jueves, 14 de julio de 2016

El mutismo selectivo



El mutismo selectivo (MS) es la imposibilidad de utilizar la voz para comunicarse con personas que no forman parte del círculo familiar más íntimo de un niño o una niña. A largo plazo, si no se trata este trastorno de ansiedad, puede comprometer el rendimiento escolar, la adaptación social y el desarrollo psicoafectivo del individuo.

Son los maestros en el aula quienes pueden detectar este problema y transmitir esa información a los padres y profesionales para su respectivo tratamiento.

Diagnóstico
El MS comienza antes de los cinco años y si no es identificado desde el inicio de la escolarización, pueden pasar varios años antes de establecer un diagnóstico pues cuanto más joven es el niño, las familias suelen consultar menos.A medida que pasa el tiempo, esta supuesta “timidez” se vuelve una conducta desconcertante e incluso frustrante para el entorno. Se cree que afecta al 1% de la población, explica a ECOS el psicólogo-neuropsicólogo y docente de Psicología en la Universidad del Valle (Univalle), Elías Alaka Robles, que ofrece información basada en un estudio de “Le Mutisme Sélectif”, Asociación Ouvrir La Voix, Francia.

Detección
En la escuela —lugar de socialización del niño—, el maestro se da cuenta de que han pasado varios meses de clases y este estudiante no responde a sus preguntas, llegan a junio y él no habla con sus compañeros pero escucha atentamente las historias, demostrando comprensión e inteligencia en sus tareas escolares.

Es frecuente que a esa altura del año el profesor no haya conseguido que el alumno lo salude, le dirija una sonrisa o se despida agitando la mano, algo que a la larga desconcierta y preocupa, además de frustrar al entorno familiar y escolar.

“Algunos dirán que el niño es maleducado, está acostumbrado a salirse con la suya; otros creerán que tiene un carácter obstinado y se opone a la autoridad. Empero, no se debe considerar al MS como el rechazo al habla, sino como la incapacidad de hablar en determinadas circunstancias. El niño no lo hace a propósito, (sino que) no puede hacerlo. Es algo mucho más fuerte que él, no se trata de un capricho o que sea tímido”, sostiene.

La característica más frecuente de un niño con MS es que habla en el nido familiar pero calla en otras partes, especialmente en la escuela.

Origen del MS
El estudio de “Le Mutisme Sélectif” dice que las características comunes entre el MS y los trastornos de ansiedad sugieren etiologías semejantes. De acuerdo con esta investigación, los niños se inhiben porque no aprendieron a calmar la ansiedad que sintieron durante sus primeras interacciones sociales. Como se sienten mal frente a unos desconocidos que le piden que hable (cuando su habla aún está en construcción), tratan de evitar esta situación para disminuir su malestar.

Las reacciones de evitación son propias de cualquier organismo vivo que se siente en peligro. Pero eludir esa situación ansiógena cada vez que se presenta, aumenta la angustia. La familia, sensible al malestar del niño, le ayudará en el proceso de evitación hablando y respondiendo en su lugar.

Una vez que el problema se instala, el niño se acostumbra a controlar su ansiedad evitando dirigirse a los desconocidos y mostrando expresiones faciales, además de todo contacto visual.

¿De qué se trata?
“Cada maestro debería preocuparse cuando la conducta muda de un niño dura más de un mes, pues se podría tratar de un MS”, alerta Alaka.
En dicho estudio se identificaron dos tipos de maestros: los que creen que la ausencia de habla desaparecerá por sí sola (porque la adaptación al grupo es más lenta o se trata de un rasgo del carácter del niño), y los que piensan que esa actitud oculta un problema más importante que la timidez.

La cuestión es saber de qué se trata: ¿autismo? ¿síndrome de Asperger? ¿discapacidad mental? Como el MS es poco conocido, los maestros no piensan en esa posibilidad.

Si los profesores creen que el niño solo es tímido, no ayudarán a los padres y ellos, de su parte, no se sentirán apoyados por la escuela. “Si la única puerta que debería estar abierta para el niño y sus padres se queda cerrada, les resultaría difícil implementar un trabajo en colaboración con la escuela”, insiste el profesional.

Pasados varios meses de clases, él no habla con sus compañeros pero escucha atentamente las historias, demostrando comprensión e inteligencia en sus tareas. Es frecuente que a esa altura del año el profesor no haya conseguido que el alumno lo salude, le dirija una sonrisa o se despida agitando la mano, algo que desconcierta y preocupa, además de frustrar al entorno familiar y escolar.

¿Qué hacer?
Al igual que los niños disfásicos, autistas o deficientes mentales, el niño con MS requiere de atención especial ya que este trastorno de ansiedad y de la comunicación disminuye sus competencias comunicativas y sociales, lo cual puede repercutir en la edad adulta.

A partir de esta constatación, la primera reacción debe ser advertir a los padres del comportamiento enmudecido del niño en la escuela o el jardín de infantes.

“De hecho, mientras más rápido se alerte a los padres, ellos tomarán conciencia de la problemática. En el primer encuentro entre maestros y padres se debe saber si el niño también se comporta mudo en su casa, lo cual permitiría descartar un diagnóstico de MS o, por el contrario, reforzar la sospecha e ir más lejos consultando a un psicólogo o un logopeda”, enseña el psicólogo.

Algunos maestros consultan a un psicólogo escolar, aunque el menor no presente dificultades de aprendizaje.

Desde el momento en que el maestro ayude al niño y a sus padres, se constituirá en una persona importante a lo largo de su tratamiento. Alaka dice que sería ideal que la colaboración se realice junto con el psicólogo (especializado en terapia cognitivo-conductual), el logopeda, el psicomotricista, el fisioterapeuta y otros.

¿Cuál es el rol del maestro?
Los maestros son los indicados para transmitir información a los padres y profesionales en lo concerniente a las habilidades del niño. Los padres pueden no observar el comportamiento enmudecido de su hijo en el hogar y menos aún describir las relaciones sociales de él en la escuela.

Los maestros también ayudan con detalles al respecto cuando los padres del menor no dominan el idioma castellano, lo cual es bastante frecuente en consideración al número de niños migrantes que sufren de MS.

¿Se puede mejorar?
Es indispensable que la familia y la escuela entiendan los mecanismos que refuerzan el MS: para que haya mejoría, el trabajo en equipo es indispensable. Las técnicas de desensibilización de introducción progresiva o las de “cara a cara” demostraron eficacia para salir de los procesos ansiógenos y las conductas de evitación asociados.

Aunque se trata de un trastorno relacionado con la ansiedad, el MS es completamente tratable si se detecta durante la infancia y si se ayuda al niño a salir adelante reduciendo su ansiedad y haciéndolo un actor de su propia mejoría.

No todos tienen el mismo comportamiento
- Hay niños que no hablan con nadie e incluso evitan la mirada, mostrando a los demás un rostro inexpresivo y cerrado.
- Algunos se divierten y juegan en el patio con sus compañeros, pero en silencio.
- Otros tienen un amigo cercano que habla en su lugar interpretando sus gestos.
- Algunos alumnos más grandes tienen un lenguaje restringido en el colegio, no participan y son incapaces de recitar un poema o de exponer un tema.
- Si estos niños no reciben ayuda, la mejora no llega espontáneamente y tampoco sobrepasan ese estado.
Fuente: Redacción ECOS

Conclusiones y tratamiento
- El mutismo selectivo (MS) tiene un impacto académico y a la vez social. Los niños pueden sentirse excluidos a causa de su incapacidad para interactuar con soltura.
- Los maestros deberían tener una actitud calurosa y flexible, con el fin de disminuir la ansiedad que siente el niño.
- El objetivo debería consistir en aprender a conocer al niño, ganar su confianza y ayudarle a estar lo más cómodo posible en el ámbito escolar, evitado toda presión.
- La comunicación solo se desarrolla cuando el niño está menos ansioso. Es entonces cuando puede mostrar su potencial y convertirse en una persona en todo el sentido de la palabra.
- Con el fin de optimizar el diagnóstico y el tratamiento del MS, la Univalle habilitó un Laboratorio de Neurociencias, encabezado por el neuropsicólogo Elías Alaka Robles.
- En ese laboratorio se lleva adelante una serie de estudios para identificar el funcionamiento afectivo y cognitivo de niños con MS, facilitando su detección y posterior acompañamiento terapéutico.
- Los padres interesados pueden recabar más datos escribiendo a ealakar@univalle.edu o llamando al teléfono 464-34790, en horarios de oficina. Participar del estudio no tiene costo alguno.

Características del niño enmudecido
- El mutismo es una manera de vivir en el mundo antes de ser un trastorno, una patología o una discapacidad.
- El niño enmudecido a los tres años no percibe su diferencia de no ser por esa hipervigilancia que le distingue de los demás, pero su ausencia de habla no es discapacitante en el mundo de los pequeños.
- El niño enmudecido de cuatro años comienza a sentir una exigencia de parte de sus padres y del plantel docente. Debe ser como los otros niños, socializar y verbalizar. Al no conseguirlo, encuentra portavoces (un hermano a quien le habla al oído u otros niños que hablarán por él).
- El niño enmudecido de cinco años entiende que su diferencia es problemática. En ese momento empieza a sentir la ansiedad que resulta de su incapacidad para hablar, asociada a la obligación que tiene de hacerlo. Estas dos fuerzas antinómicas lo paralizan, perturban y angustian.
- Cuando el niño enmudecido no habla, la angustia se arraiga en un sentimiento constante de desvalorización y de fracaso.
- El habla permite salir de ese círculo infernal sin violentar lo que el niño es: un ser para quien la vida en sociedad no es obvia.
- Si bien para el conjunto de niños el habla es un acto natural de relacionamiento con los demás, para el niño enmudecido el habla está ligado al miedo de mostrar al otro su verdadera fragilidad ya que el infante inmediatamente siente su diferencia y su vulnerabilidad en un mundo en el que reina la amabilidad y la violencia, la simpatía y la maldad, la justicia y la injusticia, la honestidad y el hurto, la verdad y la mentira.
- Cual ángel del bien, el enmudecido querría vivir en un mundo de “buenitos”, y donde el carácter es el único criterio de selección.
- Sus amigos son necesariamente niños que no le harán daño, dado que él es incapaz de anticipar la maldad, de desviar la violencia, de lidiar con la ignorancia, de comprender que el mal existe.
- Mientras el niño crece en general aprendiendo a protegerse de los demás (mentir, golpear, gritar), el niño enmudecido se cohíbe verbalmente de sus semejantes para protegerse con una armadura indestructible: el silencio.
- Frágil y fuerte a la vez, el niño enmudecido buscará por todos los medios escapar a su vulnerabilidad por medio de sus identificaciones familiares, su mundo organizado y la búsqueda de la serenidad.




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