor y la utilidad real de las cosas. Hay que tratar de entender sus planteamientos de pertenencia a un grupo con ciertas características estéticas, que suelen ir de la mano con un presupuesto excesivo, pero también ayudarles a ver que las marcas no son un seguro de felicidad. La idea es que entiendan y no se sientan juzgados o que le quitamos importancia a sus gustos porque también es una forma de generarles inseguridad. Tal vez lo ideal sería que entiendan que ir diferente del grupo a veces puede ser mucho más interesante y original que estar uniformados.
Algunas pautas
Con relación a la moda es cierto también que a una gran mayoría de los papás nos gusta que nuestros hijos estén a la moda, pero sin ser muy absorvidos por ella. La web solohijos.com da algunas pautas que te ayudarán a hacerles reflexionar:
• Considera si puedes ser una víctima del consumismo. Haz un listado de los gastos superfluos o de las cosas innecesarias que te has comprado en el último mes. ¿Podrías vivir sin ellas? ¿Cómo sería tu vida si no las tuvieras?
• Ten en cuenta que la imagen que damos informa cómo somos. Una cosa es cómo te ves tú, y otra muy distinta cómo te ven los demás. Puede que no te importen los demás, pero sí debes tener en cuenta el mensaje que les estás dando sobre tu persona.
• No te disfraces ni te exhibas. Si haces lo primero estás ocultándote en tu forma de vestir y estás impidiendo a los demás conocerte. Si haces lo segundo estás violentando a los que te miran, estás mostrando tu intimidad sin pudor. En ambos casos les estás engañando.
• Analiza si ese cambio de imagen ha repercutido en tu vida: estudios, amigos, aficiones, etc. Si ha revertido en tu humor, en tu forma de estar en casa, de contestar a tus padres.
• Piensa por qué quieres hacerte un piercing: ¿por imitar a los demás?, ¿por diferenciarte? Reflexiona sobre quién quieres ser y sobre la imagen que quieres dar a los demás. Si con ello buscas marcar tu personalidad, caes en un error, porque la personalidad no está en lo que se lleva, sino qué surge de dentro. Algunos jóvenes confunden tener criterio propio con ponerse un piercing, cuando, por la misma razón, no llevarlo podría ser síntoma de personalidad propia. Puede que un piercing te haga sentirte mejor, pero en realidad no lo hace.
• Sé consciente de la edad que tienes. ¿Quieres parecer mayor o menor? ¿Por qué?
• Razona. La razón “porque me gusta” muchas veces no es otra cosa que una dictadura del subjetivismo y que, como tal, no tiene valor objetivo. Aunque a uno le guste lo feo, lo cochambroso, lo tosco, e incluso se presenten como una alternativa estética, no por ello dejan de atentar contra el buen gusto, es decir, contra la capacidad de saber sacar gusto a las cosas.
Como papás debemos recordar que cada época ha tenido sus manifestaciones de la moda, sus tendencias, su estética, todo ello representa indiscutiblemente una forma de romper con la generación anterior. Así que tampoco es aconsejable oponerse rotundamente sin tomar en cuenta esos aspectos y sería muy positivo echar un vistazo a su armario y de acuerdo al estilo que quiere tener, darle algunos consejos para hacer que luzca mejor.
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