Probablemente los padres estadounidenses no tengan los recursos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), pero cuando se trata de vigilar a sus hijos resulta fácil hacerlo gracias a los teléfonos celulares inteligentes.
En la actualidad existe una oferta floreciente de aparatos y aplicaciones para que los progenitores más preocupados por la seguridad o la disciplina de sus hijos sigan de cerca todos sus pasos, ya sea que estén chateando cuando se supone deberían estar durmiendo o sobrepasando el límite de velocidad cuando piden prestado el coche de mamá.
Entre el sinnúmero de originales aparatos, figuran llaves magnéticas, relojes localizadores, pulseras de estado de ánimo para los bebés, o incluso camas "inteligentes” capaces de indicar a los padres cuando los niños siguen despiertos después de pasada la hora de dormir.
La buena noticia para los padres es que la mayoría de estos dispositivos -especialmente aquellos que permiten espiar a los más adultos- están perfectamente integrados a los teléfonos móviles, de los que los adolescentes no se separan.
"Los padres quieren mantener el control de la situación, es una manera para ellos de sentirse tranquilos”, explica el profesor de criminología Sameer Hinduja, codirector del Centro de investigación estadounidense sobre el acoso cibernético.
Frank Lee, responsable de marketing de LG, es uno de estos inquietos padres. Le regaló a su hija de seis años un brazalete de plástico rosa para poder localizarla a cualquier hora.
Este pequeño accesorio, decorado con estrellitas, permite entre otras cosas hacer llamadas a números previamente programados o verificar si el niño se encuentra donde se supone debe estar. "Al principio, nos llamaba todo el tiempo”, recuerda. "Le dije que podía decirme si no lo quería utilizar, pero ahora ya no se lo quiere quitar”, cuenta Lee
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