miércoles, 22 de marzo de 2017

La disciplina positiva, para educar a los niños

La educación de los hijos es una prioridad para los padres. Es necesario hacer de ellos personas responsables y respetuosas. Esto no se consigue utilizando la disciplina punitiva, es decir, castigando o dando azotes. Con esto solo se provoca resentimiento, baja autoestima, rebeldía, venganza. Todo lo contrario, debemos usar la disciplina positiva. Estas recomendaciones se ofrecen en el portal eresmama.com.

Se menciona que si se usa el castigo, el niño actuará de forma adecuada solo por miedo. Pero, si el chico no comprende la razón por la que no debe portarse mal,volverá a hacerlo cuando no esté presente lo que le causa miedo. Esto ocurre porque no entenderá que es responsable de sus actos, ni de las normas. Además, tampoco sabrá valorar las consecuencias.

Por eso es tan importante que en la educación de los hijos se use la disciplina positiva. Esta está basada en el respeto, se fomenta el autocontrol y autoestima del niño.

La disciplina es necesaria para educar a nuestros hijos, para que sepan lo que se puede o no hacer. De esta manera aprenderán que son responsables de su conducta y que todo lo que hagan tendrá una consecuencia. Así ellos serán capaces de comportarse y actuar correctamente.

La disciplina hay que entenderla como un medio para que los hijos tengan un desarrollo sano y feliz. Debe comenzar desde que son bebés, porque les proporciona seguridad. Es el camino para que ellos lleguen a ser independientes, responsables, sin provocar reacciones negativas y no lastimando su autoestima.

La psicóloga Anahí Navarro señala que la disciplina positiva hace que los niños y niñas maduren, para que el día de mañana sean jóvenes responsables y felices. Algunas técnicas que pueden ayudar para aplicar la disciplina positiva son las siguientes:



1. Elogiar lo bueno. Cuando el niño se comporte bien y actúe de manera correcta, hay que elogiarlo, reconocer su logro y felicitarlo. Con esto se refuerza las conductas que se quiere que se repitan.



2. Entender al niño. Es importante ponerse en el lugar de los niños, entender cómo se siente, saber cuáles son sus sentimientos y las razones que los llevan a hacer lo que hace. Si se identifican las creencias que los llevan a comportarse de esa manera se podrá trabajar para poder cambiarlas.



3. Ser ejemplo para tu hijo. Los pequeños suelen aprender mucho más de lo que observan que de lo que escuchan. Por esta razón hay que actuar con coherencia para servir de modelo.



4. Criticar la acción, no a la persona. Cuando haga algo malo, hay que criticar la acción en sí, explicar por qué no debe hacer eso. Nunca se lo debe insultar o ridiculizar por eso.



5. Establecer rutinas y normas. De esta manera se conseguirá que los pequeños no realicen las conductas no deseadas. Por ejemplo, si un niño sabe que hay que recoger sus cosas después de jugar, lo hará porque es una norma y sabe que si no lo hace tendrá consecuencias que no le agradan. Por ello, tratará de hacerlo bien.

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