lunes, 9 de octubre de 2017

Mamás dominantes, amores agobiantes



Toda mamá quiere, sin duda, lo mejor para sus hijos, pero a veces sucede que lo que ellas creen que es lo “mejor”, no necesariamente lo es. Ser mamá es una gran responsabilidad y por supuesto que todas comenten errores, pero es importante que se tenga en cuenta que existe una línea delgada entre la lucha por ser una madre equilibrada y razonable, y la de amar patológicamente, que es aquella que considera que sus hijos son su propiedad personal.

“Una madre dominante es la que tiene el control absoluto de sus hijos en extremo, es una madre que, al controlar y realizarles sus actividades, logra generar en ellos una dependencia patológica que conlleva sometimiento, inseguridad, ambivalencia y frustración”, dice la psicóloga Nancy Cristina Rubín de Celis Espinoza, de PsicoConsulting.

Estas mamás están psicológicamente enfermas y tarde o temprano dañarán, algunas de manera irremediable, a sus hijos, no sólo limitándolos en sus capacidades de maduración y de toma de decisiones, sino haciéndolos terriblemente dependientes.

Las madres posesivas impiden que sus hijos crezcan emocionalmente sanos. Cuidan de ellos excesivamente y hasta obsesivamente, volviéndolos débiles emocionalmente, entonces huyen ante cualquier dificultad o problema a los brazos de la mamá para que les solucione el problema.

“Estos hijos sufren tanta angustia que se sienten perdidos sin su mamá. Son madres que con el excesivo amor sobreprotector hacia sus hijos los convierte en tiranos con el resto de la sociedad”, dice la psicóloga.

Probablemente conoces a una mamá con estos rasgos, de hecho podría ser la tuya, la de alguna amiga, prima o de tu novio o esposo.

M consultó con la psicóloga Cristina Rubín de Celis para resolver algunas dudas sobre este tipo de mamá y así puedas evitar convertirte en una o si por el contrario tienes que lidiar con una suegra así, sepas como hacerlo.

¿Cuán dañino es para un hijo (a) el tener una madre dominante?

Es totalmente perjudicial, ya que la dependencia físico-psicoafectiva de la madre al hijo, lo somete a vivir con inseguridad de sus acciones, a no actuar con criterio propio o incluso a no surgir o salir adelante como persona adulta porque siempre esperará que su mamá piense y realice sus actividades. Además de que esta inseguridad no sólo provocará angustia en él, sino conformismo “mi mamá ya lo hará por mí”, ante cualquier burla o amenaza su inseguridad les lleva a ser autoritarios, agresivos, mostrando que tiene la razón cuando no la tienen (porque la mamá los convirtió en tiranos), de sus equivocaciones nunca son culpables, la culpa siempre es de los demás o de las circunstancias. Estos hijos serán personas dependientes. Muchas veces buscan a otra “madre dominante” en su pareja.

¿Qué características tiene un hijo o hija de mamá dominante?

La “madre castradora”, sobreprotege, induce, domina, cuida, guía, orienta, suple, dirige, invade, ante esto, el hijo o la hija pierde sus “alas” para volar y debe mantenerse permanentemente atado al nido.

Es el pago por el cuidado y ellas lo hacen prevalecer, es la extorsión afectiva llevada a su máxima expresión, además del sentimiento de culpabilidad, ella me da tanto debo pagarlo, ella se quedó sola por mí, entonces debo cuidarla o quedarme a su lado y la pareja que escoja tiene que quererme con ella.

Son hijos que incluso en la adultez se muestran flemáticos, sumisos, con cierta inutilidad, ya que no realizan nada solos. Se convierten ante los ojos de los demás en niños grandes, sin metas, incluso sin la capacidad de tomar decisiones.

¿Cómo poner límites a estas mamás si toda una vida se creció así?

Se debe hablar con la mamá, con respeto, en un lugar neutral, siendo asertivos:

1. Confrontarla. Hablar de lo que molesta, usando declaraciones que contengan la palabra “yo” durante la conversación, ser amable, aprender a defender nuestra posición, parecer ceder un poco con palabras como “entiendo tu posición”.

2. Modificar tu pensamiento. Tú tienes el control y no tu mamá. Soy adulto, no niño. No aceptes sobornos como regalos, dinero, bienes, cuando se trate de buscar independencia, es preferible parecer orgulloso que seguir dominado.

3. Toma sus comentarios como un consejo, no como una ley. No aceptes sus comentarios como órdenes si no como sugerencias, no ataques, si estas a la defensiva no avanzarás, ya que generarás de nuevo manipulaciones y sentimientos de culpabilidad.

4. Utiliza comunicación asertiva.

¿Cómo afecta a la vida de casados un hijo (a) que viene de mamá dominante?

Afecta en gran magnitud, ya que hay intromisión de la “madre castrante”, en el matrimonio, logra incluso que la pareja se decepcione de su cónyuge, porque no dará seguridad ni estabilidad una persona inseguridad y dominada, a la nueva familia, tomando en cuenta que es complicado engranar con la pareja y sus costumbres, peor si se debe incluir a un miembro de la familia extensa como es la suegra con sus normas y reglas rígidas e impositivas.

Generalmente, si no asisten a terapia psicológica, después de muchos malestares, incomodidades, peleas, terminan en separación y/o divorcio.

¿Cómo evitar convertirse en una mamá dominante?

Cortar el círculo de madres dominantes, ya que las que somos madres dominantes fuimos hijas dominadas, y asumimos ese rol por lo que anteriormente vivimos.

Debemos dar el rol a cada miembro de la familia, al esposo como padre y autoridad y nosotras como madres llenas de amor sano equilibrado, dejando que nuestros hijos piensen y realicen sus actividades por si solos, guiándolos y apoyándolos hacia su autonomía. /



¿CÓMO IDENTIFICAR A UNA MAMÁ DOMINANTE?

• Una madre sobreprotectora y controladora, los hijos tiene que hacer lo que ella dice.

• Una madre que carece de vida propia, es una madre asfixiante, toda su vida está hecha entorno a sus hijos, incluso de las amistades de sus hijos. Cabe recalcar, que este fenómeno se da especialmente entre madres que por una razón u otra tienen que criar hijos solas. Madres solteras, viudas o divorciadas. No obstante, el fenómeno se da también en mujeres casadas y con pareja estable, pero en situación de que incluso el esposo es sometido o dominado por la esposa.

• Una madre manipuladora, chantajista, que llora, monitorea todo, amenaza, que pide compasión con tal de que sus hijos hagan su voluntad y que incluso las nueras o yernos hagan lo que ella dice (suegra “castrante”). Prohíbe la expresión de sentimientos que supongan algo distinto a lo que ella considera bueno, en ese sentido, es emocionalmente invasiva al “dirigir” la respuesta emocional de sus hijos por el camino que ella supone y decide que es correcto. Busca la forma que sus hijos la necesiten. Para que eso se logre sus hijos tienen que de alguna forma estar indefensos o tienen que ser protegidos, incluso son inductivas a situaciones, como me soñé que estabas mal, ¿te está tratando bien tu esposo (a)?, estas bien?, quieres que te acompañe al médico? Lo que busca es protegerlos y cuidarlos, en otras palabras, dejarlos en situación permanente de dependencia. Ante cualquier indicio de “rebeldía” a lo que ella quiere hacer, es para ella motivo, de creer que son malagradecidos y el sentimiento de culpabilidad que genera en los hijos le permite a ésta madre retornar al dominio.

• Una madre crítica del entorno, de las personas, pero permisiva con sus hijos. Lo que los demás hacen está mal, pero lo que sus hijos hacen o dicen, aunque sea incorrecto jamás será incorrecto para ella, genera en los hijos dependencia a la aceptación de la madre al ver la incondicionalidad y ese amor desmedido que no es recibido por el resto y esa comparación de la aceptación y rechazo tenderá a que siempre busquen la compañía materna.

• Una madre que no acepta que sus hijos crezcan, que sean adultos independientes, no deja que hagan su propia vida, se entromete y quiere dominar incluso a los nietos.

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