jueves, 27 de agosto de 2015

Adolescencia: Mi hijo conversa poco conmigo



Tajantes y cortantes. Así suelen ser las respuestas de tu hijo adolescente. “No”, “sí”, “ya”, “no sé”, “no quiero”, “como digas” son algunas de las expresiones que usan sin importar qué les digas o les preguntes. Entablar una conversación fluida con ellos es casi imposible, mas no te alarmes, es natural.

Especialistas coinciden en que actitudes como las descritas son normales y pasajeras en los muchachos cuyas edades oscilan entre los 12 y 17 años, en la llamada “edad del burro”.

“Muchos papás se frustran por esto y hasta piensan que sus hijos ya no los quieren ni respetan”, pero no es así, dice el experto en psicología infantil y adolescentes Carlos Velásquez.

Su colega Mónica Soliz reafirma la idea al señalar que en esta etapa, el adolescente crea su propio mundo y los amigos pasan a ser el centro de atención. “Está saliendo de un estado en el que se sentía encerrado; antes debía esperar a que papá o mamá le den permiso para decir algo, ir a algún lugar o tomar decisiones, pero ahora su independencia le permite actuar solo, pensar de manera individual y conocer o experimentar cosas”.

Ambos aconsejan tener paciencia y mucho tino. “El peor error que puedes cometer es castigarlo porque no te da charla o porque no te contesta como tú quieres”, señala Soliz.

“No te desesperes, entiende que está pasando por un proceso y que necesita que lo apoyes, no que le des la espalda”, recalca Velásquez.

Lo importante es saber manejar bien cada situación. Intenta ponerte en sus zapatos, mas no dejes de trazar límites. Piensa que ya no es un niño pero no pierdas de vista que tampoco es un adulto. “No exageres con tus reglas, mejor ponle ejemplos. Es decir, pregúntale cómo se sentiría él o ella si tú le contestas con un grito o un ‘a ti no te importa’, esto le ayudará a reflexionar sobre su conducta”.

Fijar límites claros, aceptables y realizables facilitará el mantener relaciones sanas entre padres e hijos.

Velásquez aclara las diferencias entre adolescencia y pubertad, que si bien están íntimamente asociadas, son dos cosas distintas. La primera consiste en una alteración emocional y social que coincide con la segunda, en la cual chicos y chicas atraviesan por un cambio a nivel hormonal, “lo que genera descontrol en los adolescentes, ellos mismos no saben qué les está pasando y experimentan disconformidad ”, de allí la vinculación entre uno y otro proceso, afirma.

Como consecuencia, los muchachos tienden a rebelarse y asumen como “terribles” situaciones de la cotidianidad como pedirles: “¡apaga la luz y duerme temprano!”, “¡después de comer lávate los dientes!”, o “¡esa amiga (o) no es para ti!” Ahora, ellos consideran que ya están grandes como para tomar sus propias decisiones y hacer lo que crean conveniente.

Soliz aconseja a los padres ser pacientes y “no cometer el error de criticarlo dejando en evidencia que antes era obediente y ahora ya no, pues solo exacerbará su rebeldía”.

Estos cambios, pese a que generan conflicto, son naturales. No les temas ni pierdas la sensatez, actúa con inteligencia y con mucho amor.

Negocia

Dale pautas para aprender a negociar, si tanto le interesa ir a una fiesta, que te proponga la hora de retorno a casa.

Reglas

Sé paciente y abierto a sus ideas, pero de ti depende el cumplimiento de las normas; se respeta lo que se acordó.

Opciones

Busca opciones para que los chicos aprendan a escuchar y a ponerse en el otro lado; tú haz lo mismo.

Fuente: Carlos Velásquez y Mónica Soliz, psicólogos. Fotos: Archivo

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