lunes, 18 de abril de 2016

La importancia de los primeros mil días de vida de un niñ@



El Estado ha hecho grandes inversiones para asegurar que los niños y niñas nazcan en condiciones que aseguren su buen comienzo en la vida (…) Sin embargo, la mortalidad infantil de 0 a 5 años es de 49 por 1.000 nacidos vivos, situando a Bolivia muy por encima del promedio regional (18 por 1.000).

Los primeros mil días de la vida de un niño o niña son esenciales para desarrollar sus potencialidades, lo cual depende de las oportunidades que tengan para crecer saludables, bien nutridos, predispuestos al aprendizaje, mentalmente alertas, emocionalmente seguros y siendo escuchados, y del acceso que tengan a servicios adecuados de salud, nutrición, educación y protección.

Durante este período de vida, los niños y niñas crecen más que el resto de su vida, su peso se triplica desde el nacimiento hasta el primer año de edad y crecen dos centímetros cada mes, y desarrollan hasta el 80% de su cerebro.

En este período se establecen las bases de la salud y de las capacidades que permitirán a las personas tener éxito en los estudios, participar en sus comunidades constructivamente y ser productivos en la vida adulta.

Las oportunidades de desarrollo de los niños dependen de tres pilares fundamentales: el ambiente de relaciones, en entorno afectivo y receptivo favorece el desarrollo del cerebro y de las potencialidades de aprendizaje; el entorno físico saludable y seguro que promueve el crecimiento protegido de enfermedades, riesgos y violencia; y la buena nutrición que garantiza el crecimiento y el adecuado funcionamiento de todos los sistemas incluyendo el desarrollo del cerebro.

Primera infancia boliviana?
El Estado boliviano ha hecho grandes inversiones para asegurar que los niños y niñas nazcan en condiciones que aseguren su buen comienzo en la vida, como es el caso del Programa Bono Juana Azurduy, el Subsidio Universal Prenatal por la Vida, y el Seguro Integral de Salud (SIS). Sin embargo, la mortalidad infantil de 0 a 5 años es de 49 por 1.000 nacidos vivos (UDAPE, 2013), situando a Bolivia muy por encima del promedio regional (18 por 1.000). La mortalidad neonatal (primer mes de vida) representa el 54% de los casos de mortalidad infantil (ENDSA, 2008).

Sumado a la persistencia de estas brechas en mortalidad infantil, muchos de los niños y niñas que sobrevivan no alcanzarán nunca su total potencial. Esto debido a que el 18.5% de ellos sufren desnutrición crónica (UDAPE, 2013) y 8 de cada 10 son víctimas de violencia (ENDSA, 2008), y muchos pierden oportunidades de contar con experiencias enriquecedoras para su aprendizaje por negligencia en el cuidado y por falta de interacciones de los adultos con los niños y niñas.

Los niños y niñas menores de cinco años también pueden ser víctimas silenciosas de la negligencia, el maltrato físico y psicológico, o la violencia intrafamiliar, situaciones que afectan su desarrollo e incluso pueden llevarlos a la muerte. En consecuencia, garantizar su salud, seguridad y bienestar es vital, no solo por su protección durante estos años, sino para asegurar su crecimiento y desarrollo, y evitar que se conviertan en adultos violentos.

Compromiso del Estado y la sociedad
Para que los niños y niñas, desde el inicio de sus vidas, tengan todas las oportunidades de desarrollar su potencial, requieren crecer en entornos saludables, educativos, protectores y con pleno goce de sus derechos. Para ello existe una corresponsabilidad entre el Estado, las comunidades y las familias.

El Estado, como responsable de generar condiciones para el “vivir bien” de todas las ciudadanas y ciudadanos, es el responsable de garantizar las inversiones destinadas a la primera infancia, así como la delimitación de competencias y mecanismos de coordinación que posibiliten que las niñas y niños, tengan todas las oportunidades para su pleno desarrollo desde el principio de sus vidas.

La comunidad es el entorno en que las niñas y niños se conectan con su cultura, su lengua, y construyen su identidad. Esto implica que la comunidad apoye a las familias en las tareas de cuidado integral y se movilice para procurar que el Estado asegure la oferta de los servicios de protección, salud, educación, saneamiento, agua y alumbrado, así como que cuenten con espacios de recreación e interacción entre familias que sean seguros y saludables.

La familia, es el primer ambiente socializador de niñas y niños y, por lo tanto, la encargada de darles protección, desarrollar interacciones positivas con ellos, así como generar condiciones óptimas de salud, nutrición, buen trato y estimulación para favorecer su desarrollo integral.

Con tanta evidencia sobre la importancia de los primeros años en el desarrollo humano, cabe preguntarnos ¿por qué los niños y las niñas pequeños son aún los grandes ausentes en las políticas públicas?, ¿cómo sobreviven los que sobreviven y cuantos en el camino van perdiendo oportunidades para su pleno desarrollo?

UNICEF Bolivia reconoce los avances de las políticas sociales en Bolivia, ahora es crucial fortalecer la articulación de las mismas a favor de la primera infancia, orientadas a las poblaciones más vulnerables, con un enfoque integral que más allá de salud y nutrición aborde la educación inicial y la protección de la niñez con una adecuada asignación recursos y fortalecimiento de las capacidades de las entidades que prestan servicios.

De cara a los nuevos desafíos de la agenda patriótica 2025 y las nuevas metas del desarrollo 2030 se puede afirmar que en Bolivia solamente es posible “vivir bien”, si se asegura el “empezar bien en la vida” de los bolivianos y las bolivianas

"Sumado a la persistencia de estas brechas en mortalidad infantil, muchos de los niños y niñas que sobrevivan no alcanzarán nunca su total potencial. Esto debido a que el 18.5% de ellos sufren desnutrición crónica y 8 de cada 10 son víctimas de violencia.

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