jueves, 7 de enero de 2016

Las tareas domésticas también son cosa de niños

Queremos que nuestros hijos sean grandes personas. Les llevamos a los mejores colegios, les apuntamos a inglés para mejorar su comunicación y a deportes para que lleven una vida saludable. Nos esforzamos, incluso económicamente, para que su formación sea lo más completa posible. Y sin embargo, fallamos en lo fundamental. Porque nos olvidamos de que los médicos, los tenistas o los artistas también deben saber poner una lavadora, planchar una camisa o empanar un filete. Estamos tan cegados en su educación profesional, que se nos escapan algunos detalles de su formación como personas. Ocurre entonces, que no es hasta que no se independizan, y se plantan todos los fines de semana en casa, a dejar la ropa sucia y llenar el tupper de comida, que no nos damos cuenta de que hemos criado a unos hijos si no inútiles, sí extremadamente dependientes.

“Los padres y madres sobreprotectores, o padres y madres ‘helicóptero’ que sobrevuelan adelantándose a sus necesidades crean hijos inseguros y dependientes,”, adelanta la psicóloga Yolanda Cuevas, que insiste en la importancia de fomentar la responsabilidad y la autonomía desde pequeños con el aprendizaje paulatino de las tareas domésticas.

“Pensar que de niño las únicas responsabilidades son los estudios y pasarlo bien es educar en un mundo ficticio que no es acorde con la realidad, ni con su vida futura. Recurrir al ‘ya tendrá tiempo’ es justificar una educación que no es práctica ni desarrolla como persona paso a paso, y al final, con los años, los padres acaban quejándose que la casa parece una pensión y que van ‘a mesa puesta’. ¿De qué nos quejamos si han sido educados así?”.



Una edad para cada tarea

Si está claro que debemos educar a nuestros hijos en la convivencia en el hogar y en el aprendizaje de las tareas domésticas, la otra cuestión es cómo debe ser este aprendizaje. Para ello, lo primero que hay que tener en cuenta es que el proceso debe ir acorde al desarrollo del niño según su edad. “Entre el año y los cuatro, los niños evolucionan y repiten lo que hacen sus adultos, así que pueden empezar a realizar conductas como llevar cualquier objeto a su sitio” apunta Cuevas. En esta misma línea, entre los 4 y los 5 años, comienzan a demandar responsabilidades, por lo que es buen momento para contar con ellos para cosas sencillas como poner la mesa, corresponsabilizarse en el cuidado de mascotas o cuidados concretos de hermanos menores, en los que puedan ir desarrollando su capacidad. “Llegando a los siete años pueden empezar a tener autonomía para preparar la ropa del día siguiente y empezar a colaborar en tareas sencillas como barrer o limpiar el polvo”, continúa la psicóloga. Por último, lo ideal es entender que “entre los 9 y los 12 son totalmente capaces de realizar tareas domésticas y por altura recoger y colocar el lavavajillas, tender y recoger la ropa, e ir a comprar. Es un momento ideal para ir encargándoles estas tareas, ya que en esa edad el niño comienza a reclamar más autonomía y que le traten de forma más adulta”.



A estas ideas, la pedagoga Cristina Conde añade que “la mejor manera de realizar la enseñanza de las tareas domésticas es realizarlas con ellos diariamente. Es decir, que nos ayuden y les ayudemos a diario a realizar las tareas de su dormitorio, de sus juguetes, sus fichas, su bata para clase, su ropa, etc.”. Además de enseñarles con el ejemplo “es muy importante que premiemos todo lo que hacen bien con refuerzo positivo verbal ‘que bien lo sabes hacer solo ya’, ‘que mayor eres’… Y es que es mucho más importante que escuchen las cosas que hacen bien que las que hacen mal, ya que así se forman un autoconcepto positivo sobre sí mismos”.



Una educación también escolar

Jesús Salido Navarro, presidente de la Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) cree necesario resaltar que las tareas domésticas deben estar presentes en todos los ámbitos de la formación del niño y es que “las tareas domésticas las van a abordar a lo largo de toda su vida, por ello creemos en su enseñanza tanto en casa como en el colegio, porque defendemos una formación integral y no solo curricular del alumno”. Así, el presidente de CEAPA considera que es importante que los padres “trabajen con sus hijos la autonomía personal y la responsabilidad, que es parte del proceso de evolución como persona, y no entender las tareas como una ayuda, sino como una responsabilidad común de la que deben hacerse cargo todas las personas de la casa”, pero que esta también esté presente en la escuela.

Sobre cómo es esta educación en los colegios, Cristina Conde explica que “como en otros temas, la enseñanza de las tareas de domésticas es una obligación conjunta entre escuela y familia. Sin embargo, el único nivel educativo en el que se inculcan algunos aspectos relacionados con las tareas domésticas es en infantil”. Así destaca que por ejemplo, “en educación infantil al finalizar cada juego todos los alumnos recogen y colaboran en la organización de los juguetes en las cajas correspondientes. Habitualmente cada niño se encarga de limpiar su mesa, colocar su bata, coger sus fichas, colaborar en la colocación y recoger de los cubiertos en la mesa de comedor…”.

Matizando esta idea de que la educación en las tareas doméstica debe ser un concepto más social y no solo familiar, la psicóloga Yolanda Cuevas recuerda que por ejemplo “los programas de cocina con los más pequeños han sido importantes para la educación de la cocina”.



Las bases de la igualdad

Educar en las tareas domésticas no es sólo una cuestión de autonomía personal, sino de responsabilidad social. Y es que muchas veces, viendo nuestros teléfonos móviles o las pantallas interactivas de publicidad en las calles, pensamos que vivimos en una sociedad

moderna, pero cuando entramos en las rutinas de las familias, nos damos cuenta de que quizás no hemos avanzado tanto.

Según Cristina Conde, sería clave que “madres y padres inculcasen la igualdad a sus hijos, ya que ellos son el futuro de nuestra sociedad. Ellos son los que cuando sean mayores formarán la sociedad y tomarán decisiones. Las generaciones futuras gestionarán como han visto gestionar y tan solo un pequeño porcentaje realizaran o tendrán comportamientos diferentes a los que vieron a lo largo de su vida. Este es uno de los motivos por los que las sociedades evolucionan lentamente en el tema de la igualdad de género”.

Por eso es tan importante educar con el ejemplo y es que como recuerda Yolanda Cuevas “limpiar el baño, tender una lavadora o planchar no pueden ser cosas de madres ni de chicas. Lo que no pueden escuchar nuestros hijos nunca en casa son frases del estilo de ‘es que ella lo hace mejor’. Hoy en día hay niños que dicen que ellos no planchan, que cuando sean mayores ya les planchará su novia…”. Se trata por tanto de educar igual a los niños y a las niñas, repartiendo las mismas tareas, pero también de evitar ciertos comportamientos que resulten incongruentes, como por ejemplo “evitar que su padre se lo lleva a pasear mientras yo limpio sistemáticamente”, insiste la psicóloga.

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