Todo viene bien hasta que uno de esos comentarios con la intención fallida de ser gracioso estalla en medio del dialogo, abriendo paso a discusiones eternas. No comprendemos si el otro lo hace para molestarnos o si realmente sus chistes nos resultan inentendibles. Nos guste o no, el humor es una parte esencial de cualquier relación.
Cada pareja posee un lenguaje propio en el cual se entienden y se enamoran, construyendo de esta forma sus códigos. Esto además de ser gradual es la impronta que hace que cada vínculo sea único.
Hasta acá resulta claro, pero cuando este concepto se vuelve borroso, la relación entra en crisis. No significa que los dos nos tengamos que reír de lo mismo, sino de que ninguno se sienta ofendido con el humor del otro.
¿Por qué es tan necesario lograr esto? Porque el humor forma parte de la comunicación de la pareja y si eso falla es imposible que la misma pueda crecer y retroalimentarse positivamente. Muy por lo contrario, quedará estancada en confrontaciones que no conducen a ninguna parte.
Desde ya que es muy subjetivo lo que a uno lo hace reír o lo ofende, pero ese es un punto que ninguna pareja debe saltar, porque nunca podemos perder el registro del otro. También es cierto que muchas veces, en nombre del humor, se esconde una agresión disfrazada en un chiste, y por más que nos aseguren que no tuvo ese fin, sobrevuela el peso de la repercusión de la misma.
Cuando esto se vuelve repetitivo, es necesario ponerlo en relieve para darle un fin antes que se convierta en un patrón permanente de la dinámica de la pareja. Entendernos en el humor es un proceso que se elabora en cada vínculo y, si bien es espontáneo, también implica un conocimiento implícito de la persona que tenemos al lado.
El humor dentro de una relación puede tener múltiples usos, y es importante darnos cuenta para qué lo usamos y, de esa manera, entender la dimensión de su efecto.
PUEDE RESULTAR NEGATIVO SI LO USAMOS PARA:
Decirnos verdades. Cuando usamos los chistes para expresar lo que nos está pasando. Esto genera confusiones y malentendidos, porque nunca logra llegar del todo claro el mensaje que le queremos transmitir a nuestra pareja.
Para ofender al otro. Cuando sobrecargamos de contendido agresivo un discurso, no importa el formato que tenga, la consecuencia nunca puede ser positiva. Si esto se perpetúa en el tiempo expone al vínculo a un desgaste permanente.
Para escapar de diálogos serios. Cuando se usa el humor como comodín para evadir y no afrontar temas importantes. Esto genera un clima de tensión en la pareja que dista de generar risa.
A su vez, el humor se transforma en una herramienta positiva de la pareja si ambos lo toman como medio para distender la rutina sintiéndose a gusto con la complicidad que el mismo genera. Para esto es importante siempre escuchar al otro. La persona que tenemos al lado es la que nos va a marcar cuál es el límite de su humor. Saberlo es fundamental para que la comunicación no presente conflictos.
Reírse juntos es una de las partes que hace especial a una pareja. Aunque nuestro sentido del humor sea distinto, siempre debe existir el punto en el que ambos nos comprendamos y nos elijamos. Aceptarnos no es querer cambiar la forma de ser del otro, pero tampoco se trata de sentirnos incómodos con esa manera de ser. Siempre que exista una buena comunicación habrá una posibilidad de modificar conductas, porque como se suele decir: hasta las parejas imperfectas logran una relación perfecta si logran aprender de sus diferencias.
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