La otra noche llegué a casa muy cansada porque tuve un mal día en el trabajo, mis hijos estaban discutiendo, no aguanté más y les grité, sé que estuvo mal", contó Miriam (nombre ficticio). Si esta historia le parece familiar, tome nota de estos consejos.
Inhalar y exhalar. El psicólogo Eduardo Sánchez indicó que los progenitores deben tomarse un momento para respirar, "tienen que tratar de relajarse y pedirle al hijo o hija que le espere un momento, así se calmará, ya que el enojo se contagia", apuntó.
Detonante. Sánchez señaló que "los padres o tutores ya conocen cuáles son los detonantes que logran sacarlo de control, en ese momento tienen que contar hasta diez o veinte, si esto no funciona puede irse a otra habitación", apuntó.
Señales. El profesional explicó que "antiguamente los progenitores no gritaban, cuando no les agradaba alguna conducta de sus hijos, estos últimos miraban los gestos en el rostro de su padre o madre y ya sabían que tenían que portarse bien. Los padres en la actualidad también pueden ponerse de acuerdo con sus hijos para que ellos reconozcan estas señales, ya que si no obedecen tendrán algún castigo, por ejemplo no tendrán permiso para salir con sus amigos".
Normas. Los padres deben poner reglas claras en su casa y los adolescentes tienen que memorizarlas, "para que no sea un hogar muy estricto, cuando los padres están descansando y los chicos hacen bulla, estos pueden decirles que están infringiendo la regla número tres, los muchachos ya sabrán de qué regla se trata", mencionó el experto.
Autocontrol. La psicóloga Lorena Gutiérrez sostuvo que "los gritos son reacciones que están acumuladas y no las sacamos", sin embargo debe existir un autocontrol.
Salud. La tensión se maneja, durmiendo bien, teniendo mente positiva, alimentándose bien, haciendo ejercicio, todo esto ayuda a que los padres hablen en tono más bajo, puntualizó el experto.
Efectos. Ambos profesionales mencionaron que entre las consecuencias de que el adolescente sea criado en un ambiente de gritos están: que el muchacho crece con miedo, temor, se vuelve rebelde, no acepta la autoridad, imitará la conducta de los padres, buscará malas amistades y se puede volver un delincuente.
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