lunes, 12 de junio de 2017

La necesaria educación menstrual

Lo primero que quiero dejar bien claro es que las mujeres de nuestra cultura no hemos recibido educación menstrual. Y no estoy hablando solo de las que a día de hoy son abuelas o bisabuelas y recuerdan con amargura el día en que empezaron a sangrar y no sabían qué les pasaba porque nadie les había explicado lo necesario sobre el ciclo menstrual. También me refiero a las que ahora somos chicas y madres y que tan solo hemos recibido instrucciones sobre cómo utilizar toallas menstruales pero seguimos sin entender algo de lo que vivimos durante los aproximadamente 35 años que dura la etapa fértil.



La menstruación es más que una compresa

La educación menstrual es mucho más que enseñar a colocarse la compresa. Es entender el ciclo menstrual en todas sus dimensiones con el fin de que nos sintamos seguras y empoderadas mientras lo transitamos. Es comprenderlo e interiorizar su naturaleza cíclica. Es aprender a escuchar el ritmo menstrual para bailar como queramos en cada momento.

Concretamente, quiere decir conocer las etapas vitales de las mujeres y sus características: infancia, adolescencia, etapa fértil

(en la que se alternan ciclos menstruales y ciclos reproductivos), menopausia y madurez. También significa entender qué ocurre en cada fase del ciclo a nivel del aparato sexual, el pensamiento, las emociones, la intuición, la sexualidad, el cuerpo, la espiritualidad y las relaciones sociales, y aprender a cooperar con el potencial que tenemos en cada una de ellas.

Es imprescindible saber leer en nuestro cuerpo cuándo ovulamos para poder detectar los dos polos: el de máxima apertura (ovulación) y el de máximo recogimiento (menstruación). Al mismo tiempo, necesitamos tener un conocimiento detallado del proceso de ovulación con tal de saber cuándo y cómo nos podemos quedar embarazadas y cómo podemos evitar, propiciar y detectar el embarazo.

Finalmente, también quiere decir mostrar las diferentes maneras en que se puede gestionar el sangrado: empezando por explicar que las mujeres tenemos la capacidad de controlar la expulsión de la menstruación y decidir dónde hacerlo sin utilizar toallas menstruales ni manchar (lo que se conoce como sangrado libre), y siguiendo por mostrar las diferentes opciones de paños/toallas menstruales que existen: compresas de tela, compresas de un solo uso, copas menstruales y tampones.



El poder de las madres: romper la cadena

La mayoría de las madres sabemos muy poquito sobre estas cuestiones, así que seguimos legando a nuestras hijas lo que en su momento mamamos de nuestras madres: el silencio, el desprecio y la vergüenza hacia el ciclo menstrual, abocándolas a una absurda y dolorosa lucha en contra de su naturaleza cíclica.

Para romper esta cadena de desinformación e infravaloración del propio potencial, hace falta que las mujeres conozcamos nuestro ciclo menstrual y aprendamos a cooperar con él. Una vez que hayamos digerido e interiorizado estos conocimientos, los transmitiremos espontáneamente a nuestras hijas e hijos y a nuestra pareja.



El poder de los padres: valorar y acompañar

Pertenecemos a un momento histórico en el que prevalece la idea de que la menstruación hace que las mujeres tengamos reacciones incontrolables y destructivas que dañan a nuestros seres queridos y minan nuestras relaciones de pareja. Y de hecho, a menudo es así cuando no se entiende el ciclo menstrual ni se sabe cooperar con el potencial que ofrece cada una de sus fases. Sin embargo, una vez que se comprende el ciclo, este se transforma en un gran regalo para la relación de pareja y en vez de destruirla, la fortalece y la hace crecer.

La tarea de los padres es la de aprender a escuchar las necesidades de su pareja en cada fase del ciclo y acompañarlas con amor y respeto. Es aprender a valorar el momento premenstrual en que su compañera pone encima de la mesa todo lo que no funciona en la relación y a no tener miedo a la intensidad emocional e intuitiva de las fases premenstrual y menstrual. Su modelo es el legado que dejarán a sus hijos e hijas.



La mejor edad para la educación menstrual

Las niñas y niños de 0-2 años sienten una gran fascinación por mirar qué expulsa el cuerpo de la madre cuando se sienta en el inodoro: aún no tienen ningún prejuicio hacia la caca, el pipi, el flujo vaginal o la menstruación. Esta curiosidad libre de manías es un preciado tesoro para poder educar un ámbito de la vida que más adelante quedará vetado por el tabú cultural.

El hecho de que las hijas e hijos se familiaricen con la regla y el flujo vaginal facilita que la madre pueda hablar del ciclo menstrual in situ, en el momento en que la vivencia despierta su curiosidad y no desde lo abstracto, de forma desvinculada de la experiencia directa. También permite normalizar el ciclo e integrarlo en la vida de la pequeña o el pequeño. Finalmente, contribuye quizás a algo aún más importante: que las hijas e hijos cataloguen la sexualidad como un tema del que se puede hablar con sus madres.



Preparar a las niñas para la primera regla

Por tanto, la preparación para la primera regla de las hijas empieza en su nacimiento y no a los ocho o diez años, como solemos imaginar, edad en la que llegaríamos terriblemente tarde. Dicho lo anterior, cuando la niña empieza a experimentar los primeros cambios de la pubertad hay que actualizar estos conocimientos y hablar de ello a menudo para que pueda vivir con seguridad y confianza su transformación en mujer cíclica.

El día de la primera regla es importante hacer una celebración del inicio del ciclo menstrual en la que la acompañaremos y le daremos recursos para que se sienta bien en su paso a esta nueva etapa. Puede ser simplemente ir a tomar un chocolate caliente con la madre o hacer una gran fiesta invitando a todas las mujeres que son importantes para ella. Eso sí, hay que organizarlo con ella para que se sienta cómoda e ilusionada.



¿Y los niños?

Los niños también necesitan educación menstrual para saber acompañar y entenderse con todas las mujeres cíclicas que forman y formarán parte de su vida. Necesitan exactamente lo mismo que las niñas pero, evidentemente, sin la celebración de la primera regla. Si en cada fase del ciclo la madre comparte cómo se siente y cómo necesita ser acompañada, a la vez que el padre (o referentes masculinos) sabe escuchar y acompañar sus necesidades, el niño tendrá unos valiosos recursos para tratar con las mujeres.



LOS PELIGROS DE LA IGNORANCIA

De acuerdo a un reportaje del períodico español El País, la adolescencia con todos los cambios físicos y emocionales, es un tiempo tumultuoso en la vida de las niñas aun en las mejores circunstancias y, para muchas, la primera regla es de por sí una experiencia nada fácil. Pero, para demasiadas es algo completamente terrorífico. Una de las chicas con la que la organización WASH United trabajó en una zona rural de la India tuvo su primera regla cuando iba camino de la escuela. Convencida de que tenía cáncer y se iba a morir, se apresuró a regresar a casa, en estado de pánico y desesperada por llegar a tiempo para despedirse de sus padres. No se trata ni mucho menos un caso aislado: en la India, cerca del 50 por ciento de las niñas ignoran por completo lo que les está ocurriendo cuando sangran por primera vez.

Además de evitar a las niñas un comienzo tan traumático de su condición de mujer, la educación acerca de la menstruación es fundamental para ayudarles a gestionar el periodo de forma higiénica, con confianza y dignidad. Para tomar decisiones fundadas sobre cómo gestionar su menstruación, las niñas deben al menos comprender básicamente los procesos físicos que acompañan a la regla, así como conocer los pros y los contras de los distintos productos de higiene menstrual que le ofrece el mercado. Si no, es posible que mujeres y niñas empleen productos insalubres (como trapos viejos, hojas secas, hierba, cenizas, arena o periódicos) que pueden provocar infecciones del tracto reproductivo y otros trastornos de la salud, en especial la infertilidad. Por ejemplo, la mala higiene menstrual es una de las principales razones para la alta prevalencia de infecciones del tracto reproductivo en la India, lo cual contribuye de manera significativa a la morbilidad femenina.

Los pepinillos que se pudren, los embarazos por arte de magia y las vacas que enferman nos pueden parecer ridiculeces, pero para los 800 millones de niñas y mujeres de todo el mundo que viven oprimidas por estos tabúes y estigmas, no tienen ninguna gracia. Es hora de que pongamos manos a la obra y ayudemos a liberar el poder transformador inherente a las mujeres y las niñas con la educación.





“La educación menstrual es entender el ciclo menstrual para sentirnos seguras y empoderadas”

Anna Salvia





“La preparación para la primera regla de las hijas empieza en su nacimiento”

Anna Salvia





“Para romper la cadena las mujeres debemos aprender a cooperar con nuestro ciclo”

Anna Salvia

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