Cuando recibimos por primera vez a nuestro niño en nuestros brazos miles de sentimientos se cruzan por nuestro corazón, desde la pasión loca hasta el miedo extremo.
Luego, viene toda la responsabilidad y el gusto de disfrutarlo cada día, cada mirada, cada sonrisa, cada expresión...
Pese a que nuestra vida cambió de golpe, que todo el desorden se vino encima y que las horas para dormir se convierten en oro puro... nada más con abrir los ojos y ver esa personita tan hermosa, te vuelve la energía.
Uno piensa de dónde salen esos nuevos sentimientos, miedos y hasta angustia de saber cómo lograremos críar a este pedacito
de vida que depende absolutamente de ti.
Y es que, la crianza es una responsabilidad que dura muchísimo tiempo; ya que cada etapa viene con un paquete de pequeños retos diarios hasta lograr ver el resultado, porque esta vida nueva es tu siembra y tu cosecha.
Cuando es chiquitito se parece a sus padres físicamente, y a medida que vaya creciendo también tendrá similitudes en el carácter, los hábitos y hasta en las respuestas.
Y es que la crianza va más allá de abastecer comida, techo, ropa, juguetes y educación. Supera todos los aprendizajes y logros académicos y laborales.
Una buena crianza es producto de grandes esfuerzos, de compromiso, responsabilidad
y madurez. Es necesario que cada día recuerdes que estás sembrando lo mejor de ti.
Tu hijo requiere caricias, charlas, apapachos, órdenes para que crezca con límites, respeto y dedicación. Enséñale que las caídas son para levantarse y que los logros son para disfrutar.
Es que la vida es así de simple, recibimos
lo que damos y nuestros hijos son el reflejo de lo que viven. Observa, cuando tú estás tranquilo y feliz, tu niño responderá en la misma medida; lo propio cuando estás en angustia o rabia, tu niño no se sentirá tranquilo y tendrá actitudes de berrinche y enojo, hecho que aumentará tu tensión, y solo si tú te calmas, tu niño recobrará su paz.
Medirás tu calidad de crianza cada día, porque tus niños son solo tu reflejo, tu producto.
Amará la naturaleza, si tu cuidas las plantas. Disfrutará de una mascota, si tú le enseñas
a amar y a educar a ese ser de cuatro patas. Respetará a su madre y a su padre solo si tú respetas a los tuyos.
Golpeará a sus compañeros si tú resuelves tus dificultades con violencia. Disfrutará de un libro si te ve leer. Cuando enfermes te cuidará, si lo cuidaste y cuando haya carencia en casa, verás su furia o su solidaridad.
Es que las cosechas de la crianza llegan rápido, si crias a tu hijo en un hogar de paz, será un niño capaz de adaptarse a sus experiencias. En tanto que, si vive en hogar de
tensión y angustia, responderá con dificultad y violencia.
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