La crianza de los niños es complicada y para esto no existe una escuela, ni tampoco un manual en el que encontremos los pasos precisos para no equivocarse, uno aprende a ser padre por el instinto que reina en cada uno de los seres humanos.
Sin embargo, existen casos en los que se cuenta con la colaboración de los abuelos o algún integrante de la familia para la orientación y crianza de los niños, por este motivo es importante que se mantenga buenas relaciones entre los integrantes de la misma.
Un fenómeno que ocurre muy a menudo es que los padres se desautorizan mutuamente, esto se da delante de los amigos, familiares, como de los hijos, cuando uno de los padres da una opinión o una propuesta y el otro la desautoriza provoca un sentimiento de humillación hacia el otro, además de que lastima la relación familiar.
La desautorización delante de los hijos, es más peligrosa aún y conlleva daños más profundos, puesto que quita toda la efectividad al proceso de la educación, además que permite que los hijos se den cuenta a quién acudir o a quién no dependiendo de lo que les convenga.
No se trata solo de educar y corregir las fallas a los niños, sino también de conseguir que esas fallas vayan desapareciendo paulatinamente, evitando que los padres hagan la guerra entre sí todo por educarlos, las decisiones tomadas en conjunto padre y madre son las más fructíferas, así se evita convertir en pelota de tenis a los hijos y que vayan preguntando a uno y otro si tienen permiso por ejemplo.
Los padres deben ir en la misma sintonía cuando educan a sus hijos, por ejemplo si la madre le dice a su niño que debe terminar la sopa el padre debe apoyarla, se actúa de una forma negativa cuando el padre dice: "déjalo que coma lo que pueda, lo importante es que coma".
De la misma forma, cuando se imparten sanciones ambos deben estar de acuerdo y no levantar el castigo cada uno por su lado, así solo se transmite al niño la falta de comunicación y seriedad por tanto el buscará al más débil para pedir disculpas y ya no los tomará en cuenta a ambos padres.
Cuando el padre no se encuentra en el momento de impartir un castigo o viceversa, es loable que la madre diga: "ya hablaremos al respecto cuando tu padre (o madre) regrese", esta actitud refuerza el efecto de la futura disciplina, además de transferir a los hijos la solidez del matrimonio.
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