sábado, 24 de marzo de 2018

Tipos de padres: ¿con cuál te identificas?

Podemos diferenciar los distintos tipos de padres que pueden existir, según su actitud ante distintos aspectos de la educación de los hijos y de la relación que tienen con ellos.

1. Un primer aspecto es el grado de control que los padres ejercen sobre sus hijos. Hay padres que quieren controlar todo lo que éstos hacen e influir constantemente en el comportamiento de sus hijos sin ofrecerles ninguna autonomía. En el otro extremo estarían aquellos padres que no ejercen control alguno y tienen una actitud negligente en la educación de sus hijos.

2. Otro aspecto a tener en cuenta es la comunicación existente entre padres e hijos. Hay padres que hablan a menudo con sus hijos, tienen una comunicación fluida con éstos, les dan explicaciones del porqué de los castigos y escuchan y piden opinión a sus hijos. Por otro lado también hay padres poco comunicativos con los niños, raramente piden su opinión y tampoco dan explicaciones sobre su comportamiento con ellos.

3. La exigencia con respecto a los hijos es otro aspecto que distingue a unos padres de otros. Mientras que algunos padres son muy exigentes con sus hijos respecto a su grado de madurez, consecución de objetivos académicos, etc., otros apenas plantean retos a sus hijos.

4. La capacidad para expresar afecto y cariño a los hijos es otro factor que distingue a unos padres de otros. Mientras algunos muestran su cariño e interés por el niño constantemente, otros se muestran más fríos e indiferentes.

Según la intensidad de estos cuatro factores en la relación padre-hijo podemos clasificar a los padres en cuatro tipos:

Padres autoritarios. Tienen un alto grado de control y de exigencia pero hacen poca demostración de afecto y tienen una pobre comunicación con sus hijos.

Padres democráticos. Tienen una buena comunicación, son cariñosos con sus hijos y tienen un grado de control y de exigencia alto.

Padres permisivos. Padres cariñosos y con buena comunicación con sus hijos pero poco exigentes y con poco control sobre ellos.

Padres negligentes o indiferentes. Poseen niveles bajos de control, exigencia, afecto y comunicación. Este caso es común en familias desestructuradas.

2. Según su manera de pensar

La manera de pensar y de ver el mundo por parte de los padres influye de manera notable en su relación con los hijos.

En este sentido podemos establecer tres grandes grupos de padres:

1. Los tradicionales. Tienen una concepción muy estereotipada sobre las funciones del padre y de la madre dentro del seno familiar. El padre cumple un papel más autoritario, utilizando el castigo como principal táctica educativa y dejan a la madre la comunicación y la afectividad.

2. Los modernos. La participación del padre y de la madre en la educación de sus hijos es muy similar, no tienen problema en exteriorizar su afecto y se muestran más comunicativos con los hijos.

La mayoría de los padres formarían un grupo intermedio, que tiene elementos de las dos clasificaciones anteriores.

3. Defectos comunes de algunos padres

Hay una serie de defectos en la relación de los padres con sus hijos que se repiten a menudo, podemos destacar los siguientes:

Los padres que consciente o inconscientemente ridiculizan a sus hijos infravalorando sus actitudes y capacidades.

Aquellos que quitan importancia a los problemas de los hijos. En ocasiones lo hacen con buena voluntad, para evitar que se preocupen, pero los niños lo percibirán como falta de interés de los padres y tenderán a contarles cada vez menos cosas.

También hay algunos padres con tendencia a sermonear a sus hijos destacando el valor de su sabiduría y su experiencia y desdeñando la experiencia personal del propio hijo.

4. Actitudes recomendables en la relación con los hijos

El prototipo de padre ideal para la educación de los hijos sería el padre tipo democrático, que es comunicativo y cariñoso, pero a la vez pone límites y enseña responsabilidad a sus hijos. Como en todas las facetas de la vida lo mejor es saber mantener un equilibrio. Por un lado tener autoridad y por otro, saber ser indulgente. Por un lado exigirles que sean responsables y cumplan con sus deberes y por otro demostrarles cariño y ofrecerles todo el apoyo que necesiten.

Conseguir ese equilibrio siempre será muy positivo en la relación con los hijos, pero será especialmente importante cuando los hijos lleguen a la adolescencia.

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