La imaginación desbordante de un niño puede hacer que vea seres de fantasía, pero también terroríficos, sobre todo por las noches. Esos personajes que cree que se esconden en el armario o están debajo de la cama lo perturban y asustan.
Ese tipo de miedos forman parte de su aprendizaje y son experiencias transitorias que lo ayudan a madurar. Los pequeños, entre cuatro y ocho años, viven una etapa en la que su imaginación vuela y cualquier historia que escuchan puede despertar temores. “Hay que tomar en cuenta que están en un momento en el que dan vida a todos los cuentos. Ven una sombra y ya piensan que es un monstruo”, comenta Alhena Alfaro, psicóloga familiar.
Esa es una de las principales razones por la que los pequeños desarrollan el pánico a quedarse solos. Ese estrés puede aumentar de nivel cuando los padres amedrentan al niño con ciertas historias o con temidos personajes que de alguna manera hacen que se sienta amenazado, en riesgo.
La socióloga Graciela Majluf explica que hay personas que manejan el miedo para ejercer control sobre otros y así lograr obediencia óptima. “Una forma de someter a las personas es con el miedo. Si alguien desea que un niño no salga solo a la calle se le dice que vendrá el ropavejero y que se lo llevará o usa la historia del roba niños”.
El miedo puede intensificarse con la oscuridad. Este temor se relaciona con el peligro y lo desconocido, lo cual crea incertidumbre y por ende aumenta la ansiedad en el pequeño. Los niños saben de esa sensación porque en la actualidad están conectados con el mundo exterior por medio de las pantallas. “Ellos tienen miedo a la oscuridad por influencia de su entorno, ya sea por los padres o por la televisión. Por ejemplo, si van a la casa de un amigo y ven dibujos animados donde hay monstruos que aparecen en la noche, lo interpretan tal cual y así nace el temor”, explica la psicóloga familiar Cecilia Prado.
Por lo tanto, las penumbras están asociadas a lo tenebroso y hasta peligroso. Alfaro señala que los roperos, corredores y debajo de la cama lo reflejan. “La oscuridad puede provocar vulnerabilidad en cualquier persona, más aún en los niños. Por eso temen subir a desvanes, bajar a sótanos, abrir el ropero en las noches o buscar sus juguetes debajo de la cama”.
Si tu niña o niño te avisa que hay un monstruo en el ropero o debajo de su cama, no lo ignores. Si lo escuchas y muestras interés podrás ayudarlo a superar su miedo y angustia. Ambas psicólogas aconsejan acompañarlo a la habitación, ver el espacio e incentivarle a que expulse ese miedo. “Si el pequeño lo dice es porque realmente necesita sentirse protegido”, expone Prado.
Tu niño puede malentender si niegas rotundamente la existencia de un ente y de esta manera puede aumentar su tensión. Para tomar control del problema puedes hacer lo siguiente, según recomienda y ejemplifica Alfaro: abre la puerta del armario y métete, o entra debajo de su cama gritando “¡fuera!” para después “agarrar” y “tirar” al monstruo por la ventana.
El miedo es una reacción normal y adaptativa ante situaciones que implican peligro o amenaza. Las emociones esconden una necesidad y es preciso identificar esa necesidad para enfrentarse al temor. Por ello, “los padres deben estar atentos a los requerimientos como amor o atención y reforzar la sensación de seguridad en sus hijos, y sobre todo creer en lo que dicen. Tal vez realmente estén en peligro y sientan la amenaza de un acosador o sean víctimas de bullying”, advierte Alfaro.
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