Hay muchos tipos de madres y no todas aciertan en cómo hacerlo, también existen madres tóxicas que causan mucho dolor por su estilo de crianza y por un apego malentendido o por una proyección de deseos frustrados impuestos en sus hijos e hijas.
Pero la mayoría de las madres nos quieren y nos cuidan con una responsabilidad y entrega inconmensurable. Tu madre estará ahí, incluso cuando el resto se haya ido.
Incluso cuando no sepas quién eres, cuando estés en lo más bajo.
Hay que reivindicar su labor, tan minimizada, invisibilizada e incluso menospreciada
a veces. Para muchos el mayor orgullo de nuestra vida es haberlas tenido con nosotras/nosotros.
Las madres renuncian a muchas más
osas de las que imaginamos para criarnos
y hacernos felices. Hace algunos años
renunciaban prácticamente a todo porque
la sociedad no les permitía ser madres,
mujeres y trabajadoras a la misma vez.
Ahora es distinto, se ha evolucionado positivamente, pero todavía queda mucho camino por recorrer hasta el día en el que
una madre no renuncie a nada por querer tener un hijo y criarlo sin sentirse culpable.
Aún así, las madres renuncian y en ocasiones, se produce un pozo de tristeza dentro de ellas, quizás lleno de otros sueños también importantes que nunca se llevaron
a cabo…
Para muchas madres ha sido así: su vida, su proyecto. Nadie ahora tiene el derecho de criticarlas ni juzgarlas, porque asumieron el único papel que les dejaron y que han llevado a cabo con brillantez.
CUANDO PARECE QUE TODO VA MAL, ELLAS SIEMPRE ESTÁN AHÍ
Ellas nunca te van a abandonar, por mucho que digas que ya no la necesitas… las madres saben que cuando los hijos dicen esas cosas es cuando hay que estar a su lado más que nunca. Volverán a estar contigo, a refugiarte en su hogar que es también el tuyo.
Irás sanándote de las heridas de la vida porque tu madre con su naturalidad y su compañía te da calma, abrigo, comprensión… es a su lado dónde vuelves a entender que no has perdido el norte, lejos de todo estrés y convencionalismos; es cuándo eres más tú que nunca.
Son nuestro refugio, nuestro norte, tienen nuestro corazón y no queremos ni imaginarnos que pasará cuando ellas ya no estén. Es por ello que ahora, en vida, tienes que hacerla feliz y darle tu cariño.
Dedícale el tiempo que se merece y ten presente que como ella te ama, nadie lo hará. El amor entre madres e hijos es inigualable. Siempre hay tiempo para disfrutarlo, porque es lo más sincero y maravilloso de nuestra existencia.
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