lunes, 14 de diciembre de 2015

Siete trabas que apagan la ilusión de recuperar una pronta libertad

Las historias de Edelfina M. (63 años) y Narcisa G.J. (65 años) son realidades que muchas de las privadas de libertad atraviesan a diario, pero que en el caso de la tercera edad, son situaciones desesperantes cuando el tiempo de la vida se acorta.

EDELFINA

“Yo no quisiera morir aquí, no puedo morir aquí. Tengo una mamá de 96 años que depende de mí, la dejé con la cadera fracturada y necesita alguien que la vista y la lleve al baño”, menciona Edelfina al señalar que la cárcel acelera el ocaso de cada una ahí adentro.

Al ingresar, por el delito de estafa, gozaba de una salud plena, sin embargo en los siete meses que lleva dentro ha visto deteriorar su salud rápidamente.

“Podía haberme acogido al indulto, pero esa gente -el denunciante- me amarró con 7 procesos por el mismo caso”, cuenta Edelfina al explicar que por una deuda, su contraparte le interpuso otros procesos por falsedad, estelionato, asociación delictuosa, gastos y perjuicios, entre otros que ya no recuerda.

NARCISA G.J.

Esta mujer de 63 años tienen dos sentencias por delitos relacionados con la Ley 1008, el primero con una condena de 10 años y el segundo de 12.

En su primera reclusión logró salir con una fianza de 500 bolivianos, pero nuevamente la atraparon por el mismo delito. “Me dijeron que tenía que tener más cuidado pero igual me denunciaron y me atraparon manejando precursores”, lamenta.

Siendo víctima de violencia decidió separarse de su pareja y nunca tuvo hijos, sus dos hermanos mayores murieron y tras varios años en la cárcel gastó todo lo que tenía y pide prestado para pagar a un abogado. “En la segunda detención el abogado me dijo que podía sacarme con 5 mil bolivianos pero yo no tenía ese dinero”, relata.

La primera condena no fue apelada y fue ejecutoriada con 10 años, la segunda -de 12 años- logró reducirla a 10 en Sucre, sin embargo la juez no dio curso y ratificó la pena de 12. Habiendo cumplido 7 años en prisión y redimido su pena en 1 año y medio por estudios y trabajo, Narcisa nuevamente ha recurrido a un préstamo de conocidos para pagar a un abogado que le permita ejecutar su pena y acceder al beneficio.

Pese a los beneficios que manda la Ley de Ejecución Penal y la reciente Ley de Indulto, los sueños de reclusas de la tercera edad se truncan por diferentes aspectos, según Régimen Penitenciario y Pastoral Penitenciaria;

1) Algunos fiscales, así como los jueces no consideran las medidas sustitutivas como la fianza, la detención domiciliaria, arraigo o presentación periódica ante la fiscalía, antes de determinar la detención preventiva.

2) Cuando los abogados logran las sustitutivas, las fianzas son muy elevadas para los reclusos.

3) Los abogados continúan con las viejas prácticas de dilatar los procesos, ya sea como estrategia para evitar llegar a la sentencia o por evadir su responsabilidad por falta de tiempo.

4) Por otro lado, la excesiva carga laboral de los funcionarios de Defensa Pública impide brindar un acompañamiento oportuno a las reclusas.

5) Algunas de ellas no pueden acceder a los beneficios como el indulto o extramuro por no contar con documentación básica, como carnet de identidad y certificado de nacimiento.

El abandono de familiares y amigos, agrava su situación cuando no hay quien pueda agilizar sus procesos o trámites administrativos.

6) Para optar a salidas alternativas como el juicio abreviado, no todos los implicados en el delito quieren acogerse a este procedimiento.

7) Tener más de un proceso, que no haya sido ejecutoriado trunca la salida por vías alternativas o indulto.

Ni un día perdido y lleno de esperanza

Desde que llegaron a la cárcel, estas mujeres no han dejado de pensar en el día que saldrán en libertad; cada una lleva la cuenta de los años, meses y días que está recluida.

Martha, cuenta con los dedos los años que purga una pena por un delito que asegura no haber cometido, mientras su salud se deteriora.

Desilusionadas sin resultados prontos

Narcisa G.J. perdió toda motivación de seguir trabajando y estudiando para reducir su pena. Los años que consiguió restar por el beneficio de la redención de la pena más los que ha permanecido presa ya sobrepasan el tiempo de su sentencia.

Sus papeles fueron retenidos sin explicación en una oficina de ayuda a reclusas.

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