Cuando llega el día del padre solemos evocar un recuerdo a veces cariñoso o a veces distante y en ocasiones menos intenso que el recuerdo de una madre; sin embargo, si nos ponemos a analizar no solamente con nuestra mente crítica si no con nuestra inteligencia profunda e imaginativa, podemos descubrir a una persona, a una criatura del universo llena de mucho amor, con sus desafíos propios y con sus muchas acciones ignoradas y olvidadas y con sus muchos logros que tal vez nunca llegamos a escuchar: una charla sincera siempre ha sido una gran necesidad y un gran deseo, a veces imposible de alcanzar por diferentes razones.
Cada padre tiene también un corazón, una dignidad y una conciencia; tiene también una vida y una historia que son y representan la ganancia de cada espíritu, de cada padre que ha logrado dar de sí, lo más que pudo por sus hijos.
Existen muchas personas que valoran y aprecian a su padre y son personas honestamente buenas y también personas correctas que saben apreciar y entender que el padre no sólo es un ser humano, es también un ser simbólico que representa el orden, la disciplina, la seguridad, el apoyo incondicional y el recurso poderoso que facilita el funcionamiento y la vida de todo hogar.
Cuando tenemos buenas relaciones con nuestro padre, todos los aspectos vinculados a la fuerza masculina se desenvuelven con éxito en nuestra vida; cuando nuestra relación con nuestro padre es negativa, todos los aspectos vinculados al éxito profesional y al éxito en nuestros asuntos vitales se ven truncados por los pensamientos negativos que emergen de dicha relación enfermiza.
Ahora que sabemos de dónde vienen estas situaciones negativas y perjudiciales de nuestra vida, podemos ponerles remedio realizando un tratamiento, el tratamiento del perdón que puede incluir varios días de trabajo de afirmaciones manuscritas que tendrán como consecuencia, la resolución aparentemente misteriosa de problemas financieros que se repetían una y otra vez.
Cuando se resuelven en nuestra mente inconsciente los conflictos que tenemos guardados con nuestro padre, comenzamos a ponerle orden a nuestra relación con el dinero, con nuestras finanzas y con el proceso de autoestima que toda persona debería tener.
Ahora vamos al ejercicio: Escriba la siguiente afirmación durante nueve días en series de diez: “Perdono a mi padre por completo y me pongo en paz con él”; escriba esta afirmación, atrévase a hacerlo sobrepasando su incredulidad y persevere durante los nueve días y los resultados que se materializarán le causarán muchas gratas satisfacciones.
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